"Metáfora de la seguridad" en épocas de COVID-19
Enviado por Cristián Petro • 7 de Marzo de 2023 • Resumen • 911 Palabras (4 Páginas) • 71 Visitas
DEL TODO A LA NADA
Recuerdo que estaba charlando con mis amigos en la hora de receso escolar sobre la noticia de un presunto virus cuyo nombre era coronavirus y que estaba propagándose furtivamente por todo el mundo, aun así, con tono sarcástico, expresábamos comentarios como: “Estamos en Montería, la probabilidad de que el virus se extienda a la ciudad es cuestionable, improbable, a este pueblo”. De este modo, entablamos ininterrumpidamente críticas de un criticón sobre el presunto virus.
Con el transcurso del tiempo el tema quedó en el olvido, por nuestra parte pensábamos que era una típica noticia falsa cuyo impacto hasta el momento habría sido irrisorio.
15 de marzo de 2020
Era un domingo apesadumbrado, la tarde me producía sensaciones nostálgicas, un clima cálido, era el típico domingo depresivo, un estado de angustia y ansiedad anticipatoria del malestar que provoca la rutina semanal causado por el cambio brusco del ritmo durante el fin de semana que genera a su vez peripecias a la estabilidad de la siguiente semana y convierte un lunes de arduo trabajo. No obstante, estaba preocupado debido a que tenía demasiadas tareas para el siguiente día escolar, cuando repentinamente escucho el sonido de noticias caracol: “Se suspenden las clases por coronavirus” rápidamente salí de mi cuarto en dirección hacia el comedor donde estaban transmitiendo la noticia fue ahí cuando confirmé que era verídico e instantáneamente una sensación de calma impregnó mi cuerpo. Por mi cabeza pasaban pensamientos como: “Ya no tendré que hacer tantas tareas para mañana” y en el grupo de WhatsApp del curso todos los comentarios eran positivos, pues, la cantidad de deberes era alta por lo que recibir esta imprevista noticia resultó agradable. Fue un cambio abrupto de actitudes y acciones, pasar de estar angustiado y realizando tareas a estar tranquilo y dejar de lado los cuadernos. Quien pensaría que dicha felicidad se convertiría paulatinamente en su antónimo.
Al comienzo de la cuarentena la vida era muy divertida, a pesar de que no podíamos salir de casa estábamos experimentando una etapa diversa a la normal y aburrida vida monótona. La rutina en la cuarentena para muchos adolescentes, incluyéndome, se basaba en: Despertar en promedio al mediodía, jugar videojuegos hasta esperar el almuerzo, volver al cuarto, hacer una que otra actividad para el colegio que tardaba poco tiempo puesto que la disposición de realizarla en casa causaba que fuese fácil, ayudar en quehaceres de la casa, luego perder el tiempo en cualquier tipo de red social, ducharse para ir a la cama, y trasnochar hasta las 3 de la mañana jugando videojuegos o viendo algún tipo de contenido en Netflix.
Con el paso del tiempo tome conciencia frente a la cantidad de tiempo libre que tenía, de ahí que elucubrase mi cerebro para aprovecharlo de manera “productiva” con una serie de hábitos como: Realizar ejercicio físico, crear una dieta balanceada y usar el método de estudio autodidacta visto que el modelo de educación virtual implementado, considero que era un sistema obsoleto, poco efectivo y aburrido para el correcto aprendizaje y conocimiento. Sin embargo, el covid-19 fue agravándose gradualmente, día tras día los medios de comunicación transmitían noticias terribles, por ejemplo; números de muertes por la enfermedad, una economía decaída, personas sin trabajo y comida, otras con problemas mentales debido a las consecuencias del confinamiento, restricción de salidas al supermercado, escasez de alimentos y productos sanitarios, características propias de un sistema global y de salud nulo e incompetente para la petrificante situación que estábamos viviendo. Básicamente generaba miedo pensar en qué contagiarse podría conllevar a la muerte fácilmente, dado que la taza de
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