Mi barrio como espacio de interacción
Enviado por luimb • 22 de Junio de 2016 • Ensayo • 1.920 Palabras (8 Páginas) • 349 Visitas
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CERVATILLA DE LOS MONTES
CORRIENTES TEÓRICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL II
MI BARRIO COMO UN ESPACIO DE INTERACCIÓN SOCIAL
Toda interacción está localizada, es decir que ocurre en un lugar concreto y tiene una duración específica. Las calles, las colonias, los parques, los mercados, son excelentes escenarios donde se puede observar cómo las personas que habitan allí se relacionan a través de ese entorno. Este trabajo tiene la finalidad de analizar las distintas situaciones de interacción social que se dan en el lugar donde vivo.
Un barrio se construye a partir de características propias determinadas en gran parte por la estructura socioeconómica y procesos socio-históricos propios de cada lugar. Se trata de un espacio vital, en términos de Kurt Lewin (donde se dan cita la interdependencia, la noción sistemática de causa y el principio de contemporaneidad), producto de estas interacciones sociales. Sin embargo, es importante señalar, que las interacciones sociales que se dan “en” el barrio, pueden ser muy distintas a las que se dan dentro del núcleo familiar. Goffman dice que todos tenemos una fase trascénica y otra prescénica, es decir que preparamos toda una personalidad, de la cual creemos, será la mejor para presentar en cada situación. De acuerdo a lo que este autor señala, esto es lo que nos permite, de que a pesar de ser estos espacios, lugares tan complejos, se pueda manifestar una vida en comunidad.
La situación básica de la interacción es cara a cara, pues aporta más información sobre cómo piensan y sienten los demás y sobre su sinceridad, y el mero contacto visual, señala un grado de intimidad y de confianza. Este espacio vital, permite la experiencia de situaciones en común, permite que se facilite la interacción, y esto a su vez, produce un ambiente de familiaridad, a pesar de que en muchos casos, solo se trate de mera interacción visual.
Es por ello que cuando un “extraño” se presenta, y por cualquier motivo ronda por el lugar, casi de inmediato, las personas reconocen que esa persona no pertenece a la comunidad. Cuando en una calle entra un carro desconocido, al instante, los mismos vecinos lo miran con sospecha. Esto permite identificar algún peligro a la colectividad o bien, acusar sin razón a un visitante.
Sin embargo, la vida en comunidad y la interacción constante, no garantiza un sentimiento de afectividad. Entre mismos vecinos, en muchos casos, no existen acuerdos en la forma de relacionarse, esto debido a las discrepancias en los significados de distintas situaciones. Las relaciones cambian, pero el sentido de comunidad, siempre prevalece. Parece importante señalar que “Marx no hace sino introducir fuertes matices a la hipótesis idealista del poder de la mente y de la conciencia al atribuirle un papel activo y creador frente al medio”(Blanco, 1988) y resulta impresionante, el poder que emerge en los actos de las personas al interior de su comunidad, no se necesitan allí de instituciones oficiales ni de un gran líder, para establecer las reglas del juego, pues por sentido común es que las mismas personas saben cómo sobrellevar las diferencias.
Del mismo modo, es que las personas, saben cómo relacionarse con los demás, dentro de su ambiente, cómo interactuar. De acuerdo con Schutz, esto es gracias al acervo de conocimiento (cúmulo basado en experiencias previas) del mundo de la vida de cada persona, a través del cual es posible relacionarse, dependiendo a las situaciones del sujeto y que esto se logra codificar en tipicidades a través del lenguaje.
Las personas de un mismo barrio necesariamente salen al mercado, a la farmacia, a las escuelas cercanas a dejar a sus niños, salen a hacer ejercicio al parque cercano, salen a hacer una llamada, a la tienda, a comprar pan, a tomar un transporte, en fin. Estos lugares se vuelven puntos incluso de reunión, que las personas emplean para conversar. Si esto no ocurre con alguien ya conocido, ocurre con el mercante, con el tendero, con el que va pasando.
Cuando estás esperando en la fila de las tortillas, o en cualquier establecimiento, de inicio sabes que aunque no haya fila, debes esperar tu turno, esto significa que interactuamos también de manera intersubjetiva. Si yo llego y me dirijo hasta delante para pedir mis tortillas a pesar de ver personas formadas, mínimamente, alguien me mirará con desagrado y yo sabré que me debo formar. Cuando estoy en una cremería, por lo regular no se forma la gente, pero en automático sé también que debo esperar mi turno, pregunto o escucho al vendedor decir “quien sigue” y observo quien dice “yo” y así sistemáticamente sabré en que turno me toca. En estas situaciones podemos ver las distintas formas en que a diario estamos inmersos en la interacción.
Si voy saliendo de mi casa y me encuentro con un vecinito, no es necesario muchas veces decir una palabra, pues con una simple mirada y una sonrisa ya lo estoy saludando.
Como es un lugar en común, las personas ya se conocen y ubican incluso hasta la calle aproximada en donde vive cada quien y aunque no se “conozcan”, o no conversen directamente, interactúan por el simple hecho de compartir el espacio vital. En otros casos, no importa el que ni siquiera sepas el nombre de con quien te cruzas, y al coincidir en un espacio y un tiempo, no es raro que intercambies algunas palabras con dicha persona, ¿por qué?, porque a pesar de no conocer de manera íntima a todos, el compartir el espacio vital supone una situación de confianza, por la simple interacción visual. Al contrario, en el ejemplo del mercado, si asistimos a un supermercado, allí, no se da ese mismo ambiente de confianza entre los que acuden, a pesar de que también, de algún modo se esté interactuando.
Se trata de un proceso de socialización que se cristaliza en la acción, en el sentido de una acción racional, que a su vez se materializa en los actos.
El acto es el vehículo de nuestro contacto con el ambiente, nuestro primer instrumento de comunicación con el mundo que nos rodea, contacto o cooperación, en la interacción, en la relación y como condición necesaria para la conciencia (Blanco,1988). Vigotsky ejemplifica sus investigaciones a través del juego, y en relación a esto, señala que el juego es una realidad virtual que te permite tener esa conciencia de la realidad, pues permite replicar todo lo que se aprendió en el juego.
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