Militarizar la Araucanía es al parecer, por el momento

Militarizar la Araucanía es al parecer, por el momento, la mejor solución para lograr apaciguar el gran caos que hoy existe en las zonas con incidentes relacionados a causas indígenas de carácter reivindicativo. Cuando hablamos de “zonas con incidentes” nos referimos a priori al territorio que va desde la región del Biobío hasta al norte de la región de Los Ríos. Es esta misma zona la que por más de 4 años ha estado provocando dolores de cabeza a los Gobiernos que han debido lidiar con las demandas del pueblo Mapuche y sus relacionados o no, efectos colaterales.

El caso más emblemático de la gravedad que caracteriza a este conflicto es el del matrimonio Luchsinger Mackay, matrimonio que fue atacado y posteriormente quemado vivo dentro de su propia casa. Podemos decir con total seguridad que este hito marcó un antes y un después en los episodios de violencia vividos en la Araucanía. En segundo lugar y sin perjuicio de su importancia, tenemos la gran cantidad de camiones quemados en los distintos predios pertenecientes a distintos agricultores. Paralelo a esto, y como mencionamos anteriormente, cabe destacar la creciente militarización de la zona, que lo que hace no es más que exponer que las demandas, independientes de su legitimidad, han llegado a situaciones extremas, donde gente inocente debe sufrir los errores que se han cometido a lo largo de nuestra historia.

Es innegable que los gobiernos no han sabido siquiera como manejar superficialmente este choque de intereses. Lo más probable es que no haya voluntad política por resolver este asunto, y esto queda más que en claro cuando no se ha entregado ninguna propuesta al respecto. Esto nos da entender que nuestras autoridades no se preocupan al respecto debido a que este persistente conflicto se encuentra fuera de la región metropolitana y por ende poco les afecta de manera directa. El modo centralizado en que miran la política llevó a que el gremio de camioneros tuviese la iniciativa de “llevar el problema” hasta la moneda, donde expusieron a través de una caravana a todos los camiones que han sido parte de las violentas manifestaciones en la Araucanía.

Al igual que todas las cosas en la historia, hubo una serie de elementos que derivaron en procesos, cuya intensidad fue en escalada llegando a producir un enorme problema para el Estado Chileno. A priori podemos indicar como proceso constructor de este conflicto, a la pacificación de la Araucanía, pero esto va mucho más allá, es decir, abarca un tema no solo territorial como se suele señalar, sino que también está presente el factor social (o racial dependiendo del punto de vista), como también el factor político. Pero si realmente queremos ahondar en el “verdadero porque”, es decir, la razón, motivación o circunstancia que lleva a los españoles a intentar supeditar otra cultura a su hegemonía, podríamos encontrar la respuesta en sus propios cimientos, y por esto me refiero a los rastro de la cultura Romana que quedó impregnada en ellos, y que finalmente se ve más que expresada en la práctica con sus conductas expansionistas y coloniales. Esto sin perjuicio de lo señalado en primera instancia.

Nosotros no presentaremos una opinión y trabajar en base a ella respecto al tema. Lo que buscamos en este trabajo es indagar la mayor cantidad de antecedentes posibles, que se encentren a nuestro alcance, naturalmente, para así posteriormente poder generarnos una visión más fundamentada acerca de este conflicto.

Cuando hablamos acerca del conflicto Mapuche, se suele pensar netamente en una reivindicación territorial, donde ellos exigen la devolución de sus tierras, las cuales, aseguran, les pertenecían hasta el proceso de “pacificación de la Araucanía”. Pero el tema surge en un punto un poco más profundo. En un artículo escrito en el diario “el definido”, se cita a un historiador que nos plantea el conflicto a través de una ruptura de convención por parte del E° chileno: “Como nos aclara el historiador Juan Carlos Painequeo, en la época colonial, hubo un momento en el que se hacían tratados entre autoridades e indígenas, se organizaban parlamentos donde los líderes de ambas partes dialogaban y se respetaba el territorio a través del establecimiento de una frontera, donde se les asignó a los mapuche una autonomía política y geográfica.

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