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Modernas Ciencias Sociales


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  6.673 Palabras (27 Páginas)  •  482 Visitas

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Las modernas ciencias naturales, las únicas que han alcanzado un desarrollo científico sistemático y completo en contraste con las geniales intuiciones filosóficas que los antiguos aventuraran acerca de la naturaleza, y con los descubrimientos de los árabes, muy importantes pero esporádicos; estas ciencias naturales como casi toda la nueva historia datan de la gran época que nosotros los alemanes llamamos la Reforma; es esta la época que comienza con la segunda mitad del siglo XV.

La tarea principal en el primer periodo de las ciencias naturales, periodo que acababa de comenzar consistía en dominar el material que se tenía a mano y en la mayoría de las ramas hubo que empezar por lo más elemental. Todo lo que la antigüedad había dejado en herencia eran Euclides y el sistema solar de Ptolomeo, y los árabes, la numeración decimal, los rudimentos de álgebra, los numerales modernos y la alquimia; el Medioevo cristiano no había dejado nada. En tal situación era natural que el primer puesto lo ocuparan las ciencias naturales más elementales: la mecánica de los cuerpos terrenos y celestes y, al mismo tiempo, como auxiliar de ella, el descubrimiento y perfeccionamiento de los métodos matemáticos y en este dominio se consiguieron grandes realizaciones. A fines de este periodo caracterizado por Newton y Linneo, vemos que estas ramas han llegado a cierto tope; en lo fundamental fueron establecidos los métodos matemáticos más importantes: la geometría analítica por Descartes, los logaritmos por Nepper, y los cálculos diferencial e integral por Leibnis y quizás por Newton. Lo mismo puede decirse de la mecánica de los cuerpos sólidos cuyas leyes principales fueron halladas de una vez y para siempre.

Las ciencias naturales de la primera mitad del siglo XVIII se hallaban tan por encima de la antigüedad griega en cuanto al volumen de sus conocimientos e incluso en cuanto a la sistematización de los datos, como por debajo en cuanto a la interpretación general de la naturaleza. Para los filósofos griegos el mundo era en esencia algo surgido del caos, algo que se había desarrollado, algo que había llegado a ser. Para todos los naturalistas del periodo que estamos estudiando el mundo era algo osificado, inmutable, y para la mayoría de ellos algo creado de golpe. La ciencia estaba aun profundamente empantanada en la teología; en todas partes buscaba y encontraba como causa primera un impulso exterior que no se debía a la propia naturaleza.

De aquí data la emancipación de las ciencias naturales a la teología, aunque la lucha por algunas reclamaciones recíprocas se ha prolongado hasta nuestros días y en ciertas mentes aun hoy dista mucho de haber terminado; pero a partir d entonces se operó a pasos agigantados, el desarrollo de la ciencia y puede decirse que este desarrollo se ha intensificado proporcionalmente al cuadrado de la distancia (en el tiempo) que lo separa de su punto de partida, pareció como si hubiera sido necesario demostrar al mundo que a partir de entonces para el producto supremo de la materia orgánica, para el espíritu humano, regía una ley del movimiento que era inversa a la ley del movimiento que regía para la materia inorgánica.

Así hemos vuelto a la concepción del mundo que tenían los grandes fundadores de la filosofía griega, a la concepción de que toda la naturaleza, desde la partículas más ínfimas hasta sus cuerpos más gigantescos; desde el grano de arena hasta el sol; desde el protisto hasta el hombre, se halla en estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, sujetos a incesantes cambios y movimientos,: Con la sola diferencia esencial que lo que fuera para los griegos una intuición genial, es en nuestro caso el resultado de una estricta investigación científica basada en la experiencia y, por ella, tiene una forma más determinada y más clara. Es cierto que la prueba empírica de este movimiento cíclico no está exenta de lagunas, pero estas, insignificantes en comparación con lo que se ha logrado ya establecer firmemente, cada vez son menos, pues estos avances son muy recientes.

También el hombre surge de la diferenciación y no solo como individuo – desarrollándose a partir de un simple óvulo hasta formar el organismo más complejo que produce la naturaleza - sino también en el sentido histórico, con el hombre entramos en la historia. También los animales tienen historia, la de su origen y desarrollo hasta su estado presente; pero los animales son objetos pasivos de la historia, y en cuanto toman parte de ella, esto ocurre sin su consentimiento y deseo; los hombres por el contrario a medida que se alejan más de los animales en el sentido estricto de la palabra, en mayor grado hacen su historia ellos mismos, conscientemente, y tanto menor es la influencia que ejercen sobre esta historia las circunstancias imprevistas y las fuerzas incontroladas, y tanto más exactamente se corresponde el resultado histórico con los fines establecidos de antemano.

La idea general más elevada alcanzada por las ciencias naturales del periodo considerado, es el de la congruencia del orden establecido en la naturaleza, la teleología vulgar de Wolff, según la cual lo gatos fueron creados para devorar a los ratones y los ratones para ser devorados por los gatos, y toda la naturaleza para demostrar la sabiduría del creador; no obstante hay que señalar los grandes méritos de la filosofía de la época que, a pesar de la limitación de las ciencias naturales contemporáneas, no se desorientó y- comenzando con Spinosa y acabando por los grandes materialistas franceses- se esforzó tenazmente por explicar el mundo partiendo del mundo mismo y dejando la justificación detallada de esta idea a las ciencias naturales del futuro. Incluyo también en este periodo a los materialistas del siglo XVIII que no disponían de otros datos de las ciencias naturales que los antes descritos; la obra de Kant que posteriormente hiciera época, no llegaron a conocerla y Laplace apareció mucho después de ellos; no olvidemos que se bien los progresos de la ciencia abrieron numerosas brechas en esa caduca concepción de la naturaleza, toda la mitad del siglo XIX se encontró, pese a todo, bajo su influjo en esencia, incluso hoy continúan ensañándose en todas las escuelas.

La teoría de Lyell era más incompatible con todas las anteriores con la admisión de la constancia de especies orgánicas; la idea de la transformación gradual de la corteza terrestre y de las condiciones de vida en la misma, llevaba de modo directo a la teoría de la transformación gradual de los organismos y de su adaptación al medio cambiante, llevaba a la teoría de la variabilidad de las especies; sin embargo, la tradición es una fuerza poderosa no solo en la iglesia católica, sino también en las ciencias naturales;

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