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Moral y Economía


Enviado por   •  31 de Enero de 2021  •  Ensayo  •  1.602 Palabras (7 Páginas)  •  90 Visitas

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Este ensayo no busca realizar un estudio dogmático de la ciencia económica ni de la moral. Por el contrario, busca encontrar la conjunción de ambas disciplinas en la práctica de la vida cotidiana. En nuestro país y en general en las sociedades de occidente, la práctica económica del consumismo nos ha llevado a un aislamiento social. Si bien, vivimos en un colectivo, nos mostramos ajenos a las problemáticas del mismo, el individualismo prepondera sobre el colectivo, y eso se ve reflejado en la aplicación de la economía. Sin embargo, la economía como ciencia dura, es ajena a la moral, pero por otro lado, en la economía aplicada la moral se encuentra como base de la aplicación de los conocimientos adquiridos por la economía pura. Es decir, los sujetos que aplican los programas, acciones o actos económicos tienen un fin, el cual no siempre coincide con el bienestar social. La pregunta que quiero plantear, más no responder es ¿Si la moral debe implementarse en la investigación económica?, así mismo la respuesta de ésta pregunta nos dará a cada uno, la responsabilidad.

Debido a la brevedad de este ensayo dejaremos de lado precisar la definición de ciencia, su concepto y contenido. Pero podemos tomar como punto de partida las puntualizaciones de Economía Política que nos propone Stuart Mill. Este ilustre filósofo y economista distinguía las nociones de ciencia y arte; postulaba que dichas ideas difieren entre sí como la inteligencia difiere de la voluntad. Postula que la ciencia es una colección de verdades, y que por otro lado el arte es un cuerpo de reglas o de direcciones de la conducta. En otras palabras, la ciencia se expresa en un lenguaje de “esto es, esto no es”, mientras que el arte se expresa en un lenguaje de “haz esto, evita esto otro”. En ese sentido la ciencia toma conocimiento de un fenómeno y trata de descubrir su ley; mientras que el arte se propone un fin e investiga los medios para alcanzarlo.[1]

Por lo anterior, resulta que, si aceptamos que puede hacerse una ciencia de los hechos económicos y, que la moral es una disciplina que elige fines y dicta normas imperativas, se podría concluir que la “Economía Política” no tiene nada que hacer con la moral. Así mismo León Walras[2], menciona que el carácter de la ciencia propiamente dicha es el desinterés completo de toda consecuencia ventajosa o dañosa, con el cual ella se dedica a la búsqueda de la verdad pura. Así podríamos decir, parafraseando a Warlas que, el economista hace ciencia propiamente dicha cuando establece que, en el mismo mercado, para la misma mercancía, no hay más que un solo precio, supuesto en un régimen de libre concurrencia, o bien cuando afirma que el salario es un precio que resulta establecido en el mercado por las leyes generales de los precios. Posiblemente estas verdades sean de gran utilidad para los gobernantes que, con fines de política social o económica que éstos decidan, dispongan medidas tendientes a elevar o bajar los precios, o fijar un precio mínimo al trabajo, según criterios establecidos por una determinada concepción de la moral o de la justicia. Pero resulta evidente que el gobernante no hace ciencia económica. Y en ese sentido resulta aún más evidente que no le incumbe a la ciencia económica juzgar los fines propuestos por la moral o por la concepción política y que el economista deberá, a lo sumo, prevenir las consecuencias de aquellas medidas y aquellas conductas en el campo económico. Es así que si procediera de forma contraria, ya no actuaría como economista sino como político, o como sujeto moral, con capacidad de apreciar mejor las consecuencias económicas de sus actos.

Y es en este punto donde quiero destacar la responsabilidad tanto del Estado como la de los empresarios. Por un lado, el Estado tiene como fin último mantenerse así mismo y a los elementos que lo integra; sin embargo, a varios años de distancia de la fisiocracia, el Estado ha retomado el papel activo en la actividad económica, estableciendo normas que limitan u orientan la conducta de las personas en dicho ámbito. No ésta por demás mencionar que las normas por sí mismas son enunciados deónticos, es decir son proposiciones que expresan lo debido, lo permitido, lo prohibido. Así que retomando el símil de Stuart Mill, lo que se asemejaría al arte sería la Política Económica, que puntualizó, no es lo mismo que la Economía Política. Es así que en consecuencia la moral se ve inmiscuida en el ente generador de la norma, mejor dicho, de la política económica.

En México durante las últimas cuatro décadas, los pseudo economistas que ostentaron los cargos de dirección económica del Estado, ciegamente aplicaron medidas que trataban de encontrar sustento en la economía pura, deformando la realidad con vista a ciertos fines políticos. Estos planes de organización ideal de la economía fueron aplicados a partir de una receta genérica impulsada desde el exterior el Estado mexicano, mismas que desconocen la realidad social e individual.

En ese sentido, desde una perspectiva neutral como lo exige la ciencia económica, se aprecia que el desarrollo económico sustentado en el crecimiento del PIB, no garantizó una mejoría en la calidad de vida y económica de la población en lo general. Esto es así toda vez que la población en situación de pobreza creció y la población que acapara la gran parte de riqueza del Estado se vio disminuida e incrementada en cuanto a los montos. Es así que los psuedo economistas que ostentaron los cargos de toma de decisiones cayeren en el error de querer hacer a la Economía Política como una pura ciencia. independiente de la moral y de todo juicio de valor.

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