Movimiento Estudiantil Chileno

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Con el avance del movimiento estudiantil y su expansión ciudadana, ha comenzado a ser constante la demanda de una reforma constitucional. Cacerolas, lienzos y cánticos en las marchas lo claman en las calles y una ciudadanía entusiasta pide cambios al sistema.

¿Quieren una asamblea constituyente? No está contemplada en la carta fundamental. ¿Un plebiscito? Sólo se puede hacer en casos excepcionales

¿Qué queda entonces? Un largo y engorroso laberinto legislativo, donde muchas de las salidas apuntan a mantener el status quo y pocas a hacer la reforma, en un verdadero candado que no parece tener un mecanismo eficiente para mejorarse a sí mismo. De hecho, si el proyecto de reforma es rechazado en primer trámite, no se podrá retomar hasta un año después.

Si tenemos en cuenta que el proceso no sólo incluye trámites, sino también acuerdos y voluntades de cambio, el panorama no es amigable. Si se mantiene esta institucionalidad, la alternativa es encontrar la forma de que los parlamentarios lleguen a hacer lo que quiere la mayoría.Para eso o se ganan elecciones, o se inventan y ejercen nuevas formas de presión social.

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