México Ante Dios
Enviado por omiecraota • 12 de Febrero de 2014 • 4.753 Palabras (20 Páginas) • 312 Visitas
novela comienza en el año 1891, desde una mazmorra insalubre en la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Ahí están recluidos dos personajes a través de los cuales se narra toda la historia; Don Valentín Altamirano y Ponciano Prieto, de 63 y 43 años respectivamente; a los dos los unen las circunstancias ó, visto de otra forma, las consecuencias de ser opositores de la dictadura de Porfirio Díaz.
Don Valentín, enfermo, de lo que parecería ser tuberculosis, está en un proceso terminal de dicho padecimiento, por lo que le resulta primordial confesarle a alguien todo lo que sabe de México, de su política y la sumisión de ésta ante el clero, de un México ante Dios; la responsabilidad de dicha confesión la transmite a Ponciano, quien al principio sólo lo escucha, consciente de que pronto va a morir y lo hace para ayudarlo a irse en paz; posteriormente se da cuenta de lo trascendental de aquel relato y esto es precisamente lo que le dará ánimos para salir de ahí, para fortalecerse y sobrevivir, independientemente de lo que ya le alienta regresar con su esposa, hijos y su profesión de caricaturista .
Éstos son los aspectos importantes a resaltar:
I.- Un episodio en la vida de Porfirio Díaz, cuando su primera esposa está agonizando a consecuencia de una peritonitis, los doctores ya la han desahuciado, sólo queda esperar y antes que pase más tiempo darle la extremaunción; Situación a la que se niega el arzobispo en turno y máxima autoridad clerical Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, alegando muchas irregularidades: Delfina, la esposa, es sobrina de Porfirio Díaz, habían vivido en concubinato, habían formado una familia sin la bendición de Dios, vivían fuera de las leyes de Dios, por lo tanto estaban en pecado mortal.
La única posibilidad para salvar a Delfina de ir al infierno es casarlos de inmediato, situación realmente imposible, porque además de los impedimentos mencionados, anteriormente Porfirio Díaz había sido excomulgado por ordenes del papa al haber jurado la constitución del 1857 que afectaba los privilegios y patrimonios católicos. El sacerdote en “un acto de buena voluntad”, le manifiesta que el puede pasar por alto el impedimento de los lazos sanguíneos, pero no puede casar a un excomulgado; por lo que irremediablemente ella se irá al infierno. Porfirio ruega, sometiendo a consideración del alto prelado la trayectoria como buena católica de la esposa, entonces la postura del arzobispo cambia, respondiendo que sólo hay una posibilidad y ésta consiste en abjurar de la constitución del 57 y, no sólo de palabra, lo debe hacer por escrito; con los gritos de dolor de Delfina de fondo, agonizando, Porfirio acepta, restituyéndole los privilegios al clero, salvando el alma de su esposa a costa de un País entero.
Antes de continuar es necesario hacer mención del contexto cultural de aquella época, donde la gente podía cuestionar la autoridad pública, pero no la eclesiástica, donde pesaba más una amenaza de condena religiosa que una cívica, donde trescientos años de sometimiento español daban su fruto ante el clero.
II.- La guerra de independencia, nos cuenta Don Valentín cómo es que el verdadero padre de la patria no es el cura Miguel Hidalgo, sino el prelado Matías Monteagudo; ya que la consumación de la independencia se da 10 años después de la muerte de Hidalgo (a manos precisamente del equivalente a la santa inquisición de una manera cruel e inhumana por sus ideas liberales contrarias al clero conservador), a manos de Iturbide, claro con el patrocinio político, económico y militar de la iglesia católica. Monteagudo y un grupo de sacerdotes del alto clero rompen relaciones con España y logran la independencia para cuidar el patrimonio, privilegios e intereses políticos. Porque el pueblo nada tuvo que ver, en realidad Monteagudo quien representaba al catolicismo, se oponía a cualquier reforma social contraria a los interese del clero; esto porque el rey de España Fernando VII jura las leyes de Cádiz, leyes que sabían tarde o temprano se instaurarían en la Nueva España y eso les causaba horror; por lo que deciden cerrarle el paso a toda idea liberal proveniente de Europa y así evitar la destrucción de la colonia, defenderían con las armas toda propiedad, y México se independiza.
La independencia sólo se justifica para proteger a la religión católica, por qué, bueno simplemente porque cuenta con una mejor estructura de organización, está dividida estratégicamente con 10 diócesis, más de 1000 parroquias, 300 conventos y monasterios que da como resultado el control del país gracias y como recompensa el imperio de las limosnas, que por supuesto es un gran negocio, ya que por eso es obligatorio el celibato, pues al no haber hijo ni esposa, no hay herencia, por lo tanto, no afectan “el patrimonio de Dios”.
Por lo que se entiende entonces es que si hubo independencia, pero no para los mexicanos, es decir, lo único que cambio fue el nombre de Nueva España por México, pero en realidad los dueños seguían siendo los mismos, el clero.
Una parte que resulta reveladora en este capitulo es cuando nos dice que la conquista de México la hicieron en realidad los propios indios, desde el momento que se aliaron a Cortés para combatir a su propia clase; la independencia la hicieron los propios españoles radicados en la colonia para defender sus privilegios perdidos a la publicación de la constitución de Cádiz.
Con anécdotas como las anteriores, esta impregnado este libro, Don Valentín explica el por qué de muchos de los acontecimientos sucedidos en aquel siglo, todos ellos trascendentales para el país y manipulados al antojo e interés del clero; todo con saltos cronológicos que lo mismo nos trasladan a los inicios de la independencia, a la guerra de Reforma, a la instalación del imperio de Maximiliano, a la Constitución del 24, del 57, etc.
De ahí que la iglesia le hiciera una invitación por parte del obispo de Puebla Labastida a Maximiliano, para que viniera a gobernar este territorio, ya que el clero siempre soñó con un monarca europeo para estas tierras, por lo que le ayudaría a posicionarse, claro, siempre con condiciones, la más importante, ser intocables.
También nos relata como la iglesia derrocaba todo gobierno que afectara sus intereses, comprando a la prensa y a militares conservadores. Todo ello con la ayuda del imperio de las limosnas y con el apoyo incondicional del ejército clerical, en los que se encontraban figuras llamadas cura-capitán, cura-banquero, cura-empresario, cura-legislador, cura-cabildero, cura-incitador, cura-inquisidor, cura-embajador, cura-patrón, cura-funcionario, cura-importador de armas, cura-estratega, etc.; como se puede apreciar,
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