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Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  390 Palabras (2 Páginas)  •  620 Visitas

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estarlo, acomodada en la mejor forma posible y los enseres que sirvan a nuestro aseo y

deban estar visibles, colocados en aquellos lugares en que puedan ser menos notados por

las personas que hayan de penetrar hasta nuestro dormitorio.

10— Debe ponerse un especial esmero en el orden y decencia de los aposentos que ocupan

los criados, así por estimación hacia ellos, como por nuestras propia dignidad y decoro. Es

imposible por otra parte, que seamos servidos con exactitud, y sobre todo con aseo por

personas que se acostumbren a vivir en el desorden, y a despreciar, en lo que personalmente

les concierne, aquellas reglas que han de aplicar en nuestro servicio.

11 — En el lugar más conveniente de la parte interior de la casa, debe existir siempre un

lavabo, junto con una toalla que se mude frecuentemente, para uso exclusivo de los

criados. Si no se les proporciona esto, se verán obligados a permanecer con las manos

desaseadas, y cuando se las laven, lo cual harán a veces con mengua del aseo de las vasijas

y aguas destinadas a la preparación de las viandas, se las enjugarán en las toallas de limpiar

los cubiertos demás utensilios de la mesa, si no lo hicieren en sus propios vestidos.

12 — Si tenemos niños u otras personas que por ignorancia o travesura puedan de alguna

manera dañar el edificio, o menoscabar su mérito en su parte de ornato, es nuestro deber el

contenerlos y sujetarlos a severas penas; pues bien fútil sería la excusa que en estos casos

hiciéramos consistir únicamente la irreflexión e imprudencia de nuestros hijos y

domésticos.

13___ Réstanos declarar que del arreglo de la casa general, es infinitamente más

responsable la mujer que el hombre. La mujer consagrada especialmente a la inmediata

dirección de los asuntos domésticos, puede emplear siempre en oportunidad todos los

medios necesarios para mantener el orden, e impedir que se quebranten las reglas que aquí

recomendamos; al paso que el hombre, sobre quien pesa la grave obligación de proveer al

sostenimiento de la familia, apenas tendrá tiempo para descansar de sus fatigas, y bien poca

será la influencia que su celo pueda ejercer en la policía general del edificio.

14 — Mas esto no quiere decir que cuando las casas se hallan habitadas sólo por hombres,

estén dispensados de los cuidados que exige el orden, pues la necesidad que los obliga a

prescindir de los oficio de la mujer los pone igualmente en el caso de des empeñarlos por sí

mismos.

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