NO VALORAS LO QUE TIENES HASTA CUANDO LO PIERDES. CUIDA LO QUE ES TUYO
Enviado por cdrn1991 • 23 de Octubre de 2012 • 390 Palabras (2 Páginas) • 625 Visitas
estarlo, acomodada en la mejor forma posible y los enseres que sirvan a nuestro aseo y
deban estar visibles, colocados en aquellos lugares en que puedan ser menos notados por
las personas que hayan de penetrar hasta nuestro dormitorio.
10— Debe ponerse un especial esmero en el orden y decencia de los aposentos que ocupan
los criados, así por estimación hacia ellos, como por nuestras propia dignidad y decoro. Es
imposible por otra parte, que seamos servidos con exactitud, y sobre todo con aseo por
personas que se acostumbren a vivir en el desorden, y a despreciar, en lo que personalmente
les concierne, aquellas reglas que han de aplicar en nuestro servicio.
11 — En el lugar más conveniente de la parte interior de la casa, debe existir siempre un
lavabo, junto con una toalla que se mude frecuentemente, para uso exclusivo de los
criados. Si no se les proporciona esto, se verán obligados a permanecer con las manos
desaseadas, y cuando se las laven, lo cual harán a veces con mengua del aseo de las vasijas
y aguas destinadas a la preparación de las viandas, se las enjugarán en las toallas de limpiar
los cubiertos demás utensilios de la mesa, si no lo hicieren en sus propios vestidos.
12 — Si tenemos niños u otras personas que por ignorancia o travesura puedan de alguna
manera dañar el edificio, o menoscabar su mérito en su parte de ornato, es nuestro deber el
contenerlos y sujetarlos a severas penas; pues bien fútil sería la excusa que en estos casos
hiciéramos consistir únicamente la irreflexión e imprudencia de nuestros hijos y
domésticos.
13___ Réstanos declarar que del arreglo de la casa general, es infinitamente más
responsable la mujer que el hombre. La mujer consagrada especialmente a la inmediata
dirección de los asuntos domésticos, puede emplear siempre en oportunidad todos los
medios necesarios para mantener el orden, e impedir que se quebranten las reglas que aquí
recomendamos; al paso que el hombre, sobre quien pesa la grave obligación de proveer al
sostenimiento de la familia, apenas tendrá tiempo para descansar de sus fatigas, y bien poca
será la influencia que su celo pueda ejercer en la policía general del edificio.
14 — Mas esto no quiere decir que cuando las casas se hallan habitadas sólo por hombres,
estén dispensados de los cuidados que exige el orden, pues la necesidad que los obliga a
prescindir de los oficio de la mujer los pone igualmente en el caso de des empeñarlos por sí
mismos.
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