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Neoliberalismo Y Consumismo


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2014  •  2.833 Palabras (12 Páginas)  •  252 Visitas

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NEOLIBERALISMO Y TRANSFORMACIONES CULTURALES EN CHILE

AUTOR: TOMAS MOULIAN

EN: EL CONSUMO ME CONSUME

" El despilfarro opera como la lógica global del capitalismo. Esta se realiza de dos formas: a) como sobreoferta, por tanto como un gasto social inútil y b) como consumo excesivo de algunos individuos a costa del hambre de los demás.

El primer efecto global tiene lugar como consecuencia de la ceguera del mercado o su desfase temporal con la asignación de los recursos.. El segundo efecto requiere que exista nivel de cada individuo con la esclavización por el consumo como deseo.

Efectivamente el capitalismo actual requiere de la instalación de la pauta cultural del consumo como deseo hedonista. De otro modo ¿qué haría con su enorme capacidad productiva?

Una respuesta lógica, en la lógica del buen sentido, sería decir que podría dedicarla a satisfacer las enormes necesidades de consumo insatisfechas. Una de las irracionalidades más visibles del actual sistema de acumulación es la combinación del consumo más sofisticado con el hambre, las habitaciones insalubres, la ausencia de casi toda comodidad para gestionar la vida cotidiana, la desigualdad educacional. Cohabita el consumo excesivo como posibilidad para algunos, con la imposibilidad del consumo esencial para muchos.

¿Por qué entonces no orientar esa capacidad productiva cíclicamente despilfarrada a hacer posible una vida digna para los que no tienen casi nada? La economía capitalista está movida por la obsesión de la mayor ganancia y no por la lógica de la necesidad. Entre la finalidad de cubrir para todos un consumo mínimo necesario y de permitir que cada uno consuma según su dinero, el sistema capitalista opta por la segunda.

La propia reproducción de la estructura productiva del capitalismo requiere de la desigualdad del acceso al consumo. Esta es una condición para que se perpetúe la modalidad de división del trabajo. La necesidad de ganar dinero a través de la laboriosidad, y no como derivado de los derechos de ciudadano, es un incentivo material para que el trabajador se vea forzado a seguir disciplinado.

Pero además este necesita estimular la expansión de ciertos consumos en todos los sectores sociales con dinero mínimamente confiables como clientes crediticios. Se trata de un capitalismo seductor, que intenta persuadir de la necesidad del consumo, al ritmo de sus necesidades de realización de las mercancías. Su enorme capacidad productiva y el hecho que los errores de asignación de recursos pueden corregirse después de cotejar las pérdidas producidas en la lucha competitiva, obliga al sistema a multiplicar sus esfuerzos de comercialización, de convencimiento de los consumidores.

El sistema necesita de una constante expansión del consumo. Analizaremos dos de sus múltiples lógicas: la del desgaste y la de la innovación.

Los bienes en general tienen un ciclo de vida: llega un momento en que no pueden cumplir sus funciones, que pierden vigencia como objetos útiles o se deterioran de una manera parcial o global. Cuando esto último ocurre que el objeto pierde, de manera absoluta o relativa, su valor de uso. Debe ser entonces sustituido o repuesto, porque su ausencia es sentida como disminución del confort alcanzado previamente.

Pero los objetos del confort no sólo son vulnerables a la pérdida absoluta de su valor de uso, también lo son a la pérdida relativa. Aun sin ser víctimas del desgaste, pueden ser superados por nuevas tecnologías o diseños o pueden ser olvidados por la moda. Los automóviles, los equipos y programas computacionales, los televisores, y, en general, los electrodomésticos son el blanco preferido de la innovación tecnológica; mientras que el vestuario, el calzado, las joyas, las obras de arte son acechadas por las innovaciones del gusto. Lo importante para nosotros, es que los dos tipos de cambio producen efectos expansivos o multiplicadores del consumo.

En ninguno de los dos incentivos de cambio, el proveniente de la innovación del gusto o el proveniente de la innovación tecnológica, nos encontramos con pérdidas absolutas del valor de uso. Las dos son relativas: un equipo computacional 486 puede seguir funcionando, aunque sea con un determinado deterioro de posibilidades, más todavía un automóvil de hace dos años o un equipo de televisión sin sonido estéreo.

La mantención del confort requiere de una constante renovación. Se alimenta de la novedad. No se espera que el objeto se desgaste y pierda cantidades apreciables de utilidad. Se hace necesario cambiarlo antes: hay una voracidad frente a los objetos, una suerte de bulimia, ligada al refinamiento que se les exige.

Los sistemas de producción capitalista actual, se preocupan de mejorar constantemente las tecnologías, lo que aumenta vertiginosamente la utilidad relativa de ciertos objetos. Hasta hace pocos años las computadoras eran piezas misteriosas y de fantasía. Hoy forman parte del decorado cotidiano de familias y empresas. El teléfono, en su combinación con las computadoras, ha pasado a ser un bien imprescindible. Se hace difícil pensar la vida en las sociedades modernizadas sin la tríada teléfono, computadora, televisor.

A su vez, los sistemas de producción del capitalismo actual se preocupan de la belleza de los objetos mismos tanto como de sus méritos técnicos. En las sociedades modernizadas, el diseño industrial ha llegado al refinamiento, operando como criterio de la utilidad del objeto. Esto ocurrió al principio sólo en el campo del vestuario y del mobiliario. Hoy la exigencia de estilo invade otros campos. Basta mirar, por ejemplo, los diseños contemporáneos de lámparas o de teléfonos celulares.

Belleza y duración están vinculados de una manera inversa. Los objetos no se fabrican para vivir una larga vida. La duración, el paso del tiempo, los deteriora y los afea. A su vez, la novedad tecnológica y la duración también se vinculan en una lógica inversa. Cada vez menos los automóviles o los equipos de música viven hasta su agotamiento, aunque todavía funcionen. Uno de esos objetos antiguos puede aún funcionar. Pero, aunque no esté obsoleto, seguramente estará atrasado. Todavía le sirve al usuario, pero a costa de limitarle el acceso de toda la gama de posibilidades de uso. El mejoramiento tecnológico no alarga su ciclo de vida, más bien lo disminuye.

Las computadoras y los automóviles son, en este sentido, objetos emblemáticos. En dos o tres años, a veces en menos tiempo, están superados. Servirían durante mucho tiempo para satisfacer las necesidades de un usuario ascético,

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