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Neoliberalismo


Enviado por   •  14 de Febrero de 2015  •  1.515 Palabras (7 Páginas)  •  329 Visitas

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Neoliberalismo: Razones y sinrazones.

Ramón García Cotarelo señala que entre los antecedentes remotos del Estado de Bienestar podría considerar a la Ley de Pobres Inglesa de 1601 aunque advierte que es diferente la justificación ideal con que se hacían las cosas. No compartimos ese punto de vista que parecería coincidir, inclusive históricamente, con la tesis de que el sindicalismo nace en los colegios romanos y no en el momento en que las circunstancias tecnológicas, económicas y sociales de la Revolución Industrial provocan la necesidad de una defensa colectiva frente a la nueva explotación. Lo mismo ocurre con el Estado de Bienestar que es el resultado de las necesidades sociales derivadas de ese mismo fenómeno. Proteger a los necesitados y agrupar a los que tienen un oficio común es historia antigua, antiquísima, quizás. Pero asumir la responsabilidad estatal de hacerlo, en cumplimiento de un deber, y agrupar a los trabajadores con una proyección clasista y de lucha de clases es otra cosa.

En ese sentido el Estado de Bienestar es el resultado lógico de las cosas que empiezan con el Manifiesto de los iguales de BABEUF y siguen el largo camino de las luchas sociales del siglo XXI, con las aportaciones esplendidas del socialismo utópico, del materialismo, histórico, de los anarquistas y de los lasallistas para culminar con la doctrina social de la iglesia Católica y en particular Rerum Norarum de 1891, la ya centenaria Encíclica de León XIII.

CONCEPTO ACTUAL.

Una aclaración que podría parecer superflua es que el Estado de Bienestar (en lo sucesivo EB) no tiene necesariamente algo que ver con el estado de bienestar. El primero es una forma de ser del estado. El segundo es su objetivo en referencia a las clases más necesitadas. No siempre coinciden.

A partir de esa aclaración, parece evidente que cualquier análisis del EB tenga que relacionarse con la estructura misma del estado, con sus instrumentos y sus objetivos. Pero también con la ideología (si es que aún se puede hablar de ideologías: yo estimo que si) que lo sustenta.

Una primera consideración es que no podrían entenderse un verdadero EB fuera de la democracia. Ello no quiere decir que no haya habido sistema autoritario con cierto populismo que parecerían expresiones del EB. De hecho pueden citarse sistemas dictatoriales que enaltecen ciertos derechos sociales, al menos en el terreno individual. La España de Franco vio un desarrollo espectacular del derecho individual del trabajo con una represión feroz sobre quienes pretendían hacer valer derechos colectivos. Pero esos mecanismos descansan en una concepción falsa. El populismo concede, no paga. En otras palabras, para que haya EB tiene que haber justicia social. De otra manera tropezaremos con la gracia, aquella que, en frase inolvidable de PONCIANO ARRIAGA, explicaba el sentido también populista de las Leyes de Indias.

Democracia y justicia social son pues las dos condiciones primeras. Siendo el EB una condición del estado. En consecuencia el estado tendrá que asumir la organización necesaria para el desarrollo del EB: división de poderes sin hegemonías y de haber luego, un poder judicial autónomo desde su integración, ajeno a sugerencias o mandatos de otro poder. Es claro que con ello estamos definiendo las condiciones de la democracia.

En ese sistema el estado tendrá que proveer a lo necesario para desarrollar el EB. Aquí habría que recurrir a las condiciones del New Deal rooseveltiano y a las tesis Keynesianas sin olvidar al plan Beveridge. Y con ello marcar los objetivos: política de pleno empleo; salarios suficientes; seguridad social; educación, atención a la salud y cultura. Como alternativa al empleo, seguro de desempleo.

Podemos ya aceptar una descripción del EB con RAMON GARCIA COTARELO: “Estado de bienestar es la intervención en favor de los sectores menos privilegios de la población y con a cargo a los fondos públicos”.

La enorme influencia que nuestro país ha resentido en su sistema jurídico, en su relativamente breve historia independiente, mucho ha tenido que ver con naciones con las que nos encontramos ligados por lazos indisolubles o vecindad, como es el caso de España y los Estados Unidos de Norteamérica. Por ello, nuestros esquemas se seguridad social no podían ser ajenos a tal influencia, como no lo son tampoco del Estado de bienestar.

Una verdad incontrovertible es que los sistemas de seguridad social dependen esencialmente de la situación económica y política de una nación, pues en alguna medida el tipo de gobierno que ejerza el poder en un momento determinado influirá decisivamente en los entes encargados de brindar este servicio público de innegable raigambre social.

Por ello, y por qué pese a la política neoliberal asumida por nuestro país en los últimos años seguimos creyendo que tenemos todavía en México un estado de bienestar, si bien dibujado paridamente,

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