No es una típica historia de una típica adolescente

No es una típica historia de una típica adolescente.

Hace un tiempo. Existía una chica de 13 años de nombre Beatriz.  A ella le gustaba que le dijeran Tris como sobrenombre. Se caracterizaba por ser una niña organizada y creativa con sus tareas. Tris tenía dos hermanos. Una hermana mayor y un hermano menor.

En el colegio le iba bien con sus compañeros. Se divertía mucho con sus amigas y era la popular de la clase. El problema era con su familia. Su padre era un alcohólico y la maltrataba cada vez que llegaba de estudiar, sus hermanos la molestaban, le decían cosas que ella nunca había dicho o hecho, y su mamá les dejaba pasar todas esta burlas. Esto sucedía día tras día. Tris no les contestaba, ni se defendía, ella solo se iba a su habitación a llorar a esperar una respuesta del porque le pasaban estas cosas o  muchas veces solo a esperar que las cosas se calmaran. Poco a poco fue perdiendo el interés en comer con su familia en la mesa y el interés en vivir.

Cada día después de que Tris saliera de estudiar, la ponía a limpiar, a cocinar, a hacer las tareas de su hermano pequeño,  pedirle varios favores como: pásame esto, pásame aquello, anda a hacer esto, sube esto, aquello. Y de nada servía  porque al final del día o cuando Tris no hacía solo uno de todos los favores, le decían que era una haragana que no le gustaba ayudar, que solo en ella pensaba, que era muy egoísta y muchas ofensas más.

No la dejaban ir a la iglesia ya que le decían que por gusto iba, que no aprendía nada. Entonces eso la deprimía, era devastador estar en un lugar que solo críticas, maltratos y que todo lo que se hacía, se hacía mal.

Fue pasando el tiempo y todo el rechazo, el dolor y el sufrimiento que tenía se iba quedando en ella, en su alma se iba penetrando. Lamentablemente todo esto la llevó a crear un carácter fuerte y violento. Esto fue gracias a la misma familia que cosecharon lo que sembraron.

La economía de sus padres poco a poco iba de mal en peor. Su padre ya no daba gasto a la casa, no tenía un trabajo estable porque ni siquiera había terminado el bachillerato. Y su madre se había embarazado, entonces tuvo que dejar su trabajo. Tenían que ver que hacían ya que necesitaban dinero, así que la madre salía a vender cosas y el papá vendió muchas de sus herramientas caras que había comprado antes.

Tris ya no quería estar en su casa porque era triste y frustrante estar en un lugar en donde no la entendían, y tampoco en el colegio porque se aburría, no importaba cuanto ella se divirtiera de los chistes de sus amigos o de las actividades del colegio, ya la vida para ella no tenía sentido. Y a la vez era cansado el fingir estar bien cuando se sentía vacía, sola, prácticamente ella era un alma muerta en vida.

Al pasar dos años, su madre encontró un trabajo en donde le estarían pagando muy bien. Así que ella tomó la responsabilidad de mantenerlos a todos.

Y como el machismo era el que dominaba el hogar, el papá siempre quería que las hijas limpiaran, cocinaran más él no hacía nada. Las discusiones seguían todos los días.

Pues un día Tris explotó y comenzó a defenderse de cada cosa que le decían sus padres y hermanos. Desde ese día siempre tenía en la punta de la lengua todo para callarlos. El padre, según él, para no perder la autoridad comenzaba a levantar la voz y la amenazaba con que le iba a pegar por estar faltando el  respeto, pero no se daba cuenta que ellos le comenzaron a faltar el respeto a ella y ellos mismos la convirtieron en eso.

Para Tris cada día era una guerra de discusiones, gritos y peleas, cada mañana era el principio de  la soledad, cada tarde tocaba un gran grupo de risas y sonrisas falsas mientras estaba en el colegio, cada noche era el momento justo para huir a llorar a su habitación de tantas decepciones que llevaba a temprana edad. Con tan sólo entrar a su casa y verle la cara a su “familia” ya entraba en una gran tristeza, un sentimiento bien feo y un rechazo de parte de la misma casa. Como si tal vez sólo tal vez fuera una niña adoptada o ya ni sabía en qué pensar. Así que cada año que pasaba le tocaba vivir… en el infierno.

Pasaron los años, Tris regresó a la iglesia y comenzó  a sentirse bien y con un poco de paz interior pero… mientras estuviera fuera de su casa porque al regresar era lo mismo.

Se mudó de ciudad y pensó que era el momento indicado para cambiar mucha cosas como; su apariencia, tratar de ser feliz naturalmente, conocer diferentes tipos de personas, conocer otros lugares por su cuenta o con amigos, y tomó la decisión de ayudar a su familia espiritualmente ya que no quería estar triste y vacía, además quería una buena relación con todos ellos.

Pero ellos se negaron a la ayuda, nunca quisieron ir a la iglesia.

Ella para tratar de olvidar los problemas que tenía, ingresaba a los extracurriculares del colegio, como: voluntariados, refuerzos de clases, deporte, etc. Ya que así llegaría más tarde a su casa y no tendría que lidiar con ellos todo el tiempo. Le gustaba mucho ayudar a las demás personas y era muy buena consejera aunque estuviera pasando por cosas difíciles.

Pero para su familia ella era egoísta, mala, injusta. Sólo porque defendía sus derechos en casa. Le decían candil de la calle, y obscuridad de tu casa. En fin nunca era lo suficientemente buena para ellos. Eso no la detuvo y fue a buscar personas que la ayudaran a decirle que si estaba equivocada o si tenía razón en decir lo que decía, y actuar como actuaba.

Un día se lo contó a su abuela y ella buscó personas que eran profesionales en estos casos, así que llegaron a la casa y primero hablaron con la familia y luego con Tris. Pues estos profesionales le dieron totalmente la razón a Tris, le dijeron que ojalá ellos hubieran tenido a una hija como ella. De inmediato Tris cayó en llanto y se dio cuenta que hay personas que nos valorarán más que nuestra propia familia y eso la motivó a seguir adelante. Aunque también le dijeron que ella tiene que respetar a sus padres y no levantarles la voz.

...