Ok Comensando Abuskar
Enviado por saida1993 • 2 de Noviembre de 2013 • 1.223 Palabras (5 Páginas) • 266 Visitas
Esta es una de esas historias.
Mucho antes de ti, mucho antes de mí mismo, mucho antes de que existieran el WiFi, Internet, el DVD y la videograbadora, mucho antes de la televisión, el cine, la radio e incluso, los libros, ya se narraban historias que entretenían, instruían, motivaban e inspiraban. Algunas de esas historias han perdurado a través de los siglos; muchas se proponían entretener y quizás, también, hacer dormir a quien las escuchaba, pero la que nos ocupa –la fábula de un viaje– tiene un propósito diferente. Quiere despertar en los oyentes su camino interior y demostrar que el viaje de la vida es mucho más que, simplemente, sobrevivir. Por tanto, esta es una invitación a aprovechar de un salto las oportunidades de la vida a través de los actos heroicos y el aprendizaje revelador de una rana llamada Ping.
Para comprobar la veracidad de esta historia, entrevisté a docenas de personas, occidentales y asiáticas, Ping lamas tibetanos, practicantes taoístas y maestros zen y birmanos, y llené numerosos cuadernos de notas que luego pasaría en limpio. Algunas entrevistas me llevaron a Japón, otras, a China y también a Estados Unidos. Lamentablemente, muy pocos conocían la historia de Ping y, menos aún, podían relatarla completa. Después de todo, ocurrió hace mucho tiempo. Sin embargo, la historia seguía cautivándome, de modo que pasé muchos meses más investigando hasta que al fin, por fortuna, logré hallar un relato
preciso de los hechos. Por eso puedo garantizar su
autenticidad. Tú decidirás si mis esfuerzos valieron
la pena. Al fin y al cabo, todos sabemos que algunas
historias son sólo para ser contadas. Y otras,
para ser creídas.
¿La de Ping?
Bueno, esta es una historia para siempre...
91
Un salto perfecto
Había una vez en un lugar…
Aquel día, la laguna tenía poca profundidad. De
hecho, se encontraba en ese estado desde hacía algún
tiempo. Pero a la mayoría de sus habitantes no
les importaba, creían que las cosas simplemente
eran así.
Por ejemplo, las tortugas se sentían felices mientras
tuvieran suficiente agua para nadar. Incluso les
gustaba dejar sus caparazones al sol cuando el agua
no alcanzaba para sumergirse. Las garzas también
estaban encantadas. Con poca agua, les resultaba
más fácil encontrar algo sabroso en ella. Tampoco
los peces se quejaban; más cerca de la superficie, les
era más fácil atrapar algún bocado que flotara.
11A decir verdad, entre los habitantes de la laguna la
satisfacción era general. Jamás se escuchaba una queja
ni un murmullo de desagrado. La mayoría se dedicaba
a pasar los días como siempre, de buen humor.
La mayoría, pero no todos.
Ping, una rana que había nacido en esa laguna,
poseía una orgullosa herencia, aunque no tuviera memoria
de ella. Ping no sabía, por ejemplo, que en la
antigua China se creía que las ranas provenían de
la luna y que se incubaban en huevos que caían del
cielo con la lluvia plateada. Sí podía remontarse atrás
en su propio tiempo: Ping recordaba sus más tempranos
días en la laguna, cuando surcaba alegremente
el agua profunda, sólo impulsado por su cola.
Y cuando creció y llegó el momento de saltar, nada
pudo complacerlo más. Ping poseía un increíble
talento para saltar.
De un salto, Ping salvaba perfectamente una distancia
de dos metros y medio; más aún, perdón,
Ping
12dos metros setenta y cinco centímetros, algo que nadie
más lograba. Tan grande era su talento, que todos
los habitantes de la laguna dejaban lo que estuvieran
haciendo para verlo saltar. Se sentían privilegiados
de ser testigos de tanta maestría.
Pero Ping no le daba importancia a esta admiración.
Sólo sabía que saltar aquellas distancias era inmensamente
divertido y comprobaba, con honda
tristeza, que ya no podía hacerlo como antes. No
ahora, que apenas quedaba agua en la laguna.
Mucho más tarde, Ping aprendería que para vivir
una vida intencional hay que poseer dos cosas: un
fuerte deseo de vivir la mejor vida posible, y la voluntad
de vivirla así, todos y cada uno de sus días.
Ping tenía ya ambas cosas.
Lo que no tenía era agua. Y Ping necesitaba agua
para saltar.
En este momento debería agregar que aquella laguna
siempre había sido
...