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Oro Vegetal: Empresas Extranjeras Y Sus Efectos


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  2.040 Palabras (9 Páginas)  •  612 Visitas

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ORO VEGETAL: EMPRESAS EXTRANJERAS Y SUS EFECTO

“¡Yo he sido cauchero, yo soy cauchero!. Viví entre fangosos rebalses, en la soledad de las montañas, con mi cuadrilla de hombres, picando la corteza de unos árboles que tiene sangre blanca, como los dioses”

Durante el siglo XIX, el avance de una economía primaria y exportadora en Colombia trasformo las lógicas tradicionales de sus asentamientos humanos, gracias a las corrientes migratorias que avanzaron hacia regiones de frontera en busca de tierras y recursos nuevos, precisamente en un ambiente de auge comercial de materias primas como el caucho.

La demanda en los mercados internacionales del caucho, estimulo la migración y la ocupación de campesinos pobres y buscadores de fortuna hacia el Amazonas, Putumayo, Guaviare y Guainía. Esa misma circunstancia produjo la presencia de empresas extrajeras en dichas regiones del país.

Gracias al aterrizaje de compañías extranjeras interesadas en la extracción y comercialización del caucho, se genera la expropiación territorial de las comunidades indígenas, en las zonas donde éstas habían logrado mantenerse hasta mediados del siglo XIX, la eliminación de pequeños caucheros independientes, lo mismo que la captación de la fuerza de trabajo nativa, blanca y mestiza mediante el sistema de endeude, la esclavitud y mecanismos de terror, configurándose esto como la continuación del sistema de explotación iniciado desde la colonia.

Es así como el objeto de este ensayo es desarrollar la hipótesis planteada anteriormente, a partir del análisis del libro La Voragine escrito por José Eustasio Rivera y de documentos complementarios que permitan ampliar el reconocimiento de fenómenos relacionados con la problemática cauchera en Colombia, para finalmente derivar en la constatación o refutación de dicha hipótesis.

El caucho empieza cobrar importancia como materia prima para la industria a raíz de los estudios realizados por los franceses en territorio suramericano durante el siglo XVIII, quienes hicieron que este material fuera conocido en el mundo. Según Augusto Gómez para la mitad del siglo XIX varios países realizaban elevadas importaciones de caucho para fabricar productos a base de este (prendas impermeables, zapatos, instrumentos de ingeniería y medicina, y desde 1852 para ruadas de bicicletas y llantas de automóviles). De esta manera las condiciones favorables del caucho en los mercados internacionales produjeron en Colombia la presencia de empresas extranjeras.

La casa Arana, entre otras compañías extrajeras, fue una de las que se anclo en las regiones caucheras del país, pretendiendo el usufructo exclusivo de la extracción y comercialización del caucho bajo cualquier precio.

Gómez (1986), Ilustra al respecto:

La primera razón social bajo la cual estableció la casa Arana negocios con el putumayo, fue “Arana, Vega y Larrañaga”, según escritura pública firmada en Iquitos el 8 de Abril de 1904. En dicha escritura se expresa que a los indios del Putumayo se les obliga a trabajar por la fuerza, por medio de los empleados de la compañía. En consecuencia, lo que los socios pactaron en la escritura fue el establecimiento de la esclavitud en dicho territorio, como efectivamente se practico por más de 25 años. Para 1927 la casa Arana contaba con cerca de 5.000 indios trabajadores, la mayor parte de ellos con familia, es decir, con un total aproximado de 12.000 almas, colocadas en más de cuarenta fundos o grandes labranzas situadas en los márgenes de los ríos Caraparaná, Pupuña, Capuyá y Putumayo (pág.135).

Es así como se emprende una campaña de presión sobre los indígenas, sus recursos y sus territorios por parte de las empresas extranjeras, facilito el despojo de tierras comunales a través de procesos violentos de penetración y colonización de territorios aptos para la extracción de caucho, convirtiendo a los indígenas en arrendatarios o en peones de las haciendas, José Eustacion Rivera en un aparto de su libro ilustra como la superstición indígena explica dicho proceso coercitivo de trasformación: “la arista timidez de los indiecitos crece al influjo de grotescas supersticiones. Para ellos el amo es un ser sobrenatural, amigo del máguare, es decir, del diablo, y por eso los montes le prestan ayuda y los ríos de guardan los secretos de sus violencias. Ahí esta la isla del purgatorio, en donde han visto parecer, por mandato del capataz, a los caucheros desobedientes, a las indias ladronas, a los niños díscolos, amarrados a la intemperie, en total desnudes, para que los zancudos y los murciélagos los ajusticien” (Rivera, 1924, pg.188).

Sin embargo, los indígenas no fueron los únicos que parecieron los abusos y actos de violencia. Los grupos de pequeños caucheros independientes, fueron también victimas de empresarios extranjeros que pretendían las utilidades exclusivas de la extracción y comercialización del caucho; Rivera describe estas injusticias que sufrían los caucheros independientes del país, en una serie de hechos ocurridos en un pueblo que llama San Fernando: “en el pueblecito de San Fernando, que cuenta apenas setenta casas, se dan cita tres grandes ríos que lo enriquecen: a la izquierda el Atabapo de aguas rojizas y arenas blancas; al frente, el Guaviare, flavo; a la derecha, el Orinoco, de onda imperial. ¡Alrededor, la selva, la selva! Todos aquellos ríos presenciaron la muerte de los gomeros que mato Funes el 8 de mayo de 1913” (Rivera, 1924, pg.200).

Esta masacre tiene sus orígenes en una disputa por obtener las utilidades exclusivas de la extracción y comercialización del caucho, entre el Coronel Funes y el Gobernador Roberto Pulido, que también negociaba en caucho: “el gobernador Roberto Pulido, competidos comercial de sus gobernados, no había establecido impuestos estúpidos; sin embargo, fraguábase la conjura para suprimirlo. Su mala estrella le aconsejo dictar un decreto en el cual disponía que los derechos de exportar caucho se pagaran en San Fernando, con oro o con plata, y no con pagares contra el comercio de Ciudad Bolívar” (Rivera, 1924, pg. 201).

La intensión del gobernador Pulido con esta decreto era la de suprimir su competencia en el negocio cauchero. El coronel Funes (uno de sus principales competidores) reacciono frente a la imposición del decreto con la masacre y el asesinato del gobernador: “¡y lo mataron, lo saquearon y lo

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