ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Otro día de ajetreos


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2013  •  Informe  •  402 Palabras (2 Páginas)  •  191 Visitas

Página 1 de 2

Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.

Chapoteaba un pesquero a un kilometro de la costa cuando, de pronto, rasgó

el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil

gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida.

Comenzaba otro día de ajetreos.

Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan

Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó

su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición

requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el

viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció

detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el

aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más...

Encrespáronse sus plumas, se atascó y cayó.

Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen.

Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor.

Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas

en aquella temblorosa y ardua torsión -parando, parando, y atascándose de

nuevo-, no era un pájaro cualquiera.

La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de

vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la

mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta

gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que

nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.

Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace

popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a

Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura,

experimentando.

No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturas

inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en el aire

más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal

chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una estela

plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinámico

gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas

recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres se

desanimaron aún más.

-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan

difícil ser como el resto de la Bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (3 Kb)
Leer 1 página más »
Disponible sólo en Clubensayos.com