PAZ PARA LOS TRANS

PAZ PARA LOS TRANS

     Una de las preguntas que la humanidad suele hacerse al hablar de algo cotidiano es ¿Cuándo inicio todo? La realidad de entender en qué momento algo que salía de lo tradicional se convirtió en el vivir cotidiano, y sobre todo en como la sociedad se adaptó para entender y aspirar a normalizar procesos que salían de lo convencional, teniendo como ideal principal la inclusión, fantástico. Sin embargo, el ideal no siempre es la realidad, y muchas veces la sociedad en su intento por modernizarse termina convirtiéndose en un calvario real para cada una de estas personas.  

     Uno de los intentos de inclusión más importantes en el siglo XXI es la adaptación de comunidades LGBT, mejor aún, la incorporación de estos y sus necesidades en aquellos servicios de primera calidad como el sistema de salud. Transexual, gay, heterosexual, homosexual, poliamoroso, bisexual, pansexual, entre otros. Términos actuales, son los que describen hechos que han estado presentes en la cultura a lo largo de la historia.  

     Actualmente, cerca del 6% de la población europea se ha declarado no heterosexual, un dato que se acoge mucho a la realidad, con respecto a países con clichés y tabúes por debajo de lo tradicional (Lam, 2016). Sin embargo, en países como Colombia, la realidad está muy por debajo de lo esperado. Durante el año 1996 se reveló un estudio demográfico realizado por la comunidad LGBT con datos de alrededor del 17% de la población total del territorio como No Heterosexual. No obstante, diecisiete años después, la encuesta estadística nacional realizada por el ENDS en el 2015 demostró que tal solo el 0.4% de la población femenina se declara lesbiana, y tan solo el 1.2% de la población masculina se declara gay, por otro lado, una población aún más sesgada es la comunidad Trans, ni si quiera el 0.6% de la población se adjudicó esta identidad de género (ENDS, 2015). Tras esto surge una pregunta. ¿La población colombiana no se siente segura demostrando su identidad u orientación sexual a un ente gubernamental?

     Comúnmente, en la sociedad aquellos movimientos que surgen a partir de hechos históricos crueles hacia ciertas poblaciones se convierten en motivo de burla por quienes tienen privilegios sociales, por ejemplo, la heterosexualidad, o el simple hecho de verse de manera tradicional. Es así como la comunidad Trans, entre todas las comunidades aisladas de la sociedad se cataloga como la más vulnerada. Y uno de los ejemplos más grandes es el sistema de salud colombiano para las personas Trans, muchos hombres y mujeres cuentan su historia de manera escalofriante.

Demostrando que “lo que para un colombiano cualquiera en la situación más complicada se convierte en un día de largas filas y unos cuantos disgustos, para una persona Trans son años de insultos, papeles injustificados y rechazo.” (Narváez, 2019).  

     Según Andrea, líder de la red comunitaria Trans, la mayor odisea que puede vivir una persona trans es hacer su cambio de género por el sistema de salud en Colombia, eso sí, si lo logra, ya que tan solo el 1% de la población Trans consigue hacerlo. Problema número uno: ¿cómo se identifica la persona que busca hacer el cambio de género? y no solo se habla de su identidad sexual, se habla de su identidad como persona natural colombiana, ¿cómo se puede cambiar el sexo legalmente en la cédula? o mejor ¿Cuántos años se tardaría en hacerlo? La sociedad definitivamente no se encuentra acostumbrada al ver una chica con cédula masculina, y muchas veces el proceso se convierte en un desperdicio de dinero, porque finalmente no resulta nada, y por supuesto una eternidad de papeleo, convirtiendo así el único documento que requiere el sistema médico para validar tu atención como la carta número uno de despido hacia la nueva vida. Problema número dos: la posición social influye mucho cuando se habla de transexualidad, aquellos padres con estudios básicos o mentalidades cerradas toman a sus hijos en flor de su reconocimiento como un “maricón” más, o la nueva “machorra” de la familia, acto que deja a aquel niño, o joven en completa soledad, enfrentándose a un sistema de salud aún más pobre de pensamiento, y que resulta muy caro para una persona que aún no tiene recursos económicos propios. Problema número tres: los largos lapsos de tiempo que se deben esperar debido a autorizaciones por Ips, Eps, negación de la autorización, prestación del servicio entre otro millar de cosas, que hacen que la finalización de su cambio de género se vea cada vez más lejana de lo que parecía en un principio. Sumado a esto se encuentran los gastos exuberantes tras cada cirugía, y también previa a estas.  

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