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Pablo Escobar


Enviado por   •  20 de Febrero de 2015  •  2.572 Palabras (11 Páginas)  •  214 Visitas

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Jhon Jairo Velásquez Vásquez, 'Popeye', ex jefe de sicarios de Pablo Escobar Gaviria y asesino confeso de “más o menos” 200 enemigos propios y del Cártel de Medellín, recuerda la Tijuana de finales de los ochenta como una ciudad violenta y desafiante.

“Tijuana era peligrosísima y de lo más que se tenía que cuidar uno era de la Policía. Uno sabía que la policía mexicana era la más corrupta del mundo y en la época en que yo iba, si uno llegaba con 10 mil dólares a México la Policía lo desaparecía”, dice 'Popeye' en entrevista con Proceso en la cárcel de alta seguridad de Cómbita, 170 kilómetros al noreste de la capital colombiana.

Viajó varias veces a México a finales de los ochenta como emisario de Escobar, el extinto jefe de la organización de Medellín. Recuerda la Ciudad de México, los largos pasillos del aeropuerto y los vuelos de conexión hacia Tijuana y Ciudad Juárez, donde se entrevistó con Amado Carrillo Fuentes, 'El Señor de los Cielos', jefe del cártel, para “cuadrar” los primeros embarques de cocaína desde Sudamérica.

Eran otros tiempos, afirma. El grueso del negocio de la droga lo manejaban los colombianos. Hoy, más de dos décadas después, ocurre lo contrario. Según 'Popeye', las mafias mexicanas se apoderaron de la industria de la cocaína y superaron a las colombianas.

“Los ricos del narcotráfico, los ricos, ricos, ricos, son los mexicanos”, afirma y sostiene que las organizaciones criminales de México también son más violentas, aunque menos efectivas que el Cártel de Medellín de los ochenta y principios de los noventa.

“Ellos matan muchas personas pero no tienen la efectividad que teníamos nosotros para golpear las estructuras del Estado. Los Zetas han matado a muchos. Siento que están equivocados. Matar tantas personas es una locura, al son de nada. ¡Esos 70 inmigrantes que mataron! (en San Fernando, Tamaulipas, en 2010) ¡Están locos!”, afirma el ex pistolero que se entregó en 1992 a cambio de un trato judicial por el que cumple una condena de 21 años, que terminará el próximo julio.

Señala que en el negocio de la droga actualmente “el narcotraficante colombiano es el que menos gana. El mexicano, sin siquiera sudar, sin mojarse, pasa 20 ó 30 toneladas de cocaína por túneles en la frontera (con EU) y gana dinero como loco”.

Considera, sin embargo, que la alianza entre colombianos y mexicanos es indisoluble, porque los primeros controlan la producción de cocaína en el área andina, y los segundos, las rutas y el ingreso de la droga al principal mercado del mundo, Estados Unidos, donde, de acuerdo con Popeye, están las principales organizaciones criminales. “Usted nunca ha oído que salga un grupo de narcotraficantes norteamericano, que le quiten la propiedad a los norteamericanos, que persigan a los norteamericanos ni que empiecen a echar bala contra los norteamericanos. Ellos protegen su economía. Pero sí van contra los narcotraficantes mexicanos, contra los colombianos”, sostiene.

-¿Por eso dice que los principales cárteles están en Estados Unidos?

-Manejados por multinacionales de la distribución de la cocaína. Lo que pasa es que ellos no son violentos. Usted sabe, la infraestructura norteamericana no va a andar con fusilería AK-47, como andan los mexicanos en las calles, como andábamos los colombianos en otra época. Son mafiosos de corbata y a ellos no los persiguen.

Para Popeye -de 50 años-, la supremacía de las mafias mexicanas sobre las de Colombia se comenzó a fraguar cuando Escobar estableció una sociedad con El Señor de los Cielos en 1988. Entonces el Cártel de Medellín era responsable de 80% de los envíos de cocaína a Estados Unidos. Escobar -a quien Popeye aún llama El Patrón- escalaba una guerra contra el Estado colombiano para abolir la extradición, y la administración antidrogas estadounidense (DEA) le cerraba el paso a los aviones del capo que ingresaban a pistas privadas de Florida. Había que buscar nuevas rutas y nuevos aliados.

Según Popeye, con la sociedad entre Carrillo y Escobar se abrió una ruta de cocaína que iba vía marítima desde el suroccidental puerto colombiano de Buenaventura hasta las costas del Pacífico mexicano, donde los barcos descargaban la droga para entregarla al Cártel de los Carrillo Fuentes.

“Era una ruta que se llamaba La Fanny, por cuestiones de contabilidad (así la nombró el jefe de finanzas del grupo de Medellín, Gustavo Gaviria, primo hermano y socio de Escobar), y era la que mantuvo a flote a Escobar, porque a raíz de la guerra contra el Estado colombiano los americanos empezaron a cogerle los aviones al Patrón en Costa Rica, Nicaragua, Panamá, en todo Centroamérica”, relata Velásquez en el patio de visitas de la cárcel de Cómbita, custodiado por dos guardias que lo trajeron desde su celda esposado y protegido con chaleco antibalas y un escudo blindado.

Dice que la sociedad entre Escobar y Carrillo fue muy rentable para ambos hasta 1991, cuando el primero se entregó y fue recluido en la cárcel La Catedral, que él mismo había mandado construir en las afueras de Medellín.

“Estando nosotros en La Catedral, Amado Carrillo le robó al Patrón como 12 mil kilos de cocaína. Esto lo hizo en alianza con el Cártel de Cali, que estaba en guerra con nosotros. Ahí se terminó la sociedad”, narra.

Afirma que en esa época Escobar “financieramente estaba muy golpeado” y pensó en desatar una guerra contra El Señor de los Cielos, pero no lo hizo porque “era complicado; teníamos guerra con el Estado, con los paramilitares (militares ex aliados de Escobar) y con Cali; abrir una cuarta guerra contra Amado Carrillo... ir a México es complicado. Usted sabe que el mexicano es jodido, y uno decir que ya, vamos a mandar 20 sicarios de Medellín a México... se los tragan vivos en 10 minutos. En esas guerras hay que tener cuidado”.

De acuerdo con Popeye, con la ejecución de Escobar en 1993 comienzan a “industrializarse” los envíos de cocaína a México y las mafias mexicanas cobran una importancia ascendente en ese negocio: desde el Cártel de Carrillo Fuentes hasta el de Sinaloa y el de los hermanos Beltrán Leyva.

Las delaciones

Aun en la cárcel el ex lugarteniente de Escobar se mantiene al tanto de lo que ocurre en Colombia y el mundo a través de la radio, la televisión y los principales diarios del país, que recibe cada semana. También está al día en noticias de los sótanos del crimen gracias al contacto con otros reclusos, pese al estricto régimen carcelario.

Sabe de las decenas de miles de muertos que

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