Palabras alusivas para el Día del Idioma Español

Palabras alusivas para el Día del Idioma Español

Uno de los rasgos de identidad más profundos que como comunidad manifestamos es el uso de nuestro idioma. La lengua española con toda su variedad de expresión  nos hermana idiomáticamente con unos 430 millones de hablantes en todo el mundo y  se constituye, de esta manera, como una de las más expandidas en el planeta.

El Instituto Cervantes, con la intención de celebrar la lengua española como lengua internacional, instituyó en el año 1926 el Día del Idioma Español. Y debido a que es la literatura la expresión más pura y valorada de una lengua, se adoptó la fecha 23 de abril para esta conmemoración, en honor a la muerte de don Miguel Cervantes Saavedra en 1616. Cervantes escribió El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, considerada la novela cumbre en nuestro idioma por su perfección estructural, la trascendencia universal de sus temas, la delicadeza en el uso de las expresiones y el relato mismo. Esa calidad estética lo consagró al autor español como un referente de la literatura universal y  convirtieron a la obra en uno de los libros más traducidos de todo el mundo.

La institución de este día tiene  el propósito de que como hispanohablantes reflexionemos y valoremos profundamente la fuerza identitaria de cada una de nuestras palabras, comprendiendo este tesoro lingüístico como nuestro medio para configurar el mundo en el que vivimos, para entrar en comunicación con el resto de nuestra comunidad y con Dios.

Debemos cuidar  nuestra normativa, curar nuestra lengua, devolverles el espíritu a las palabras, pronunciarlas con el respeto de la sinceridad, emplearlas para ser buenos consejeros, para hacer amigos, para amar. El Idioma está latente y en vías de querer restituirse, porque la Lengua es  dinámica y los avatares de la vida diaria nos conducen a emplear términos que no están registrados oficialmente y que, cuando alcanzan una difusión trascendental, pasan a pertenecer recién a nuestro sistema. Esto hace que nuestra lengua sea amplia, llena de la alegría de la juventud constante, llena de música, llena de Borges y Cortázar y García Márquez, con las penas de Joaquín Sabina,  con las amarguras de Machado. Es la lengua con la que una madre canta para el sueño de su niño en Perú y  con la que reza el Pueblo Blanco en España, pidiendo un poco de lluvia; es con la que pedimos por nuestros derechos, con la que conquistamos nuestros amores, con la que buscamos perdón, con la que decimos “gracias”.

Juana de Ibarbourou, una poeta uruguaya, al elogiar la palabra escribe: " en ti he arrullado a mi hijo/ e hice mis cartas de novia/ en ti canta el pueblo mío/ el amor, la fe, el hastío/ el desengaño que agobia." El lenguaje también es emoción y expresión del alma. Nos manifiesta nuestras vivencias espirituales, nuestros conocimientos que se traducen a veces a través de imágenes pero que indudablemente son la expresión de un ser  dual, cuerpo y espíritu.

A Don Miguel de Cervantes, las gracias infinitas por habernos dejado un Quijote de valores y sin manchas, al que cada día lo recordamos con su armadura y Rocinante; peleando con los molinos de viento, con su escudo y su lanza; con Sancho,  su escudero.

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