Participamos de honores que nos corresponden y de vergüenzas que no nos afectan
Enviado por yari0000 • 18 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 5.341 Palabras (22 Páginas) • 159 Visitas
Quién es abogado
Participamos de honores que nos corresponden y de vergüenzas que no nos afectan, es así que se le considera que la abogacía es una concreción profesional. Y dice que nuestro titulo universitario no es de abogado, sino de licenciado en derecho para poder ejercer la profesión de abogado. Debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales. Y quien no haga esto será todo lo licenciado que quiera pero abogado no. En nuestras facultades se enseña la historia solo hasta los reyes católicos o solo de Felipe v, se aprueba el derecho civil sin dar testamentos o contratos.
A cambio de sistema docente tan peregrino, los señores profesores siembran en la juventud otros conceptos inesperados; que hora y media de trabajo pueden decorosamente reducida a tres cuartos de hora; que sin desoro de nadie, pueden las vacaciones de navidad comenzar en noviembre; que el elementos fundamental, para lucir en la cátedra y en el examen es la memoria. No se hacen con el titulo de licpasiones,ñas sino con las disposiciones psicológicas, adquiridas a costa de trozos sangrantes de la vida.
La fuerza interior
La fuerza que en si mismo no halle no la encontrará en parte alguna. Somos los único en que no ejercemos a solas como el médico, el ingeniero o el comerciante, sino que vivimos en sistemática contradicción.
Nuestro labor no es un estudio sino un asalto, y a semejanza de los esgrimidores nuestro hierro actúa siempre sometido a la influencia del hierro contrario, en lo cual el riesgo de perder la virtualidad del propio. fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en ninguna otra parte. Da una recomendación para las agresiones y criticas de la gente: fiar en sí. Vivir la propia vida. Seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo demás. En nuestro Ser, hallase la fuerza de las convenciones, la definición de la justicia, el aliento para sostenerla, el noble estimulo para anteponerla al interés propio.
Además menciona que el abogado tiene que comprobar a cada minuto si se encuentra asistido de aquella fuerza interior que ha de hacerle superior al medio ambiente; y en cuanto le asalten dudas en éste punto debe cambiar de oficio.
La sensación de la justicia
La fuerza arrolladora de los hechod y los hombres cristianos, humanizó el concepto de las familia romana, variándola en absoluto. El derecho administrativo sufre btumultos y vaivenes porque le impulsan las conquistad científicas, y así le vemos cambiar según se aprovecha de mjeorara los saltos de agua. El movimiento legislativo en todos los pueblos es obra de una penelope bde mil manos.
Hay en el ejercicio de la profesión un instante decisivo para la conciencia del abogado y aun para la tranquilidadpública: de la consulta. Personas de gran respetabilidad sostienen que la inteligencia es facultad suprema a la que debe subordinsrsenel sentimiento, por ser aquella una norma en la vida individual y un nexo de sociablidad/, que sobre la acepción difusa, indefinible, ha de estar la lucidez y la presicion de las ideas eefinidas, y objetivas; es asi que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre todo justo.
La moral del abogado
Suele sostenerse que la condición predominante de la abogacía es el ingenio. Si la abogacía fuera agilidad mental, hacer ver lo blanco negro. El problema es sencillo de resolver, como nos responsabilidad es nuestra, a nuestro criterio hemos de aternernos y solo por el nos hemos de guiar; quien busca en los libros el aquietamiento de la conciencia, suelenir hipócritamente a cohonestar la indelicadeza para beneficio del interés. Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima - aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a iluminar.
También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza. Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada con la nota de cobardía. He hablado de critica, y al hacerlo he invocado unos de los manjares más amargosboara el abogado.No digo que el juicio público no sea digno de atención.
Lo que quiero decir es que después de adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por miedo a la critica, que es un monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de sindéresis.
El secreto profesional
No hay mas que una manera de guardarlo: no diciendoselo a nadie. En el mundo el hombre más reservado y más discreto no confía los secretos a nadie,absolutamente a nadie. Sabemos que abogado esta obligado a guardar secreto y sabemos muy bien que el no guardarlo es un delito. La distinción es exacta y graciosa pero no resuelve nada en definitiva porque después de aceptar que en efecto el abogado ofrece su servicio pero no responden de su resultado, seguimos sin saber cual es el verdadero vinculo jurídico que lo une a su cliente.
El letrado que ha de obtener la misma remuneración legitima, cualquiera que sea el resultado del negocio, aconseja con templanza, procede con mesura, hace lo que la moral y la ley consienten.
El que sabe que ganará más o menos según la solución que obtenga, tiene ya nublada la vista por la codicia, pierde su serena austeridad, participa de la ofuscación de su defendido, lejos de ser un canal es un torrente.
La chicana
Triquiñuela= enredo= arteria= mentira= embuste.
El empleo de los recursos y formas legales, como medio de obstrucción dilación del procedimiento, es uno de los más condenables se excesos del ejercicio profesional, porque afecta a un tiempo la conducta del letrado que se emplea y el concepto público de la abogacía. el abogado no soy yo, sino mi cliente", sino en el de la duplicidad de personalidades, "hasta tal punto soy mi cliente, practicando un doble renunciamiento, y desde tal punto soy yo mismo. Usando facultades irrenunciables".
Se encuentra plausible y santo renunciar a los intereses, al bienestar, al goce, para entregarse al bien del otro; matar el sensualismo en servicio del deber o el ideal. Eso es sustancial en la abogacía. Defender sin cobrar, defender a quien nos ofendió, defender a costa de perder amigos y protectores, defender afrontando la injuria y la impopularidad. En esta disposición del ánimo está la esencia misma de la abogacía, que sin tales prendas perdería su razón de existir.Nuestro deber es combatir la iniquidad. Todo en la vida depende del hombre, de su pensamiento, de su conciencia. El abogado que acude a u a chicana sabe que usándola se juega su prestigio y puede incurrir al desprecio de la opinión.
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