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País De Jauja… Paraíso De La Tunantada


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2011  •  2.968 Palabras (12 Páginas)  •  1.424 Visitas

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Nora Beatriz Balvín Lazo

Historiadora de Arte. UNMSM

“ No!... Jamás bailaría de wankita por respeto a mi abuelo.

Eso lo llevo adentro, porque yo lo ví,

porque yo viví la verdadera Tunantada de aquellos tiempos!

Ahora ya no es, ya no!

Fiestas del 20 de Enero en Yauyos-Jauja. Cinco días de derroche a todo nivel que sobrepasa lo humanamente imaginado, porque es considerado el Año Nuevo de l@s jaujin@s, pero también en toda la región central peruana. Fecha muy esperada por grandes y chicos, y para la que se han preparado todo el año anterior. Y sobre todo, para gastar todo lo trabajado y ahorrado durante todo ese año. Porque en esas fechas los sentimientos y la albagarabía xauxas se lo merecen todo.

Fiesta de la elegancia multicolor. Fiesta de la tolerancia de las diversidades en armonía, porque fueron una sociedad colonial particularizante, porque ese es el orgullo más laxo e inflamado que ni los mismos imaginarios medievalistas creadores del fabuloso y legendario País de Jauja podrían superar. El Perogrullo más recalcitrante que es restregado a diestra y siniestra a cualquiera que tuviera el atrevimiento de afrentarl@s. “Esos jaujinos de mierda, nadie como ellos para bailar, nadie como ellos para hablar, quien les gana en eso”; “…porque en Jauja hasta los burros saben leer…”; “…y mientras Jauja danza, Huancayo avanza…”; “… en Jauja no se camina, se danza…” etc. y etc. Expresiones enconadas de sus vecinos de al lado, que se extiende desde épocas milenarias. Una realidad que se hace mucho más palpable, por ejemplo, si se viaja en un bus interprovincial hacia la sierra central. Y si que lo es.

Tengo la impresión que todavía falta mucho por dilucidar acerca de esta fecha festiva: 20 de Enero. Sabemos que el Tradicional Jalapato de herencia española era una de las celebraciones que en Jauja reflejaba mucha suntuosidad y la que se remontaría a la Fiesta europea de los Carrizos, que se festejaba en honor al nacimiento de un miembro de la realeza o por el matrimonio de algún príncipe español. Por ejemplo el nacimiento de Francisca Pizarro se celebró con este evento. Y el “Baile de los Tunantes” al parecer fue considerado como algo secundario en aquella celebración. Hoy es todo lo contrario.

En un artículo publicado en la Revista El Tunantero III, Nery Orihuela Miguel escribe: “… en el año de 1853, del pasado siglo XIX, existían ya dos cuadrillas de tunantes, que se organizaban para bailar recorriendo las principales calles de la ciudad, acompañados de una orquesta especial, compuesta por un arpa, vihuela, violín y bandurria, algunas veces por una chirimía, que interpretaban yaravíes, mulizas y huaynitos, obedeciendo a la influencia telúrica del medio andino. Posteriormente entre los años de 1870 y 1875, un grupo de amigos y simpatizantes deciden unir la amistad, el cariño y el sentimiento por la música vernacular, para formar lo que hoy en día es la Asociación de Tunantes "Centro Jauja". Serían 18 años después, cuando reaparece la figura de don Pablo Suárez Núñez, quien bailaba como Príncipe en el barrio de Huacllas, junto a sus amigos y cobarrianos de su época, como don Manuel Quintana, los hermanos Minaya, Kiche Guerrero, Rachi Bravo, Pedro Ramírez, Albino Calderón, entre otros, fundan definitivamente la Asociación. En el año de 1937, don Pablo Suárez, emprende el viaje sin retorno y serían sus dos hijos quienes acepten responsabilidades en la dirección de la institución, primeramente Guillermo y luego, Erasmo”. p. 125-126

Asimismo, en una pequeña nota periodística de la revista limeña Variedades del año 1922 se hace referencia al mencionado baile:

“EL BAILE DE LOS TUNANTES

En la ciudad de Jauja, se realiza por esta época una fiesta muy sugestiva y que se conoce con el nombre de "Baile de los Tunantes". En ella toman parte muchas personas del pueblo, los que en gran cantidad salen disfrazadas bailando por las calles de la población distribuídas en cuadrillas.

Los trajes que usan los "tunantes" son lujosísimos; resulta algo fantástico por la combinación de los colores y por los adornos de oro y plata.

Esta fiesta es amenizada por una banda popular o por arpas, quenas y violines." p. 297

En casa siempre se comentó que La Tunantada de inicios del siglo XX, se ejecutaba con sólo algunos danzantes dentro de una cuadrilla acompañada por sólo una orquesta que obviamente nunca tuvo tantos músicos e instrumentos como los tienen hoy en día.

En algunas notas y artículos publicados por la internet, se afirma la ascendencia colonial de esta danza, e incluso son notarias las disputas por el origen barrial de la Tunantada en la ciudad de Jauja, Yauyos y también en los distritos aledaños. Sin embargo, siempre que me preguntaba acerca del por qué de la elección del tal fecha "20 de Enero", hoy aceptada ya unánimemente por la población, las respuestas en su mayoría eran que dichas celebraciones se hacían en honor a los santos patrones San Fabián y San Sebastián, ambos de los yauyos. Otras afirmaban que comenzando el nuevo año en la Jauja colonial, se producía un famoso intercambio comercial, en donde concurrían gentes de las diferentes clases sociales, comerciantes y arrieros de distintas partes del Perú incluso extranjeros, lo cual ocasionaba improvisadas fiestas por esas fechas y que llegaron a durar varios días. Ambas versiones son las más difundidas hasta el momento. Pero del Jalapato casi nadie es consciente de la trascendencia que tuvo antaño. Entonces, ¿fue acaso La Tunantada un remanente de dicho evento comercial y a la vez festivo?

Por indagaciones históricas que he podido realizar en los últimos tiempos, me parece que la última versión recogida estaría más cercana a la realidad. Ya que a partir de la revisión de documentación colonial de diversa índole en relación al antiguo valle de Jauja, indirectamente se puede vislumbrar que dicho "gran mercado panandino y celebratorio" se producía en ciertos momentos del año. Eventos que hicieron converger a distintos sectores sociales locales y foráneos. Y es posible que en el mes de enero se haya producido la de mayor fastuosidad y derroche.

Las primeras versiones que tuve de la Tunantada fueron los comentarios de mis tí@s paternos, quienes cada vez que escuchan en casa melodías tunanteras de orquestas -últimamente con más sofisticaciones musicales y tecnológicas- que arremeten en el sentimiento xauxa de la familia, les hacen instantáneamente recordar y aclamar a mi bisabuelo Antonio Ramírez. Innumerables y emocionados comentarios como: ¡Nunca habrá nadie como él!, ¡Nadie bailaba de wankita como

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