¿Podría el desarrollo de la inteligencia artificial representar un verdadero peligro para la sociedad?

¿Podría el desarrollo de la inteligencia artificial representar un verdadero peligro para la sociedad?

Por: Emilio Dueñas Valdovinos

Comúnmente, en los medios y en la cultura popular de la sociedad actual y desde hace ya un tiempo, en 1959, cuando los primeros conceptos del aprendizaje automático1 fueron introducidos al vocabulario de la ciencia moderna, se ha acostumbrado a visualizar a futuro a la inteligencia artificial, como una entidad capaz de superar las capacidades físicas y cognoscitivas de su especie creadora: El ser humano.

Usualmente, la I. A. (por sus siglas en español) ha sido personificada (en medios como el cine y la televisión) con características antropomorfas; sugiriendo de esta forma, una asimilación y una asociación de comparaciones entre estas máquinas y humanos más fácil para el hombre común.

Muchas de estas veces, en contextos de un escenario postapocalíptico o conflictivo en el que se confrontan ambas inteligencias (hombre y máquina) en una lucha por dominancia o subordinación de una especie bajo la otra. Pero ¿Y qué pasaría si no se pensara esto como una exageración de lo que hasta ahora es ficción? ¿Debería la raza humana y los desarrolladores de estas nuevas tecnologías, de ser más conscientes sobre un posible caos profetizado por la ciencia ficción de los cines? ¿En verdad sería posible? Y ¿Cómo se podría evitar esta posibilidad sin tener que sacrificar el futuro de las innovaciones tecnológicas?

SI bien, las innovaciones tecnológicas han sido desarrolladas por y para el ser humano con el fin de facilitar y mejorar su calidad de vida, hay algo que es cierto y es que “el precio de todas las ventajas de ahorro de tiempo y las distracciones que las computadoras nos proporcionan, es la dependencia. Nos volvemos más dependientes cada día” (Carlos Véliz, 2020, p.14). A este ritmo acelerado en que las nuevas creaciones incentivan e impulsan otras más nuevas, nos encontramos en una era de crecimiento tecnológico exponencial en el que, probablemente más pronto de lo que se cree, las máquinas podrían facilitar al ser humano la realización de cualquier trabajo que lo excluya de cualquier esfuerzo físico, e incluso cognitivo, haciéndolo completamente innecesario en la integración del proceso. Para esto, se ha requerido y se seguirá requiriendo de la evolución y mejoramiento de estas tecnologías artificiales para que, mediante su propio lenguaje y aprendizaje, vayan adquiriendo cada vez más conocimientos para desempeñar roles cada vez más importantes. Respecto a esto, la siguiente definición sobre aprendizaje automático fue propuesta en 1997 por el científico Tom Mitchell: “El aprendizaje automático comprende el estudio y diseño de programas que mejoran el desempeño P al realizar una tarea T, a partir de la experiencia E” (Véliz, 2020, p. 18)

Este paradigma lleva a concluir que, en algún momento, las máquinas aprenderán a hacer sus tareas mejor y con más eficiencia que antes, simplificando incluso más su trabajo para ellas mismas. Esto sugiere un riesgo inminente para la sociedad, de manera que vuelven el siguiente escenario propuesto por el conferencista de TED Talks: Nick Bostrom (2015), no tan disparatado de las posibilidades de la realidad:

La I. A. podría tener el objetivo

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