Política Exterior durante el sexenio de Vicente Fox

La Política Exterior de México Durante el Sexenio de Vicente Fox

Alberto Terrazas Villaseñor

Pontificia Universidad Javeriana

Política Exterior de América Latina y el Caribe.

Bogotá, agosto 26, 2015

La línea de investigación de Rafael Velásquez Flores siempre ha sido la política exterior de México y la relación económica con Estados Unidos; en su documento de trabajo “Una primera evaluación de la política exterior de la administración de Vicente Fox: alcances y límites”, comienza diciendo que al principio del sexenio de Vicente Fox, la política exterior de México contaba con una alta capacidad negociación y que esto se debía principalmente por el llamado “Bono democrático”. Pero que al final de su sexenio la capacidad  de negociación con la que contaba el país, disminuyo bastante por el cambio en el sistema internacional que se dio por el 11 de septiembre y por las divisiones políticas internas.

El “bono democrático” que adquirió México al inicio del sexenio se debió a lo que los mexicanos llamaron “la vuelta a la democracia”, en el que el Partido Acción Nacional (PAN) le quito la presidencia de la república al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había gobernado el país por 70 años. Además que al llegar a la presidencia, el Estado admite que en el país se tiene un gran déficit en materia de los Derechos Humanos, culpando a sus antecesores pero al mismo tiempo buscando una reivindicación y el escrutinio internacional.

Velásquez menciona que durante la campaña de Fox, se dijo que el eje central de la política exterior se basaría en  la diversificación de las relaciones internacionales de México y establecía que la prioridad regional sería América Latina; y textualmente decía:

“Una de las tareas prioritarias será la ampliación y diversificación de nuestras relaciones con el mundo entero. Esto incluye las relaciones con Europa, Asia y África. Debemos aprovechar nuestra posición geográfica y política en el mundo. En este sentido, es claro que somos el puente natural entre Norteamérica y Latinoamérica, entre la Unión Europea y la Cuenca del Pacífico; daremos prioridad a la relación con América Latina promoviendo la Comunidad Latinoamericana de Naciones y la conclusión de una zona de libre comercio en todo el continente” (Velásquez, pp. 2).

Cuando Fox gana la presidencia de la república en el 2000, se pone en marcha el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, y en lo que respecta a la política exterior se buscaban cinco objetivos estratégicos:

“1. Promover y fortalecer la democracia y los derechos humanos como bases fundamentales del nuevo sistema internacional 2. Fortalecer nuestra capacidad para proteger y defender los derechos de todos los mexicanos en el extranjero 3. Intensificar la participación e influencia de México en los foros multilaterales, desempeñando un papel activo en el diseño de la nueva arquitectura internacional 4. Utilizar los esquemas de concertación regional para equilibrar la agenda de política exterior mexicana, creando nuevos ejes de acción política 5. Apuntalar y encabezar los esfuerzos de promoción económica, comercial, cultural y de la imagen de México en aras de un desarrollo nacional sustentable y de largo aliento” (Velásquez, pp.3).

A pesar de que se planteó esos cinco objetivos, la política exterior sólo se basó en tres: en proyectar una nueva imagen de México frente a la comunidad internacional, priorizar la relación estratégica con Estados Unidos y fortalecer la presencia de nuestro país en los principales foros multilaterales.

Velásquez divide el sexenio de Fox en tres etapas; la primera etapa es a partir de la llegada a la presidencia de Fox hasta el 11 de septiembre. En esta etapa lo que sobresale es el gran éxito que tuvo la diplomacia mexicana al ingresar al consejo de seguridad de la ONU como miembro no permanente; lo que sugiere el autor es que, el ingresar al consejo de seguridad se “debió en gran parte a la bonaza por la que estaba pasando el país gracias al “bono democrático”.

Es también en esta etapa que las relaciones con Estados Unidos “mejoraron”, ya que, ambos mandatarios provenían de una ideología parecida y se creía que la relación entre ambos países seria de una “luna de miel” y se pensaba que se podría realizar una agenda bilateral en la que se buscaría potencializar los canales de cooperación y reducir los conflictos que habían tenido anteriormente ambas naciones.

La relación más tensa que vivió las relaciones exteriores del país en esta etapa se dio con Cuba, ya que, el país caribeño buscaba que México siguiera con la tradición de abstenerse de votar en su contra en la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU; a pesar de que México se abstuvo de votar en contra de Cuba, el presidente Fidel Castro acusó al Secretario de Relaciones Exteriores de armar una alianza con países latinoamericanos para desprestigiar a la isla. Es a partir de ese hecho que comienzan las tensiones diplomáticas que marcaría el sexenio de Fox respecto al régimen cubano.

La segunda etapa de la política exterior durante el sexenio de Fox, se desarrolla del 11 de septiembre del 2001 a enero del 2003. Lo que marcó esta etapa fue el comienzo de la paulatina pérdida de la capacidad de negociación internacional del país, además de  la nueva relación con Estados Unidos por el ataque terrorista al World Trade Center de Nueva York. Por el 9/11, el presidente Fox tuvo que ajustar las prioridades de la política exterior con la seguridad nacional.

La relación de México con los Estado Unidos, a partir de los atentados, cambió radicalmente, dejando a un lado una posible reforma migratoria y la renegociación del TLCAN y ahora los temas de la agenda bilateral se basaban en temas de seguridad nacional en la que el Gobierno estadounidense le pidió al Estado mexicano el reforzamiento de las fronteras y el gobierno mexicano acepto en todo lo que el vecino país pidió.

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