Política 2.0, Posverdad y Redes Sociales en Colombia

Política 2.0, Posverdad y Redes Sociales en Colombia

Andrea Carolina Valera Solano - 200069447

Desde el momento en que los primeros medios de comunicación como el periódico, la radio y la televisión, llegaron a colonizar cada país, han cumplido un papel fundamental en el actuar de la diplomacia. Los políticos que aspiran a los puestos de poder hacen uso de estos medios masivos para trasmitir sus mensajes e ideas y, lograr así, ganarse la aceptación de los ciudadanos. Pero, durante esta última década las nuevas tecnologías han influenciado en nuestras vidas de varias formas y la política no ha sido ajena a este fenómeno.  “Si la televisión fue el gran instrumento de las campañas, la última década recibió el impacto de internet y la revolución de las tecnologías” (González, 2017). Por otro lado las redes sociales incrementaron el flujo de información debido al acceso casi universal del internet, lo cual representa una problemática con respecto a cuál es información veraz y lo que se conoce como ‘fake news’.

Desde el año 2012 hasta el año 2016 el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos logró un acuerdo con la antigua guerrilla de las FARC para lograr la paz entre estos dos bandos. El jefe de Estado, para conocer la opinión de la población, dispuso de un plebiscito para el día 2 de octubre de 2016. Unas horas después el “No” resultó sorpresivamente victorioso por un margen de 53.908 votos frente al “Sí”, llevando a muchos a preguntarse, ¿cómo es posible que un país que ha vivido más de cincuenta años sumido en la guerra, no quiera la paz? Pues bien, estos resultados tienen varios trasfondos y uno de los más importantes es el papel que jugaron las redes sociales en esta contienda.

Para poder hacer un análisis a profundidad de la influencia de las redes sociales en el plebiscito es menester entender conceptos como segmentación, cookies y uso de datos personales en la web. Los algoritmos informáticos construyen una identidad de cada persona en internet basándose en nuestras preferencias a través de los “me gusta”, lo que compartimos, lo que comentamos o lo que buscamos en Google. Para construir este perfil en la web el algoritmo hace uso de las cookies, un programa que haciendo uso de nuestras interacciones en internet crea un perfil acorde a nuestras preferencias para recomendarnos productos, personas, páginas que seguir y claramente, en el ámbito político, nos perfila a los candidatos que poseen una afinidad con nuestros perfiles. Ejemplo del seguimiento de nuestras preferencias es el reciente escándalo de la firma Cambridge Analytica donde según la BBC (2018) “Cambridge Analytica logró saber cuál debía ser el contenido, tema y tono de un mensaje para cambiar la forma de pensar de los votantes de forma casi individualizada”. También desarrolló blogs y cuentas en donde se replicaban fake news e información falsa y todo esto sin el consentimiento de los usuarios de la red social Facebook, la red social más usada del mundo.

Acorde a lo expuesto por el docente Fabián Silva Molina (2008) existe un sistema más sofisticado que las cookies y se llama Spyware este programa “son instalados en nuestras computadoras para monitorear nuestros hábitos de consumo, de navegación, etc.”.  Esto individualiza a la personas y las segmenta por mercados, al punto de que la información que llega a nuestros celulares es a causa de esa microsegmentación.

Ahora entendiendo mejor el contexto y el mundo de la web podemos dar una respuesta acerca de la gran influencia de las redes sociales, la información y las fake news en los resultados del plebiscito por la paz. Durante la campaña, Facebook y Twitter fueron los pilares de difusión de los promotores del ‘No’ para exponer sus razones en contra de los acuerdos de paz. Las páginas del ‘No’ tuvieron mayor interacción entre ‘likes’ y ‘shares’ que las páginas del ‘Sí’, acorde al texto de Ríos, Pérez & Morillo (2018) en donde se demuestra que:

El mayor promedio de likes correspondió a la página del CD que promovía votar por el No (3233,2 ± 3427,8 likes), los cuales oscilaron entre 310 y 1200000 likes; en tanto que en la página del Sí del OACP se registró el menor número de likes dado que estos fluctuaron entre 30 y 700 con un promedio de 219,8 ± 171,68 likes. En las páginas de los periódicos, el promedio de likes fue de 1560,23 ± 1567,1. De manera similar a lo registrado con los likes, fue en las páginas del No donde se observó el mayor promedio de interacción social (1283,6 ± 1710,8 shares). En la página del Sí, el número de shares mínimo y máximo fue de 4 y 345 respectivamente; valores que discrepan ampliamente con respecto a los de la página del No y de los periódicos. (p.106)

A causa del gran flujo de información no se permitió que se filtrara cual de esta era verdadera o falsa, según los mismos promotores del ‘No’ afirmaron que hicieron uso de noticias falsas apelando a emociones y a conceptos inexistentes como el ‘castrochavismo’ o que en el acuerdo de paz se buscaba implementar algo relacionado con la ‘identidad de género’. Y como afirma Hugo Pardo Kuklins (2016): “La comunicación política sabe desde siempre que entre racionalidad y emoción, predomina la segunda y hacia allí se ha dirigido. Luego, la manipulación, las medias verdades o directamente las mentiras estratégicas hacen su juego para construir una base electoral o, peor aún, consolidar una idea política”.

Con respecto a lo expuesto anteriormente, se podría aludir a un nuevo término, expuesto por Eli Pariser (2017), los ‘filtro burbuja’:

La nueva generación de filtros de Internet observa las cosas que parecen gustarte –las cosas  mismas, o las que les gustan a las personas como tú- e intenta extrapolar. Son máquinas de predicción cuyo objetivo es crear y perfeccionar constantemente una teoría acerca de quién eres, lo que harás y lo que desearás a continuación. Juntas elaboran un universo de información único para cada uno de nosotros (…) que, en esencia altera nuestra manera de encontrar ideas e información.

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