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Por qué los jovenes se desinteresan en la politica


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  1.471 Palabras (6 Páginas)  •  204 Visitas

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Rebelde Juventud: El desinterés en la política

“Un político mira a las próximas elecciones. Un líder mira a las próximas generaciones”

(Alcide de Gasperi)

                                                       

¿Alguna vez se han puesto a pensar el por qué la juventud se ha desinteresado de forma gradual en la política? ¿A los partidos políticos o a los candidatos de toda clase les interesará, o, le tomarán el peso a esta situación?, quizás no, puesto que están más concentrados en sus campañas o en envolvernos en sus engañosas propuestas, lo que deriva estrechamente a porque la población joven no nos interesamos en la política; la cantidad de mentiras, propuestas erróneas, posturas déspotas, actitudes hipócritas nos tienen sofocados.

En la educación impartida en pleno apogeo de la juventud, se nos enseña de forma pura lo que es la democracia: es un sistema donde la soberanía le pertenece al pueblo, que se ejerce el poder directamente sobre este y que busca el bien común. Sin embargo, se ha perdido el norte actualmente para los políticos, ya que buscan el beneficio propio o para sus pares, dejando de lado la opinión pública nacional, o para ser más específica, la opinión de quienes son el futuro de nuestra República: los jóvenes. Gracias a esto el desinterés, creado por causa de la poca apreciación, pocos beneficios y la poca representación que tenemos, se ve reflejado a la hora de ejercer nuestro derecho y deber cívico (votar) y diversas encuestas o estudios lo demuestran.

Dos investigadores de INPJ, revelan la escasa valoración que hay de los jóvenes hacia la política y país actual. “En el proceso electoral de este año, somos más de 25 millones de jóvenes votantes y eso significa que los jóvenes podemos determinar el curso de las elecciones. Pero la realidad es que el panorama político para los jóvenes suele ser adverso. Basta mirar los resultados de los instrumentos sobre participación política, como la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012, que arroja que casi 90% de los jóvenes encuestados reportaron estar poco o nada interesados por la política. Los motivos son muchos y muy distintos pero el resultado es el mismo de manera recurrente: los jóvenes no salen a votar, no militan en partidos, no leen los periódicos; no opinan sobre cuestiones políticas” (Greta Ríos y Stefan Scharnagl, 2015, ¿Qué pasa con los jóvenes y la política en nuestro país?, 28 mayo.)

La encuesta realizada en 2015, refleja que la juventud podría “dar vuelta” o cambiar rotundamente el resultado de las elecciones, pero al momento de ver la propaganda política y darse cuenta que no hay nadie que luche por tus objetivos, que no hay nadie que te haga sentir representado ni que tenga los mismos ideales y horizontes que tú, pierdes el interés, pierdes las esperanzas en que al poder estará alguien con la capacidad de ser como uno, de ser empático, de escuchar la voz. Entonces no opinas, te quedas en silencio, no quieres ver la papeleta con nombres de hombres corruptos o ineptos, y simplemente como acto de pseudo rebeldía, de demostrar que nadie te representa, y que la política actual y nacional no es lo que esperas, no salen a ejercer su derecho, a expresar a través de un voto lo que la voz individual no puede decir, pero que al conjunto con otros jóvenes que están pensando lo mismo que tú, podrían cambiar simplemente cruzan los brazos y con cabeza agacha y sin interés alguno, salen los resultados de las votaciones electorales.

Otro punto importante, fuera de la escases de representación, por el cual los jóvenes nos desinteresamos en la política es ver la falta de transparencia que esta ha ido tomando con el paso del tiempo, ver la cara de muchos/as señores/as, para no dar nombres, que se paran delante de la multitud con una mano dando discursos sobre valores que supuestamente poseen, que sus periodos al poder tendrán tales y tales características valóricas y otras tantas características que beneficiaran a la población, mientras que con la otra mano extienden cheques que rebotan, dan firmas para cubrir engañosas y turbias transacciones que hacen, ocultan información, mienten en la cara del pueblo para “salvarse el pellejo” y poder seguir con sus asuntos de dudosa reputación y veracidad.

“Esa característica es la que confiere su particular índole al político que desempeña su oficio en democracia: debe conferir reconocimiento a esas verdades incondicionales -las necesidades-, pero al mismo tiempo debe postergar algunas de ellas para satisfacer otras. Cuando el político se dedica nada más que a conferir reconocimiento a esas verdades incondicionales (el temor a la vejez desamparada, la enfermedad) y cree que su labor consiste simplemente en subrayar su existencia y proclamar que hay que ocuparse de ella, guardando silencio acerca del hecho de que la escasez es la condición fundamental de su oficio, se transforma en un simple demagogo, y si no tiene talento (porque para ser demagogo hay que tener la capacidad de entusiasmar) revela ser apenas un mal político.”(Hipocresía, Carlos Peña, 9 abril 2017.)

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