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Positivismo Y Neopositivismo


Enviado por   •  2 de Enero de 2012  •  1.447 Palabras (6 Páginas)  •  1.359 Visitas

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Positivismo y neopositivismo

por Pedro Karczmarczyk, UNLP-CONICET

El positivismo es una corriente filosófica que entre la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX tuvo amplias consecuencias en los países occidentales y sus áreas de influencia, en particular en Latinoamérica. El término fue usado por primera vez por el filósofo francés Saint-Simon (1760-1825), quien entendía que, debido a que el progreso científico había destruido las doctrinas religiosas y metafísicas que constituían la base de la organización social de la Edad Media, debía construirse una “filosofía positiva” diseñada para que sirviera de base para un nuevo orden social, esto es, para cubrir el vacío que había producido la Revolución Francesa al arrasar con el ancient régime y sus fundamentos metafísicos y religiosos. Un sistema de religión, política, ética y educación pública inspirados científicamente se hacía necesario. El filósofo francés Augusto Comte (1798-1857), discípulo de Saint-Simon, enunció la “ley de los tres estados” a la que se atendría el desarrollo de la humanidad, tanto a nivel social, individual como intelectual. Según Comte , en el estado religioso los fenómenos naturales se representan antropomórficamente como acciones de agentes sobrenaturales, en el metafísico son vistos como resultado de fuerzas abstractas, mientras que en el estado positivo o científico, el hombre se atiene a lo dado, rechazando buscar las causas últimas, restringiéndose a descubrir las leyes de los fenómenos por la observación. Otros filósofos positivistas son John Stuart Mill y Herbert Spencer.

De manera general, la filosofía positiva intenta reducir la filosofía a la ciencia, de modo que es hostil a las construcciones filosóficas sistemáticas, debiendo reconocerse que la ciencia empírica, cuyo modelo es la ciencia natural y particularmente la física, es la única fuente genuina de conocimiento. El positivismo del siglo XIX entiende que la ciencia se fundamenta en lo dado a los sentidos, concibiendo el método de ésta en términos inductivistas. La noción clave de esta concepción del método es la noción de “observación controlada”, es decir, aquellas experiencias cuya ocurrencia depende de algunas variables que en principio pueden someterse a nuestro control. La misma se presenta como base neutra de observación que permite realizar juicios de observación intersubjetivamente válidos. Sobre esta base neutra se asentaría la construcción de las teorías la que recibiría de la misma a través del seguimiento de reglas impersonales la garantía de su objetividad. En resumidas cuentas, el positivismo supone que la ciencia es el único conocimiento válido, que los objetos empíricos son los únicos posibles objetos de conocimiento, que la ciencia es una descripción y generalización de la experiencia y que la filosofía no posee un método diferente al de la ciencia, siendo su tarea encontrar los principios generales comunes a todas las disciplinas científicas, los que servirían como guías para la conducta humana y para la organización social.

Posteriormente, a comienzos del siglo XX, el positivismo tuvo una renovación –conocida como empirismo o positivismo lógico y también como neopositivismo-, debido a la incorporación de técnicas de análisis lógico del lenguaje. Influido por las filosofías del atomismo lógico de Russell y Wittgenstein, que sostenían que al lenguaje significativo le subyace, más allá de las apariencias, una estructura de orden lógico que se comporta en términos veritativo funcionales, es decir, en la que el sentido de las expresiones complejas depende de las expresiones simples contenidas en ellas, en la medida en que la condición de verdad de cualquier proposición compleja con sentido, como “Juan es calvo y María es peluda”, cuya estructura es “p y q”, depende de los valores de verdad de las proposiciones que la componen, p (“Juan es calvo”) y q (“María es peluda”) en nuestro ejemplo. El atomismo lógico de Wittgenstein en el Tractatus logico-philosophicus proveía también una explicación de las verdades lógicas y matemáticas, compatibilizable con los principios empiristas. Las verdades lógicas, sostenía Wittgenstein, son “independientes de la experiencia”, pero no se fundamentan en una forma de experiencia diferente a la ordinaria (como la intuición cartesiana o las intuiciones puras de Kant), sino que son vacías de contenido, verdaderas debido a su forma, en cualquier configuración del mundo empírico, como por ejemplo: “Llueve o no llueve”.

Los positivistas lógicos, suscribiendo a este análisis del lenguaje, creyeron que era posible describir un criterio empirista de significación. Así sostuvieron que “El significado de una proposición es su método de verificación”, lo que, para las proposiciones complejas

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