Presidencialismo Mexicano

A lo largo de la historia de México, se han presentado grandes acontecimientos que, a partir de la consumación de la Independencia han sido de vital importancia en la formación de la vida social, política y económica del país.

Es quizá que el advenimiento de un nuevo sistema político establecido con el fin del Imperio mexicano de Agustín de Iturbide y la instauración de la Constitución de 1824, sea aquel que más debate y estudio ha tenido a lo largo de su ejecución.

El sistema político al que nos referimos se le ha denominado por muchos autores como el Presidencialismo. El presidencialismo “condensa la compleja red de relaciones políticas del estado mexicano; sirve además como un poderoso eslabón en la unidad de las fracciones dominantes y aparece como el representante ideológico más visible de los sucesivos proyectos que han conformado en su conjunto el desarrollo capitalista de la nación”.

Estas relaciones políticas que se mencionan se han presentado en diversas formas siendo la principal la relación entre el Estado y las masas, tema del que se hablara más adelante.

Ahora bien, para retomar el tema del presidencialismo, debemos dirigirnos al principal antecedente de este, que fue la instauración del sistema presidencial en la Constitución federal del 4 de octubre de 1824.

Se podría decir que, a pesar de lo que se tiene escrito, no fue puesto en marcha debido a los conflictos en los que se encontraba el sistema político en aquel entonces.

No es sino hasta el periodo conocido como la República Restaurada en 1867, que el sistema presidencial empieza a tomar forma con los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada.

Sin embargo, el Poder Ejecutivo, gracias a los establecido en la Constitución de 1857, está subordinado por un Poder Legislativo con un sin fin de capacidades.

Juárez, quien gobernó sin esta subordinación legislativa, estuvo más bien subordinado a la clase caudillista que tenía el control de los estados federativos, y tuvo que adaptarse a esta situación para mantener su régimen. “Juárez ejerció así el centralismo político, siendo uno de los primeros maestros en esta materia”.

El centralismo político fue sin duda una de las materias primas más importantes del sistema presidencial en México: el Porfiriato lo llevaría a acabo de una manera magistral y después de la revolución de 1910, los presidentes tuvieron casi siempre que ejercer el poder absoluto a través de una política de alianzas y compromisos.

Tuvo que pasar poco más de medio siglo, para ver reflejado dentro del sistema político el verdadero poder del sistema presidencial, que gracias a la reducción de las capacidades del poder legislativo instauradas en la Constitución federal del 5 de febrero de 1917, y gracias a la “magnificencia” que se le dio al ejecutivo con las facultades que le otorgaba el congreso constituyente,

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