Principales Posturas Teóricas Sobre El Desarrollo Infantil: Organísticas, Mecanicistas
Enviado por skarlos16 • 16 de Septiembre de 2013 • 1.917 Palabras (8 Páginas) • 1.365 Visitas
Principales Posturas Teóricas Sobre El Desarrollo Infantil: Organísticas, Mecanicistas
Psicosis
La enfermedad psicótica es una de las indicaciones para realizar una terapia cognitiva conjuntamente con otro tratamiento (Ludgate y col., 1992). A pesar de que los tratamientos biológicos son la forma de terapia aceptada para pacientes psicóticos, la psicoterapia cognitiva puede ayudar a estos individuos a entender sus trastornos, a ceñirse a las recomendaciones del tratamiento, y a desarrollar un funcionamiento psicosocial más efectivo (Cochran, 1986; Eckman y col., 1992; Fowler y Morley, 1989; Kingdon y Turkington, 1991; Perris 1889; Wright y Schrodt, 1989). También ha habido informes preliminares que sugerían que la terapia cognitiva puede, en algunos casos, utilizarse para disminuir los síntomas primarios de esquizofrenia (Fowler y Morley, 1989; Kingdon y Turkington, 1991).
En la terapia cognitiva para pacientes que presentan síntomas psicóticos, el terapeuta transmite qué cogniciones y reacciones desadaptativas al estrés pueden mezclarse con factores biológicos en la manifestación de la enfermedad (Scott y col.,
1992). Por esto, los intentos para desarrollar cogniciones más adaptativas o para aprender cómo hacer frente a la presión ambiental de una forma más efectiva pueden ayudar a los esfuezos para manejar el trastorno. Durante la primera parte de la terapia con pacientes psicóticos, hay un énfasis importante en la construcción de una alianza terapéutica (Scott y col., 1992). Se explica la razón de la medicación neuroléptica y el terapeuta intenta estimular el sentimiento de esperanza mediante la modificación de cogniciones intensamente negativas acerca de la enfermedad o de su tratamiento (por ejemplo, «Tengo la culpa... Nada me ayudará... La medicación no funciona»). Normalmente los intentos para desafiar de una forma directa las alucinaciones o fantasías se posponen hasta que se ha establecido una relación terapéutica sólida. Sin embargo, se hacen esfuerzos para invertir las cogniciones ilusorias autodestructivas cuanto antes en el proceso terapéutico.
La evaluación de la realidad se lleva a cabo de una forma suave y sin confrontaciones (Kingdon y Turkington, 1991; Ludgate y col., 1992). El terapeuta utiliza una exploración guiada como intervención principal, pero también puede ayudar al paciente a registrar y modificar pensamientos automáticos distorsionados (Scott y col., 1992). Provocar
y evaluar pensamientos y esquemas automáticos desadaptativos puede ser particularmente útil para pacientes crónicos con un procesamiento disfuncional de información asociado con baja autoestima o un funcionamiento social ineficaz
(Wright y Schrodt, 1989). Las técnicas conductuales como la programación de actividades, la asignación gradual de tareas, y el entrenamiento en habilidades sociales también se emplean con pacientes psicóticos. Estos procedimientos pueden utilizarse para proporcionar estructuras necesarias o para enseñar conductas adaptativas. Las iniciativas que puedan reducir el riesgo de recaída son otro componente de la terapia cognitiva en la aproximación al tratamiento de trastornos psicóticos.
Las intervenciones recomendadas incluyen 1) la utilización de técnicas de la terapia cognitiva que aumenten la aceptación
de la medicación (ver, por ejemplo, Wright y Thase, 1992); 2) la identificación de lo que probablemente provoca los síntomas exacerbados; 3) el desarrollo de estrategias para hacer frente al estrés producido por acontecimientos vitales, y 4) la extensión de la terapia cognitiva a la unidad familiar entera. (Scott y col., 1992).
Trastornos Psicóticos
El enfoque conductual en el tratamiento de los trastornos psicóticos puede considerarse como adyuvante del tratamiento farmacológico encaminado a la mejora de los problemas de conducta específicos, o más ampliamente, a la rehabilitación social del individuo perturbado. Estos objetivos se consiguen mediante el uso de métodos derivados del condicionamiento operante. Así, una definición precisa de la conducta problema con el uso de diversas formas de reforzamiento constituye la esencia de este enfoque en pacientes con alteraciones de la conducta que no mejoran con el uso de medicación, o en pacientes con limitaciones de las habilidades sociales y laborales secundarias al proceso psicótico. Algunas de las primeras aplicaciones de la terapia conductual se llevaron a cabo con individuos psicóticos crónicos muy trastornados. Los éxitos iniciales de la terapia de reforzamiento, demostrados sobre todo en experimentos de caso único, abrieron el camino a muchas aplicaciones en los hospitales mentales, en las que se vio que un gran número de problemas como la conducta agresiva y perturbadora, la conducta delirante, la depresión y la apatía, eran susceptibles al cambio (Kazdin, 1977). Ayllon y Azrin (1965) demostraron la eficacia del uso de fichas en pacientes crónicos, ampliando así el número de reforzadores complementarios que podían utilizarse para motivar a los individuos. Una de las aplicaciones y exámenes más sofisticados del sistema de economía de fichas fue el experimento, llevado a cabo por Paul y Lentz (1977), que comparaba un programa de aprendizaje social con un programa de terapia realizado en un entorno más tradicional. Este experimento presentaba muchas características destacables, como el uso de múltiples medidas de resultados, el control continuo de la conducta del personal para asegurar el correcto desarrollo de los programas, la recogida de datos de seguimiento a largo plazo y el cálculo de la relación coste/eficacia para los dos programas. En los dos programas de tratamiento los pacientes realizaron progresos, pero los del programa de aprendizaje social mostraron una mejoría significativamente mayor en diversas conductas pro-sociales, requirieron menos medicación y mantuvieron lo conseguido con más éxito durante el seguimiento de 18 meses. Es más, el programa de aprendizaje social resultó ser el más eficaz desde el punto de vista de los costes. Mientras que la economía de fichas se concentraba en generar habilidades útiles para la mayoría de pacientes, el entrenamiento en habilidades sociales, ejecutado mediante programas complejos y sofisticados de rehabilitación y basado en un análisis detallado de los déficits interpersonales del paciente, es actualmente, un abordaje individualizado para el paciente esquizofrénico.
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