Principios fundamentales del Pensamiento Bolivariano
Enviado por • 26 de Noviembre de 2012 • 2.567 Palabras (11 Páginas) • 725 Visitas
Principios fundamentales del Pensamiento Bolivariano
El libertador fue un hombre que tenía cierta facilidad para analizar las situaciones de diferentes puntos de vistas y en cierta parte encontrar la raíz de los problemas, uno de ellos era la esclavitud que hostigaba a Venezuela y a Latinoamérica desde los tiempos de colon, el concluyó que dicha esclavitud, se debía a un pueblo iletrado, sin educación ,filosofía y ética alguna, el cual se conformaba con cualquier discurso emitido por un político sin el menor sentido de pertenencia patrio que aceptaba con gran orgullo la órdenes del imperio español. Así que el concibió que la única forma en que el pueblo fuera autónomo era librándose de su propia ignorancia e incentivándolos al saber. Pues el hombre es o será lo que se haga de él dándole educación.
Por tal razón, el Libertador, entendió el papel fundamental del binomio social moral y luces, para la preparación del ciudadano. "Él quería forjar una sociedad más humana, en la cual el hombre no fuese un simple instrumento de dominación política, y esto no es posible sin la educación". Pero no era una educación concebida de modo parcial, como mera formación técnica, sino como una actividad integral, de formación del ciudadano, donde las directrices eran responsabilidad del Estado y la Familia, pues afirmó que “el hombre es o será lo que se haga de él en el sistema de instrucción”. Por ello Barboza de la Torre, al analizar el Ideario Educativo de Bolívar, concluye que siempre colocó “…la moral exactamente al lado de la Educación, al momento de hablarle a un Congreso Revolucionario Constituyente… ¡y que estas frases las expresara el hombre fuerte y poderoso que tenía colgada de la cintura una espada!”
La Independencia hispanoamericana
fue una revolución en el pleno significado de la palabra, tanto como la francesa de 1789 o la norteamericana de 1776 o la Rusa de 1917.
Todas las revoluciones clásicas, esto ha sido señalado por muchos, parecen desarrollarse en un ciclo que va trasladando el poder a través de las diversas clases sociales y sus fracciones, desde las más moderadas hasta las más radicales, para luego volver a asentarse sobre las moderadas, pero expresando una nueva realidad social y política surgida de entre el polvo y los escombros de años de luchas.
La Revolución Hispanoamericana por la Independencia no fue la excepción a esta regla. Como todas las revoluciones, ésta empezó como quien no quiere la cosa, con modestos y moderados objetivos, digamos que reformistas, pero sin darse cuenta, se fue complicando, profundizando, se conformaron sus partidos, se confrontaron, parió nuevos hijos y se los tragó (como diría Dantón).
Al final, luego de 20 años de guerras civiles, sus resultados no fueron exactamente los previstos por ninguno de sus actores principales. Nuestra independencia, al igual que el modelo clásico de la revolución Francesa, tuvo sus partidos:
los realistas (virreyes y oidores, como Abascal, Liniers o Amar, con sus generales terribles como Sámano y Morillo); los girondinos o moderados (Castelli y Rivadavia en el Sur, Camilo Torres en Nueva Granada y Miranda enVenezuela); sus jacobinos (como el propio Bolívar, Mariano Moreno o sus seguidores póstumos, San Martín, Nariño); y su partido más radical y plebeyo, a la manera de los Sans-Culottes(representado por Carbonell en Bogotá, Berutiy French en Buenos Aires, Artigas en Uruguay, José Leonardo Chirino o Piar en Venezuela).
A su vez, cada partido expresaba los intereses de una clase o fracción de ella: los comerciantes importadores, los exportadores, los productores del mercado interior, las capas medias de profesionales (generalmente abogados), los pequeños campesinos, los jornaleros, los artesanos, etc.
El modelo de estado que propugnaban también variaba, de acuerdo a los intereses de clase: monárquicos, monárquicos constitucionales, republicanos (unos a favor del sufragio restringido, otros proponiendo el sufragio universal, masculino, claro), centralistas y federalistas.
En realidad nunca se procedió siguiendo un proyecto predeterminado, como algunos han llegado a creer. Por el contrario, los propios estados nacionales surgidos de la independencia, tanto en cuanto a sus fronteras, como en su organización económica y política, no quedaron claramente trazados hasta después de la segunda mitad del siglo XIX, luego que triunfaran los esquemas que ahora conocemos, tras décadas de guerras civiles. Lo cual demuestra que la historia social es un libro abierto, no escrito en ninguna parte, resultado de múltiples factores que nadie puede controlar.
Pero la Independencia, aunque siguió el modelo clásico de la Revolución francesa y estuviera inspirada en buena medida en la Ilustración gala y en el liberalismo inglés, no fue un calco de aquella y aquí los partidos y las ideas tuvieron sus propios significados, atendiendo a su específica realidad social y cultural.
Los conceptos y los simbolismos no siempre tenían los mismos contenidos. Quien haga una lectura superficial de los hechos corre el riesgo de equivocarse completamente.
Basten dos ejemplos: el papel de un sector de la Iglesia, el “bajo clero”, contrario al jugado en la Francia de fines del XVIII, acá tuvo caracteres revolucionarios. Si no, ¿cómo explicarnos la acción revolucionaria de las masas indígenas movilizadas por el cura Hidalgo tras la imagen de la Virgen de Guadalupe?
En el sentido contrario, ideólogos ilustrados de la élite criolla, como Camilo Torres, que apelaban al ideario modernizador para justificar su igualdad de derechos con los españoles, tenían pavor de que el sentimiento igualitarista calara en la masa de indios, negros y mestizos.
Al igual que en la Independencia norteamericana y la francesa, el factor de la política internacional debe ser tomado en cuenta en el análisis, ya que éste jugó una veces a favor y otras en contra del proceso general, pero en todo momento fue una influencia decisiva sobre los acontecimientos.
“JURAMENTO DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR EN EL MONTE SACRO“
¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!
Con él estaban sus amigos Simón Rodríguez, quien contaba entonces unos 36 años y había sido su maestro en Caracas, y Fernando Rodríguez del Toro, de 32. Habían salido de París el 6 de abril anterior, y por la vía de Lyon, Chambéry, Turín, Milán, donde vieron a Napoleón coronarse como Rey de Italia, Montichiari, Venecia y Florencia, llegaron hacia el mes de julio a Roma. Ahí, según
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