¿Puede el conocimiento científico, la tecnología o la técnica permitirnos una comprensión integradora de la condición humana y de la racionalidad social?

¿Puede el conocimiento científico, la tecnología o la técnica permitirnos una comprensión integradora de la condición humana y de la racionalidad social?

La comprensión de la conducta humana, en todos los ámbitos de su vida, no puede ser un proceso netamente científico. Las costumbres, hábitos, pensamientos, interacciones sociales, etc., por más avanzado que sea el conocimiento científico, siempre establecen una barrera técnica para su modelaje: todas ellas dependen de decisiones que los humanos toman y, por lo tanto, los procesos de creación del conocimiento técnicos o científicos no pueden describir integralmente la racionalidad social.

Por su parte, las disciplinas humanistas encargadas de descubrir el porqué del comportamiento humano, parten de un imaginario colectivo: cada persona es única y su comportamiento dentro de la sociedad que conforma no puede representarse por un agente representativo como lo  hacen distintas disciplinas del conocimiento. A pesar de las grandes dificultades que cada rama humanista tiene dentro de su arquitectura teórica, el conocimiento derivado de allí es una forma más completa de identificar las razones que mueven al hombre a comportarse de una u otra forma. Por tal motivo, el conocimiento científico, la tecnología o la técnica, exclusivamente, no permiten comprender, integralmente, las fuerzas que determinan la condición humana. Como lo expone Vargas Llosa,  este tipo de conocimiento no permite identificar,

 “denominadores comunes de la experiencia humana, gracias al cual los seres vivientes se reconocen y dialogan, no importa cuán distintas sean sus ocupaciones y designios vitales, las geografía y las circunstancias en que se hallen, e, incluso, los tiempos históricos que determinen su horizonte” (Llosa, 2001, pág. 12)

Con base en lo anterior, la ciencia de la Economía hoy día cabalga sobre dos formas de creación del conocimiento: el conocimiento científico que entrena la modelación matemática, por un lado; y la descripción detalla y profunda de sucesos y relaciones que disciplinas como la Sociología, la Historia y la Antropología han y siguen aportando al conocimiento económico. A partir de esto, el conocimiento que se genera acerca de cómo los agentes de la economía toman sus decisiones a partir de la fundamentación microeconómica o del análisis estadístico, por ejemplo, carece de sentido social ya que enfrasca al hombre como una máquina que toma decisiones racionalmente. Al hacer esto, no se tiene en cuenta todas las relaciones sociales que intervienen cualquier proceso social y que el conocimiento humanístico sí contempla en su estructura teórica.

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