¿Qué hubiera pasado con el Perú si no se hubieran regalado tantos territorios a los diferentes países?

En 1922, una nueva ley de presupuesto, organizada por Rodríguez Dulanto, concentró en el Ejecutivo el manejo del gasto público y rompió con la rígida austeridad y control fiscal de los tiempos de la República Aristocrática. Esto en la actualidad sigue vigente ya que el encargado de manejar el gasto público es el Ministerio de Economía y Finanzas; y el problema de la distribución sigue siendo una cuestión cada vez más agravante. 

La corrupción y la adulación a Leguía llegaron a límites insospechados, como el ser denominado por un embajador norteamericano “El Gigante del Pacífico”. En la práctica, podemos decir que el prolongado régimen de la “Patria Nueva” logró parte de sus objetivos, pues robusteció la clase media, comunicó mejor algunas regiones del interior con la costa y provocó un cambio político, ya que ninguno de los partidos de la República Aristocrática volvió a aparecer en la escena política nacional. Sin embargo, durante su gobierno se fueron incubando nuevas tensiones sociales que terminaron por acabar con su poder y con él mismo, físicamente. Este tema de la corrupción sigue manteniéndose intacto con el pasar de los años y más en la actualidad dónde la mayoría de los políticos solo entran al poder para lucrar en su propio beneficio, destinan mal los ingresos monetarios y dejan en una situación cada vez más crítica al país; y la adulación es otro tema vigente ya que la obtienen gracias al populismo que adquieren mediante sus campañas políticas frente a la sociedad. 

Se hizo un arreglo parcial con la IPC firmándose el Laudo de Paris en 1922. Resulta que en el gobierno de Pardo se había dispuesto el arbitraje de la Haya. En el gobierno de Leguía se preparó el arbitraje, pero en 1921 se acordó crear un arbitraje formado por el presidente de la Corte Federal Suiza. Luego se firmó un convenio que fue elevado al tribunal arbitral reunido en Paris que lo aprobó como Laudo. En el Laudo de Paris se acordó, que la Brea y Pariñas tiene 41614 pertenencias, pero que la empresa petrolera abonaría 30 soles al año por pertenencia: Leguía aceptó semejante injusticia; no hubo gobierno más entreguista que el del oncenio. 

Entregó territorio a Colombia con la firma del tratado Salomón Lozano. También entregó el Trapecio Amazónico. Colombia, a cambio, cedió el triángulo de Sucumbíos: Leguía regaló este territorio por la presión norteamericana. EE. UU. quería manejar el Canal de Panamá y necesitaba separar esta provincia de Colombia. Para recompensar la pérdida de Panamá, Perú debía entregarle territorio a Colombia para que tenga salida al Amazonas. 

Todo esto nos hace pensar en ¿Qué hubiera pasado con el Perú si no se hubieran regalado tantos territorios a los diferentes países? O ¿En caso de que no se hubieran entregado todos estos territorios, el país tendría suficiente poder económico para mantener a tanta masa poblacional? Ya qué sabemos que de vivir en un país más extenso la población también sería aún mayor. 

Los primeros años del segundo gobierno de Leguía fueron un intento por desarticular las bases políticas que sustentaban el poder de los civilistas y por una prédica populista que afectó parcialmente a los gamonales del sur, quienes iniciaron un proceso irreversible de retirada, que acabó por minar su poderío económico y social. 

 En esos años Leguía dio reconocimiento jurídico a las comunidades indígenas, creó una sección de asuntos indígenas en el Ministerio de Fomento, formó el Patronato de la Raza Indígena, estableció “el Día del Indio”, y organizó centros agrícolas y escuelas técnicas en las zonas rurales. 

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