¿Qué Puede Decirnos La Ciencia Sobre Los Efectos Reales Que El Uso De Internet Está Surtiendo En cómo Funciona Nuestro Cerebro?
Enviado por Annie_domten • 3 de Enero de 2013 • 5.610 Palabras (23 Páginas) • 710 Visitas
"Superficiales, ¿qué está haciendo Internet con nuestras mentes?"
de Nicholas Carr
Opinión Personal del capítulo 7 del libro.
Nicholas insiste en que las noticias son más inquietantes de lo que él sospechaba. Estudios psicológicos, neurobiológicos, educacionales y del campo del diseño Web apuntan a la misma conclusión: cuando nos conectamos a la Red, entramos en un entorno que fomenta una lectura somera, un pensamiento apresurado y superficial. Es posible pensar profundamente mientras se navega por la Red, como es posible pensar someramente mientras se lee un libro, pero no es éste el tipo de pensamiento que la tecnología promueve y recompensa.
En una sociedad consumista como la nuestra, ya no sólo consumimos compulsivamente productos, hemos pasado a necesitar estímulos, imágenes… No nos contentamos. La Red para mí es un mundo paralelo en el que nos sumergimos para huir de la realidad. Buscas evadirte, cosas que capten tu atención y te hagan olvidar otras importantes del mundo real… El problema es que cuando quieres darte cuenta, ya no puedes volver, has quedado atrapado en sus redes y es muy difícil olvidarte de que está ahí. Esto, sumado a que nos hemos vuelto cada vez más impacientes, en una sociedad en la que vamos constantemente a contrarreloj, en la que cada segundo cuenta, y el tiempo cada vez pasa más rápido, se traduce en que queremos todo ya, cada vez antes y mejor. No somos capaces de esperar estrenos, de esperar a encontrarnos con alguien, todo tiene que estar planificado puntualmente, nos saltamos las barreras, los límites, para tener todo cuando queremos. Si has visto a un chico en la discoteca que te gusta, no quieres esperar a conocerle con naturalidad, o a que el “destino” te lleve a conocerle, precipitas los acontecimientos, le buscas en la Red, amigos de amigos, investigas… Nos hemos vuelto detectives privados del mundo real. Todo es cuestión de no perder el tiempo, ahora la vida social en especial está demasiado forzada, no dejamos nada a la casualidad, al tiempo. Eso de “tiempo al tiempo” ha pasado a no significar mucho, ya que no tenemos tiempo, e Internet nos ofrece perder el tiempo dedicándolo especialmente a lo que deseas buscar, haciendo que parezca que estás ahorrándolo.
Antes, si tenías que ir a un restaurante, sabías la parada de metro o autobús, mirabas un mapa y te orientabas. Hoy abres tu aplicación de Iphone o Android, y te marchas a la “no aventura”, no dejando ningún detalle a la naturaleza. Nos hemos vuelto impacientes, meticulosos y mecánicos, y cada actividad que llevamos a cabo pasa por la Red o por el ordenador. Llegará el día, me temo, en que hasta poner una lavadora tenga que pasar por Internet, en la que cada electrodoméstico se programe mediante softwares en el PC o el Mac, como una impresora más… Y seguro que la mayoría adorará ver aparatos cada vez más inteligentes que nos hagan la vida “más fácil”, más vaga. Seremos como los únicos supervivientes de nuestra especie en la película de Wall-E: humanos, gordos, atrofiados, conectados a una realidad virtual que nos hace vivir una segunda realidad más suculenta que la primera y a nuestro antojo… Internet es esa máquina virtual, y ya estamos empezando a vivir a través de nuestros ordenadores.
Me pegunto porqué buscamos una realidad alternativa que simula la realidad que vivimos, en vez de aprovechar la realidad real… Aunque retrocediendo en el tiempo, es una idea bastante presente en la sociedad y ha sido producto de muchas películas anteriores… La misma idea aparece en la película de Bruce Willis, Los Sustitutos, en la que, una vez más, los humanos se esconden detrás de unas máquinas perfectas que simulan ser ellos, una versión perfecta de ellos, a las que manipulan desde sus casas. Lo que empieza siendo como un juego, termina convirtiéndose en la nueva realidad, los humanos se esconden de los peligros de la vida, por miedo. Pero ese miedo, a su vez, esa fobia a la vida, esa agorafobia de la especie humana, hace que se pierda la otra cara de la vida, la parte buena. Las relaciones humanas se atrofian, nos volvemos una sociedad autista, paradoja de las palabras. Es quizás que cada vez somos menos valientes, o que cada vez nuestra felicidad se ve más condicionada por las catástrofes y enfermedades de nuestro mundo, que nosotros mismos hemos causado, y de las que cada vez somos más conscientes, y en vez de salir fuera, y arreglarlo, optamos por la solución cobarde de escondernos y de vivir a través de otros, a través de mentiras o ficciones…
Igual que numerosos juegos de ordenador basados en realidades virtuales que no hacen sino entretenernos aún más jugando a ser dioses de las vidas de unas simulaciones de nosotros mismos. Me recuerda esto a los Sims, el famoso juego que cada vez venía con más y más expansiones, en el que jugabas a crear una extensión de ti y de tus allegados, a los que manipulabas para que vivieran donde tu querías, emparejados con quien tú decidías… Una simple manera de realizar de algún modo tus deseos más profundos, o fantasías, realidad.
Pero el deseo de manipular a las personas, de crear una realidad paralela en la que sólo influyen tus decisiones, en la que todo sale como quieres, programado por ti, es un deseo oculto del ser humano, bastante egoísta, que también se ve reflejado en el uso de las nuevas tecnologías. Tenemos una segunda identidad, la que nos gustaría tener en la realidad, nos moldeamos a nuestro antojo detrás de la pantalla, e incluso a veces, llegamos a querer moldear a los otros, como en los Sims. Esto me recuerda a la película de Nicole Kidman, Mujeres Perfectas, en la que los hombres, horrorizados o asustados por una mujer que tome sus propias decisiones y no sirve como esclava a su marido, desarrollan un chip que, instalándolo en los cerebros de sus esposas, las convierte en serviciales y hechas especialmente para atender las necesidades y deseos de sus maridos, sin cuestionarse las suyas propias. Las maquinizan para poder programarlas, les quitan la humanidad y la capacidad de decisión. Las convierten en muñecas al servicio de la comunidad masculina.
¿Buscamos sentir? ¿Es posible que nos sintamos vacíos? Otra paradoja… Cuanto más tenemos, menos nos contenta lo que tenemos, somos materialistas y nos está matando. Buscamos llenar vacíos con cosas, y esas cosas, nos hacen sentir llenos por unos instantes, y nos devuelven a la triste realidad de infelicidad constante, de vacío sin fin. Por más que los ordenadores nos hagan creer que cubren y arreglan esa sensación, no pueden sustituir las emociones reales de una sociedad, como dice la palabra, social. Nos necesitamos los unos a
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