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RESUMEN “PSICOLOGÍA DEL MEXICANO 2”


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  2.375 Palabras (10 Páginas)  •  369 Visitas

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RESUMEN “PSICOLOGÍA DEL MEXICANO 2”
Bajo las garras de la cultura

Mucho antes que los caldeo-asirios desarrollaran la escritura cuneiforme y los egipcios sus jeroglíficos, existían formas específicas de relación entre los miembros de los grupos o tribus y los conjuntos familiares que los conformaban. Allí, con los añadidos y modificaciones de centurias y milenios posteriores, nació ese grupo de creencias, normas o costumbres que luego, los antropólogos desde finales del siglo XIX y los psicólogos desde mediados del siglo XX han definido como cultura.

Existe gran complejidad respecto al origen ancestral del término “cultura”. Su antecedente, agricultura, cultivo de la tierra, contiene el término “agri” que viene del griego agros, el cual hace referencia al fruto silvestre acorn (bellota) en Europa. Por su parte, cultura viene tanto del latín colere, cultus, cultivar, como del latín colonus, colonia, colonizar y cultivador.

Parece que el uso de la palabra cultura en las humanidades, con su significado de persona culta o del cultivo del potencial de la mente de los seres humanos, la inician autores alemanes en el siglo XVIII. En ese siglo, Kant utilizó repetidamente el término “cultus” con ese significado.

En cambio, no es hasta finales del siglo XIX que el etnólogo Edward B. Tylor (1874), quien todavía incluyó aspectos de la cultura de cultivo, define lo que se convertiría, posteriormente, en la concepción antropológica. Dice: “Cultura o civilización tomadas en su más amplio sentido etnográfico, son ese complejo conjunto que incluye conocimientos, creencias, arte, principios morales, costumbres y todas aquellas habilidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad.”.

Dado lo temprano, en el siglo XVIII, del concepto humanístico de cultura y lo no tan tardío a finales del siglo XIX del concepto etnoantropológico, parecería inaudito que aún hoy, siglo XXI, ambos conceptos se utilicen en forma independiente y que, los que usan el concepto antropológico solo hasta mediados del pasado siglo XX hayan procurado establecer la diferencia.

Kroeber y Kluckhohn enumeran 164 definiciones del concepto cultura, así como una multitud de afirmaciones de gran número de anutores. Las 164 definiciones las divide en  descriptivas, históricas, normativas, psicológicas, estructurales, genéticas, a las que se añade ciertas definiciones incompletas. Los autores resumen, concluyen y llegan a una definición que piensan sería la formulación que, más o menos, harían la mayoría de los científicos sociales, de la siguiente manera: “La cultura consiste en patrones, explícitos e implícitos, y del comportamiento adquirido y trasmitido por símbolos, que constituyen el logro distintivo de los grupos humanos, incluyendo su incorporación en artefactos; la médula esencial de la cultura consiste en ideas tradicionales (p. ej. derivadas y seleccionadas históricamente) y especialmente de los valores que representan; los sistemas culturales pueden, por parte, ser considerados como producto de la acción, y por la otra como elementos condicionantes de acciones futuras”.

Ausente, en la mayor parte del siglo XX en los innumerables estudios experimentales, cuasiexperimentales y de campo de la disciplina, estuvo la variable cultura. La psicología estadounidense y la europea consideraban de validez universal todos los datos y conocimientos obtenidos.

Para mediados de la década de 1950, en varias partes del mundo, incluyendo Latinoamérica, algunos psicólogos presentaban trabajos en un nuevo campo de la psicología social, la psicología transcultural. Ésta pronto trajo atención con fuertes y diversas raíces, e historia.

El interés inicial de los principales investigadores transculturales era someter a prueba, y frecuentemente buscar comprobar la validez universal de los principios y datos psicológicos demostrados en Estados Unidos y Europa. Más tarde la meta llegó a ser: descubrir diferencias a través de las culturas, lo que parece haber estimulado a nivel global el interés por lo que en el ámbito internacional se adjetivó como “indigenous psychologies”. Estas se formalizaron en un simposio realizado en Estambul, Turquía, en 1986, durante del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Psicología Transcultural.

Scweder revive la antigua noción de cultura y personalidad de los antropólogos con un nuevo sesgo. La nombra “cultural psychology”. La considera como una nueva disciplina en la unión (interfase) de la antropología, la psicología y la lingüística.

Con cierta frecuencia los autores de la psicología transcultural y la psicología cultural explican lo tardío del reconocimiento de la cultura para la ciencia psicológica, e indican que a los psicólogos les sucedió lo que a los peces que serían incapaces de descubrir el agua.

Es factible que los mexicanos, que es esa terminología son mayoritariamente anfibios, mestizos de dos sangres y de dos culturas, cayeron mucho más pronto en cuenta de lo imprescindible de la cultura para entender la manera de ser y de conducirse. De hecho, el generalmente considerado primer psicólogo de México, Ezequiel A. Chávez (1901), publica un largo ensayo sobre los rasgos distintivos del carácter del mexicano y busca diferenciar entre el indígena, el mestizo y el criollo mexicanos.

Samuel Ramos (1934) publica 30 años después El perfil del hombre y de la cultura en México- De manera inesperada destaca al ser humano, su manera de ser y su psicología como esencial para entender el tipo de cultura. Al mexicano lo caracteriza un complejo de inferioridad que en la cultura se refleja por su tendencia a la imitación de otras culturas.

Seguramente inspirado por la visión de Ramos, Octavio Paz publica su exitoso libro El laberinto de la soledad.

El concepto de la soledad campea en todo el libro, hasta en el apéndice al que intitula la dialéctica de la soledad. Su persistencia perruna hasta en el título, puede hacer pensar a cualquier psicólogo, que este interesante proyecto de E laberinto de la soledad, es en efecto una proyección de un aspecto muy íntimo del poeta. Él sí se siente solo. Su obsesión con la soledad, proyección propia y común entre las más altas élites intelectuales, le impide ver la realidad colectivista y no individualista de los mexicanos, que tienen ese rasgo en común con muchos latinoamericanos y con los nacionales de muchos otros países tradicionalistas.

El capítulo 3 acerca de todos los santos y día de muertos, lo inicia con esta flagrante contradicción: “El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse.” A veces es risible que, por mantener el primus movens de la soledad, niegue una de las características que se han demostrado en muchos estudios. Luego, en la página 44 nos dice: “Porque el mexicano no se divierte: quiere sobrepasarse, saltar el muro de la soledad que el resto del año lo incomunica. Todos están poseídos por la violencia y el frenesí, las almas estallan como los colores, las voces, los sentimientos”.

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