Reality Show Y Sus Efectos Negativos
Enviado por HenryRiver1284 • 31 de Octubre de 2013 • 3.412 Palabras (14 Páginas) • 711 Visitas
Introducción /
No cabe duda de que uno de los foros desde donde más se viene denunciando la actual configuración de los reality shows es la prensa periódica. La alarma se encendió allá en el mes de enero de 1993 a raíz del triple crimen de Alcácer y su posterior tratamiento televisivo. Desde entonces han sido frecuentes los artículos, informaciones, reportajes e incluso editoriales que han señalado los efectos nocivos para la salud social que supone la proliferación de este nuevo género audiovisual que tanta audiencia está consiguiendo reunir.
El análisis de esta generalizada postura crítica en la prensa (fundamentalmente diarios y semanarios de información general) nos llevará al encuentro de los argumentos más comúnmente utilizados para descalificar a este nuevo fenómeno y también a las contradicciones en que estas críticas incurren en ocasiones. Al mismo tiempo, el problema debe enmarcarse en un contexto aún más amplio, también en perpetuo debate: el de la calidad de los productos televisivos, o de la televisión en general; cuestión que ofrece muy diversas ramificaciones, entre ellas la de la naturaleza, pública o privada, de los distintos canales y su repercusión sobre la programación y la audiencia; aunque tampoco deben olvidarse otras cuestiones íntimamente conexas como la llamada "tele-basura", el fenómeno de los "tele-adivinos" o de los "tele-curanderos", la violencia en películas y dibujos animados, la protección del público infantil, la agresión publicitaria, etc.
Este panorama hace pensar que, pese a la evidencia de que deben corregirse errores de conducta o lagunas legales para la protección de ciertos derechos que son vulnerados hoy en día por los reality shows, la solución de fondo debe situarse en unos niveles más altos y globales: los de la ética y la estética televisivas, la consideración del usuario del medio o telespectador no sólo como un cliente que engrose la cuota de audiencia o share, sino como un ser racional que necesita ser informado, instruido y entretenido y no ser deformado o pervertido explotando bajos instintos o excitando su curiosidad por lo morboso. Y menos aún, claro está, debieran tener cabida en la televisión pública por razones de su peculiar estatus como servicio de interés público. Vayamos por partes.
¿Servicio público o negocio del morbo? /
Un editorial de ABC, significativamente titulado "Tele-basura", hablaba de la necesidad de que "los responsables de la televisión entiendan que el medio que dirigen tiene una enorme responsabilidad social" [1] . A menudo son criticados los reality show que tan profusamente han aparecido en la pequeña pantalla porque, en vez de cumplir el fin altruista que dicen proponerse (búsqueda de desaparecidos, informar sobre noticias humanas, periodismo de investigación sobre acontecimientos sociales), caen más bien en la explotación del dolor ajeno, que es exhibido sin escrúpulos a una audiencia ávida de sangre y curiosidad morbosa. Fue lo que ocurrió en el célebre programa "De tú a tú" que Nieves Herrero montó en Antena 3 TV para informar sobre el terreno acerca del crimen de tres adolescentes en Alcácer: ofrecer como espectáculo público unos sentimientos íntimos como el dolor de los familiares de las víctimas y de todo un pueblo, Como comentó Angel Fernández Santos en El País, "ese intolerable dolor fue convertido en una secuencia de baja estirpe melodramática, en una liturgia de culebrón de la vida real capturado en directo" [2] . Tuvo que reconocer públicamente la periodista de Antena 3 su error. Pero lo que algunos han llamado "la excusa humanitaria" sigue justificando la existencia de programas semejantes, aunque con diversos grados de amarillismo y morbosidad, Lo morboso, la contemplación del sufrimiento humano siempre ha tenido su público. El precedente más ilustre en los medios escritos españoles es el semanario El Caso [3] , también introdujo algunos de es tos ingredientes el Diario Libre, de efímera existencia, allá por 1978, o más modernamente el sensacionalista Claro. Y es que no hay que olvidar que los sucesos, ya desde aquel crimen de la calle Fuencarral en el verano de 1888 que revolucionó a la prensa madrileña, tienen un especial atractivo en razón de que la contemplación – escrita, gráfica o audiovisual, si bien esta última posee, por razones obvias, especial garra – del malestar ajeno viene a constituirse, para los destinatarios de esas escenas, en "fuente de bienestar propio" [4] .
"Está bien – ha expuesto Amando de Miguel – que se difundan los problemas reales, pero al jugar con los sentimientos se está haciendo la caricatura de la realidad" [5] . Es lo que alguien ha llamado, en acertada expresión, "pornografía del sentimentalismo". Se trata, pues, de una cuestión de equilibrio, y lo fácil – que no lo correcto – es que en una información sobre sucesos dolorosos, en los que el sufrimiento humano ocupa un lugar preeminente, acabe consiguiendo más protagonismo no la noticia en sí sino el dolor de las personas afectadas, máxime cuando éstas aparecen en pantalla y son mostradas, expuestas al público, De ahí la acusación frecuente a los reality shows de que se dedican a negociar con sangre, dolor y lágrimas. El mismo Amando de Miguel analizaba uno de los riesgos de esta fórmula con las siguientes palabras: "La gente puede llegar a hacer extravagancias con tal de salir en la 'tele'. Es todo un negocio. Estoy en contra de que se pague dinero a la gente si no es por un trabajo profesional" [6] . Luis Fernández, director de informativos de la SER, escribió en El País, a propósito del caso de Alcácer, que la televisión vio en él la posibilidad de vivir "su particular 23-F" [7] (en alusión a la llamada "noche de los transistores" del día del golpe, que supuso un fuerte aumento de prestigio del medio radiofónico). Pero más bien le salió el tiro por la culata y fue objeto de numerosas críticas.
Lolo Rico alertaba además sobre el hecho, ya por desgracia varias veces comprobado, de que "estos programas crean conductas imitativas" [8] , y se inicia así una espiral difícil de detener. Otro experto, un abogado penalista, comentaba al semanario Tribuna que "los asesinatos y la violencia en televisión constituyen un factor criminógeno de primer orden. Estos espacios producen un efecto de mimetismo en la juventud" [9] . ABC recordada en un editorial "los recientes casos de los niños de diez anos secuestradores y homicidas de un niño de dos años en Liverpool (y) el . de un chico de doce anos que robó una bicicleta y disparó contra el dueño de la tienda" [10] .
Uno de los humoristas que con más acritud ha fustigado la
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