Reglamento Del Curso Final De Grado
Enviado por 1051829 • 13 de Marzo de 2014 • 396 Palabras (2 Páginas) • 322 Visitas
Detente, observa y escucha
Así dice el Señor: «Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: “No lo seguiremos”. Jeremías 6: 16
Detente, observa y escucha, son las recomendaciones para alguien que desea cruzar una vía de ferrocarril. Sin embargo, se producen a diario gran cantidad de accidentes por la simple razón de que alguien hace caso omiso de esas sencillas y claras instrucciones. Incluso en algunos países se han realizado campañas publicitarias con el fin de evitar accidentes ferroviarios. Algunas de ellas han utilizado lemas muy agresivos, como por ejemplo: «Entren en razón»; «Respeta el tren y tu vida también»; «Hazme caso, cruza por el paso»; «Antes de cruzar, mirar y escuchar». Lamentablemente, sigue siendo elevada la cifra de accidentes mortales.
Esto me lleva a hacer una sencilla comparación con el texto de hoy: las indicaciones que hemos recibido de parte de Dios para gozar de salud física y espiritual son claras. El Señor nos ha impartido instrucciones muy precisas: «Deténgale en los caminos y miren». En una época tan peligrosa como la que nos ha tocado vivir, es bueno examinar la senda por la que transitan nuestros pies para luego detenernos. Debemos hacer una sencilla inspección, analizando el rumbo que ha tornado nuestra vida. De esa forma evitaremos que nos atropelle toda una vorágine de ideas y conceptos que se oponen a la Palabra autorizada del Dios que reina sobre el universo.
El siguiente paso consiste en preguntar por el buen camino y escuchar las indicaciones de Dios, de modo que tengamos la seguridad de que estamos en el camino correcto y de que llegaremos sanos y salvos a nuestro destino final. Encontraste, los necios dirán: «No lo seguiremos».
Querida hermana; permite que hoy tu oración sea parecida a la que elevó a Dios el salmista: «Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los qué me acechan» (Sal. 27: 11). Y después, escucha en silencio les indicaciones divinas.
Recuerda que también deberás ser una guía para todas las personas que vienen en pos de ti. Con toda certeza tu proceder les será un ejemplo que podránseguir confiadamente. Aprendamos a caminar con cautela en este mundo confuso, y detengámonos a escuchar la voz de Dios, quien está dispuesto a dirigir nuestras vidas.
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