Reseña de la obra Una Juventud en Alemania
Enviado por Carlos S-c • 29 de Octubre de 2023 • Ensayo • 1.470 Palabras (6 Páginas) • 118 Visitas
En los Cuadernos de la Cárcel de Gramsci, el intelectual aparece como una figura dotada de una fuerte carga política, que interviene en la vida pública en calidad de organizador, canalizador y dirigente de los conflictos protagonizados por las diversas clases sociales en liza.
La obra de Erns Toller, Una Juventud en Alemania, nos sitúa precisamente ante este tipo de intelectuales, parte integral de una tradición que va desde un Emilie Zola mostrando las vergüenzas antisemitas de la Francia republicana a un Jean Paul Sartre capaz de sostener una denuncia solitaria de las tropelías coloniales en Argelia, pasando por el exilio republicano español que desde Méjico a Moscú mantuvo en alto las banderas de la democracia y la libertad pisoteadas por las tropas nacionales. Intelectuales, cuya autenticidad y honestidad contrasta poderosamente con el servilismo mercenario y oportunista imperante en nuestra época, que lejos del cinismo aséptico o de la provocación banal de la posmodernidad, se adherían y tomaban partido por las grandes causas, hasta llegar a hacer de su obra un instrumento para la transformación social en favor de las mayorías.
Otro tipo de intelectuales gestados en otro tipo de sociedad. Como acontece en nuestro tiempo, los europeos de inicios del siglo XX también vivían presos del alucinado ritmo de los acontecimientos propios de la modernidad. Pero en medio de ese vorágine, lograban atisbar las posibilidades de fuga que sirvieran tanto como freno de emergencia de una locomotora demencial dirigida hacia el colapso como de salto prometeico capaz de romper todos los límites para construir la utopía. Una sociedad en la que existía el Futuro, entendido como construcción de una alternativa antagónica al presente, en la que la Revolución llegará a estar en el orden del día.
Toller nacerá y vivirá en el seno de una burguesía mesocrática y avanzada, amante de la cultura, sensible hacia la cuestión social, comprometida con el progreso y las realizaciones ilustradas y enemigas del despotismo, de la arbitrariedad y la superstición. Un grupo social y cultural para el que la Primera Guerra Mundial representa un cataclismo que pone al desnudo las vergüenzas de la civilización con la que se identificaban. Una civilización en la que, a la manera del dios Jano, el desarrollo técnico y científico, las libertades civiles y el progreso cultural iban acompañada del reverso tenebroso de la explotación del hombre por el hombre, los odios nacionales y el espíritu de dominación imperialista sobre otros pueblos.
Y ante esta tesitura de implosión de la civilidad liberal-burguesa se abren dos opciones; entregarse al fanatismo militarista y chovinista que conduce a una actualización autoritaria del capitalismo desprovista de las conquistas de la razón; o tomar partido por la construcción de un nuevo orden de justicia, en el que incluso las más bellas realizaciones del XIX (libertades, derechos, parlamentarismo…) puedan desplegarse sin ser mutiladas, deformadas y amenazadas por las necesidades de acumulación del capital.
Azuzado por el espíritu romántico que concibe a la guerra como una aventura, y preso del gregarismo nacionalista en el que los europeos se verán atrapados durante el verano del 14, Toller se prestó a participar como voluntario en las filas del ejército Kaiser. Pero su extraordinaria sensibilidad humanista no podía permanecer impasible ante el sufrimiento absurdo de soldados y civiles de ambos los bandos. Toller describirá a la guerra como la más alta condensación de la miseria humana que nos degrada a la condición de bestias, una fuente de calamidades inconmensurables en la que no hay ningún atisbo de heroísmo de no ser el de la solidaridad humana desde la que se larva la deserción y la rebelión. Como sucederá con muchos de los jóvenes voluntarios de primera hora, Toller se convertirá en un pacifista convencido; un camino que le acabará por conducir a comprometerse con el movimiento obrero y el socialismo.
La Alemania que nos presenta Ernst Toller constituye un cuadro casi irreconocible en comparación con la actualidad. Pese a ser una de las principales potencias económicas de su tiempo, desde el punto de vista político el país germano constituía todavía un país “atrasado”, depositario de una fuerte pulsión autoritaria de tipo prusiano y atravesado por fuertes tendencias reaccionarias en la alta política y la vida cotidiana articuladas en torno al nacionalismo excluyente dirigido contra enemigos internos -polacos, judíos…- y externos -franceses y anglosajones-. Pero, al mismo tiempo, Alemania conforma un foco intelectual de notoria potencia y capacidad crítica , cuna de la filosofía clásica, de la sociología moderna, del expresionismo y de las vanguardias más rupturistas. Un país que alumbró al movimiento obrero más organizado del mundo, capaz de constituir una suerte de sociedad alternativa en las que millones de trabajadores participaron en procedimientos de gestión de la vida social y de debate democrático en torno las corrientes legalistas y reformistas dominantes pugnaban con minorías revolucionarias izquierdistas, que acaban por ascender como un torrente que todo lo supera en el bienio insurreccional de 1918-1919.
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