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El Ateneo De La Juventud


Enviado por   •  22 de Junio de 2011  •  2.688 Palabras (11 Páginas)  •  1.572 Visitas

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INTRODUCCIÓN

E

l poder analizar y hablar sobre El Ateneo de la Juventud, es poder ver cosas muy importantes que marcaron el rumbo de nuestro país, en donde un grupo de jóvenes pensadores que apenas alcanzaban los veinticinco años en promedio, intelectuales y académicos los luchadores idealistas, críticos, nacientes periodistas, liberales y editores, eran la luz en las tinieblas de la ignorancia que padecía México. Una generación de intelectuales que luchaba incansablemente por sobresalir y tratar de influir en la vida cultural del naciente México.

La gente se sentía identificada con las obras intelectuales, sabía que no estaba sola y que contaba con alguien que conocía sus necesidades y las rebelaba a través de ellas. Esta nueva generación buscaba la forma de llegar a las clases populares a través de poemas, novelas y pinturas fueron apareciendo paisajes, personajes, costumbres y mentalidades patrios. La intelectualidad descubría su país, su historia y su gente. Se intercomunicaban de modo indirecto el mundo de las élites y el pueblo trabajador. La huella de éste se grababa con imágenes costumbritas, cuentos, poemas de origen popular.

Las influencias que recibieron los intelectuales de este importante grupo provenían de Europa, aunque la mayor influencia procedía de América Latina, y que dio forma al grupo de intelectuales, nombrándoseles el Ateneo de la Juventud, que más adelante se les conoció como "El Ateneo de México". Como ya se mencionó, era un grupo intelectual que reunió los intelectos de los más notables pensadores, creadores y artistas tanto mexicanos como universales. El ateneo de la juventud inició sus días en 1909 y los ateneístas fueron conocidos como tales hasta el final de sus vidas y se habla de ellos como la generación del Ateneo.

Dentro de este ensayo, analizaremos su creación, su desarrollo, y sus aportaciones al sistema educativo actual que parte de sus pensamientos, logros y acciones que formó entre Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos y Martín Luis Guzmán entre otros.

DESARROLLO

E

l Ateneo de la Juventud, fue una asociación civil que trabajó en el arte y la cultura de México, realizando debates o reuniones de corte público, para dar una visión ampliada a la educación. Proponía quitarle rigidez a la enseñanza, proponiendo libertad de pensamiento de cátedra, y valores culturales, éticos y estéticos, en oposición al modelo de Porfirio Díaz, que tenía cierto desprecio por la cultura mexicana poniendo en mayor estima a lo europeo y americano, a su mecanicismo y determinismo del positivismo comtiano y spenceriano.

José Vasconcelos, representante del Ateneo sentó las bases para la recuperación de la cultura nacional y latinoamericana. Pero esto solo se pudo cuando durante los últimos años del porfiriato, Justo Sierra pugnó por la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Porfirio Díaz accedió a su petición y lo nombró responsable del mismo, de esta forma, el sistema educativo se encaminó hacia la modernidad. A la par, un grupo de jóvenes lectores de Platón, Kant, Walter Pater, Friedrich Nietzsche, Émile Boutroux, Henri Bergson deseaban un cambio del sistema, pues consideraban que las humanidades habían sido relegadas por la corriente positivista apoyada por el grupo de científicos del gabinete presidencial.

En 1909 José Vasconcelos rondaba los 26 años. Ya era todo un abogado que ejercía su profesión con éxito prometedor, además de darse tiempo para actuar en favor de sus predilecciones políticas. Había trabajado cerca de Francisco I. Madero en la edición de "El Anti-reeleccionista", periódico de oposición al régimen porfirista, que fue clausurado por órdenes gubernamentales. Asimismo, se involucró de lleno en la conformación del órgano partidista que lanzó al año siguiente la candidatura presidencial del hacendado coahuilense. Incluso, en sus memorias, para refrendar su influencia, - "Vasconcelos se atribuye la paternidad de la frase que congregó las aspiraciones de cambio en esos momentos y que hoy todavía es un ejemplo de la cultura política mexicana: Sufragio efectivo, no reelección"-.

Se pensaría que con tan incesante dinamismo, sus intereses por el desarrollo intelectual no serían prioridad entre su accionar. Nada más inexacto. Dedicaba varias horas del día y de la noche a cultivar el conocimiento, interesándose en materias de gran profundidad. No solamente el derecho, que por lógica sería la disciplina que más le llamaría la atención, era parte de sus desvelos por el saber. La filosofía, con inclinaciones hacia la producida en el mundo oriental, formó parte esencial de sus afanes cultos, que no se detuvieron en la simple contemplación. Como hombre acostumbrado a operar, contribuyó con certeza en la formación de la asociación que ha trascendido en el panorama de la historia cultural mexicana como el cimiento de lo hecho durante el siglo XX: el reconocido grupo Ateneo de la Juventud, después transformado, hacia 1912, en Ateneo de México.

En cuanto a la designación de la institución civil, referirla a la diosa griega de la sabiduría sonó pasable para Vasconcelos, quien con la crítica en la punta de la lengua, no dejó de atacar lo de "la Juventud", calificativo que dijo no complacerle, sobre todo porque él se consideró "siempre más allá de sus años".

Socio numerario desde los inicios, se cuenta entre los fundadores de ese espacio que fomentó el intercambio de ideas. De sobra conocida es la trayectoria del Ateneo. Entre sus antecedentes destacan la publicación de la revista "Savia Moderna", que se instituyó como la vanguardia de una generación que quería cimbrar desde sus fundamentos el sistema en el que habían sido educados, además de la llamada Sociedad de Conferencias, impulsada por Antonio Caso, que pretendía llevar el conocimiento más allá de las instancias oficiales. Ambos esfuerzos encontraron su consolidación cuando se oficializó la formación de la asociación, el 28 de octubre de 1909.

En el proyecto de estatutos que presentó la Comisión nombrada para redactarlos, se delimita claramente el objeto que pretendían conseguir: trabajar en pro de la cultura intelectual y artística, para lo cual, previa consulta y aprobación por mayoría de votos de los socios de número, celebrarían reuniones de carácter público, en las cuales se daría lectura a trabajos literarios, científicos y filosóficos. Los socios escogerían temas que servirían para organizar discusiones, igualmente abiertas a la gente en general. También se editaría una revista, designio que jamás se verificó.

Para convertirse en socio numerario se requería presentar un trabajo por escrito, que

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