Resumen De Algunas Reflexiones Acerca De La Democracia
Enviado por Dkimlia • 6 de Diciembre de 2011 • 1.670 Palabras (7 Páginas) • 2.105 Visitas
Algunas reflexiones acerca de la democracia, el Estado y sus múltiples caras
(Guillermo O’Donnell)
El Estado es una entidad que demarca un territorio frente al de otras entidades semejantes, proclama autoridad sobre la población de ese territorio y es reconocido como tal Estado por otros Estados y diversas instituciones internacionales. Los Estados han emergido a raíz de procesos históricos que en América Latina han diferido significativamente de los países centrales. Asimismo, al interior de América Latina ha habido y sigue habiendo importantes diferencias. Esas diferencias, tanto generales como específicas a nuestra región, han marcado profundamente las características de cada uno de nuestros Estados y por lo tanto de nuestros países; ellas no deben ser ignoradas en un análisis de los Estados y de sus posibilidades de adecuación a metas que, además de la democratización, tienen que incluir el desarrollo humano, el crecimiento económico y la equidad social.
Asimismo, los Estados son entidades permanentemente sujetas a procesos de construcción, de
reconstrucción y, a veces, de destrucción, sometidos a complejas influencias de la sociedad doméstica y la internacional.
La definición, de cuño weberiano, está enfocada en lo que el Estado es, no en la enorme variedad de cosas que el Estado hace o puede hacer. Asimismo, ella apunta al tema del poder, en términos de la gran concentración de poder (o, más precisamente, de poderes) implicada por el surgimiento y funcionamiento del Estado.
De acuerdo con esta definición, el Estado incluye al menos cuatro dimensiones. Una, la más
obvia y reconocida casi exclusivamente por buena parte de la literatura contemporánea, es el Estado como un conjunto de burocracias. Estas burocracias, generalmente organizaciones complejas y jerárquicamente pautadas, tienen legalmente asignadas responsabilidades apuntadas a lograr o proteger algún aspecto del bien, o interés, público o común. La medida en que sus burocracias se ajustan a esas responsabilidades marca el grado de eficacia del Estado.
El Estado es también un sistema legal, un entramado de reglas que penetran y co-determinan numerosas relaciones sociales. Actualmente, especialmente en democracias, la conexión entre las
burocracias del Estado y el sistema legal es íntima: las primeras se supone que actúan en términos de facultades y responsabilidades que les son legalmente asignadas por autoridades pertinentes -el Estado se expresa en la gramática del derecho. Esta es la medida de la efectividad del sistema legal del Estado. Juntos, las burocracias del Estado y la legalidad presumen generar, para los habitantes de su territorio, el gran bien público del orden general y la previsibilidad de una amplia gama de relaciones sociales. Al hacer esto, el Estado (más precisamente, los funcionarios y los intelectuales de variado tipo que hablan en su nombre) proclama garantizar la continuidad histórica de la unidad territorial y de la población respectiva, usualmente concebida como una nación o un pueblo. Estas pretensiones nos llevan a la tercera dimensión del Estado: intentar constituirse en un foco de identidad colectiva para los habitantes de su territorio. Típicamente, los funcionarios del Estado, especialmente los que ocupan posiciones en su cúpula institucional, afirman que el suyo es un Estado-para-la-nación o (sin entrar en detalles innecesarios en este momento) un Estado-para-el-pueblo o un Estado-para-la-ciudadanía. Con estas afirmaciones, repetidas innumerables veces, desde el Estado se nos invita al reconocimiento generalizado de un “nosotros” que apunta a crear una identidad colectiva (“somos todos argentinos brasileros-peruanos,” etc.) que, según se suele postular, estaría por encima de, o debería prevalecer sobre, los conflictos y clivajes sociales. La medida en que estas invocaciones suelen ser aceptadas como válidas marca otra dimensión del Estado, la de su credibilidad como auténtico representante y factor del bien público.
Hay aun una cuarta dimensión. El Estado es un filtro que se supone trata de regular cuán abiertos o cerrados están diversos espacios y fronteras que median entre el “adentro” y el “afuera” del territorio, los mercados y la población que delimita. Algunos de estos espacios son celosamente controlados otros nunca tuvieron barreras y otros han sido erosionados por los vientos de la globalización. Pero todo Estado intenta, o dice intentar, establecer filtros para el bienestar de su población y de los agentes económicos que operan en su territorio. Se trata aquí de la capacidad de filtraje de cada Estado, que se supone inteligente y realmente apuntada al bien público, trata entonces de la eficacia de las burocracias estatales, de la efectividad de su sistema legal, de su papel de foco de identidad y de su capacidad de filtraje. Pero estas cuatro dimensiones no deben ser atribuidas a priori a un Estado. Ellas son tendencias que -tal vez felizmente- ningún Estado ha materializado completamente, y que algunos Estados distan de haber logrado siquiera medianamente.
Las cuatro dimensiones básicas del Estado son históricamente contingentes; por lo tanto, la medida de su logro debe ser establecida empíricamente.
La dimensión organizacional del Estado se basa en burocracias, generalmente grandes y
Complejas. El carácter burocrático-organizacional del Estado es inherentemente no igualitario, tanto para los que trabajan en su interior como, generalmente, para los que desde la sociedad se relacionan con el mismo.
Además
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