Revolucion Juliana
Enviado por karina • 22 de Septiembre de 2013 • 2.199 Palabras (9 Páginas) • 562 Visitas
Contexto socio-histórico y hechos que llevaron a la Revolución
Desde 1895 se instala en el Ecuador una feroz dictadura jacobina pluto-oligárquica-usuraria, -que reemplaza y extermina a la antigua, respetada y respetable aristocracia de la sangre y del espíritu- auspiciada por la banca costeña, la finanza internacional -no olvidemos que a partir de esta fecha el capitalismo hace su entrada triunfal a nuestras tierras- y las fuerzas ocultas detrás del telón de la "historia oficial". (Nunca olvidar, que la historia la escriben los que vencen).
La dominación liberal radical tuvo todos los caracteres de un régimen totalitario: se vivió prácticamente el absolutismo del Estado al servicio de una oligarquía doctrinaria de tipo masónica, anticlerical y anticatólica, copia del viejo jacobinismo francés. La oligarquía creo una fuerza pública del mismo espíritu que impedía de hecho y con medidas frecuentemente sangrientas toda reacción, no solo de los elementos no liberales, sino aún de los liberales que no estaban con la línea de la camarilla dominante. Las elecciones eran un mito; los electores eran disueltos con cargas de caballería o con la intervención de garroteros más o menos remunerados; quienes votaban eran los policías y soldados, multiplicando el sufragio hasta el número ordenado y colaboraban con los miembros de las juntas electorales, designadas por el Ejecutivo, para destruir u ocultar los votos que ingenuos ciudadanos, irreductibles al desaliento, depositaban, desafiando el fraude o la violencia. Las reuniones de carácter político eran perseguidas como si se tratara de delitos de conspiración y la prensa no podía vivir sino cuando seguí las directivas del régimen imperante. Era una verdadera dictadura de partido, sostenida por la fuerza de las armas y del dinero.
Todo este sistema de política sectaria, agravado por el odioso control de la economía y la administración que beneficiaban sólo a quiénes rendían pleitesía al grupo dominante –léase los banqueros apátridas de la costa, como Urvina Jado-, acabó por poner frente a frente al régimen y a la enorme mayoría del país.
Podía sostenerse un estado de cosas así a cambio de ciertas obras o actuaciones de carácter fundamental. Pero al terminar el primer cuarto del siglo XIX se había agotado y todo el contenido creador, bueno o malo, del liberalismo radical ecuatoriano. Su laicismo empezaba a producir socialistas antes que liberales y el sentido católico reaccionaba pese a 30 años de campaña totalitaria hostil.
Para financiar el presupuesto nacional, los gobernantes recurrían a la banca privada a la que exigían empréstitos so pena de ser clausurados o sus fondos confiscados. Y esto tenía una razón de "gran peso": en esa época no existían instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y muchas otras que en la actualidad financian al Estado ecuatoriano y que hacen las veces de la añeja y también usurera plutocracia local. Así hoy en día el poder del dinero internacional directo reemplazo al de sus testaferros locales. En esos años, para poder "construir" carreteras, puentes, hospitales, etc. los gobernantes ecuatorianos debían recurrir a los bancos privados, que fueron, en definitiva, quienes aportaron con sus capitales para empezar a "construir" la infraestructura del país.
Con esos antecedentes, al llegar 1925 las deudas que el Estado había adquirido con la banca costeña -y especialmente con el Banco Comercial y Agrícola que presidía Francisco Urvina Jado- se habían convertido en impagables. Con dineros de la banca privada se financiaba la obra pública, se pagaba los sueldos de la burocracia, y se cubrían todos los gastos que el Estado realizaba o debía realizar. Y ese dinero, en su mayor parte, era dinero de Guayaquil. La situación económica del Estado se agravaba entonces por la gran emisión de billetes sin respaldo "en oro", ni en cualquier otra cosa, que -para poder cubrir estos empréstitos- había emitido dicho banco con autorización del gobierno de turno, contando para el caso con una ley monetaria que lo favorecía en todos los aspectos. Situación similar a la que se viviría posteriormente con las emisiones inorgánicas que de tanto en tanto haría -con el mismo propósito- el Banco Central del Ecuador, que nacería precisamente de la revolución Juliana –ironías de la vida-.
El ejemplo del Banco Comercial y Agrícola fue seguido por otras instituciones bancarias del país, que comprendieron que no había negocio más lucrativo que emitir billetes y concedérselos en préstamo, inmediatamente, al gobierno. Se abrieron entonces las llaves crediticias de la banca privada de todo el país que empezó a emitir sus propios billetes, desde el valor de un sucre en adelante.
Pero esta situación de financiamiento económico también le había dado a Guayaquil -y especialmente a Francisco Urvina Jado- un gran poder político que se reflejaba en el hecho que, desde las candidaturas para Presidente de la República, para senadores y diputados, hasta los nombramientos de los Ministros de Estado, generalmente impuestos desde las altas esferas del gobierno, debían ser conocidos y aprobados previamente por el poderoso banco.
Así estaba la política financiera del Ecuador, cuando el 1 de septiembre de 1924 ascendió a la Presidencia de la República el Dr. Gonzalo S. Córdova R., quien llegó al poder en momentos en que el pueblo ecuatoriano empezaba a sentir los efectos de una desestabilización económica de características alarmantes, producto del exceso de circulante que no tenía el "debido respaldo de oro"-como era usual, y lo peor no tenia respaldo en nada- y lo que es peor, cuando el pueblo estaba resuelto a no soportar más una elección presidencial basada en el apoyo de las bayonetas, el oficialismo y el poder económico.
En estas circunstancias, el pueblo organizado desató una fuerte y constante oposición al gobierno reclamándole mayor atención a los problemas laborales y exigiendo sustanciales reformas al sistema económico imperante.
Pero el Estado no podía resolver los problemas económicos que había heredado, pues "lo primero" que debía hacer era cancelarle a la banca privada los créditos que esta le había otorgado –no olvidemos que el gran negocio de todo buen usurero es el de hacer que su víctima nunca llegue a pagar su deuda-, y definitivamente no había dinero.
Era necesario encontrar una fórmula para eliminar a la banca acreedora -de manera especial a la guayaquileña, que era la más sólida y en base a eso ejercía gran poder económico y político- eliminando de paso la obligatoriedad de pagar las deudas contraídas. Solo así sería
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