Revolucion Mexicana

En la Revolución mexicana se fundamentó el poder de quienes asumieron la conducción del país a partir de la promulgación de la Constitución en 1917 y fue el referente y la fuente de legitimidad de las instituciones posrevolucionarias; por eso, para la transformación o la sustitución de éstas últimas era necesario cegar dicha fuente. El presidente Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo continúan aludiendo a la Revolución Mexicana como fundamento del Estado mexicano pero la interpretación varía en forma sustancial. Con Vicente Fox Quemada cesa esta referencia.

Para Salinas de Gortari, los ideales de la Revolución permanecen vigentes durante su régimen pero para ser fieles a ellos era preciso realizar reformas profundas “cambiamos porque queremos hacer realidad la Revolución”[3]. En su interpretación México ha vivido al amparo de numerosas reformas emprendidas en nombre de la Revolución. Éstas, en su momento obtuvieron logros importantes pero sus posibilidades se agotaron ante las nuevas circunstancias externas e internas que enfrentó el país hacia finales del siglo XX. Las reformas revolucionarias “ya no son la garantía del nuevo desarrollo que exige el país”. [4] Para volver al Estado que se planteó originalmente la Revolución era preciso desmitificarla e introducir cambios en el Estado, promover nuevas formas de organizar la producción y crear nuevos esquemas de participación y de relación política[5].

De esta forma, el discurso presidencial reconoce el carácter fundacional de la Revolución mexicana pero toma distancia del hecho histórico situándolo en un pasado heroico que generó instituciones y prácticas políticas, las cuales con el tiempo perdieron su vigencia y resultan inoperantes a finales del siglo XX e inicio del XXI. Con ello marca un parteaguas que separa “lo viejo” de “lo nuevo”, que deslegitima las instituciones entonces vigentes y, plantea la necesidad de sustituirlas en nombre de “la modernización” y que, además, expresa la división de la “familia revolucionaria” y la exclusión de una parte de ella de las altas esferas del poder como resultado de la confrontación política e ideológica de los años sesenta y setenta.

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