Secuencia didáctica las islas Malvinas
Enviado por mariferisa • 5 de Abril de 2018 • Monografía • 2.456 Palabras (10 Páginas) • 1.084 Visitas
LAS MALVINAS SON ARGENTINAS
SECUENCIA DIDÁCTICA
INTRODUCCIÓN
Es importante conocer las razones y los hechos que respaldan porqué decimos que “Las Malvinas son argentinas”. Dicha afirmación encuentra argumentaciones en los ámbitos: históricos, geográficos, jurídicos y diplomáticos.
Históricamente, todo el período en que nuestro suelo americano estuvo bajo dependencia hispánica, las Malvinas formaron parte de la Corona Española. En el año 1810, cuando la Revolución de Mayo puso fin a esta relación de dependencia, las Provincias Unidas del Río de La Plata heredaron las islas junto al territorio nacional. Esta situación fue reafirmada en la Declaración de la Independencia de 1816 y también en los distintos actos de los primeros gobiernos patrios.
Geográficamente, las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y sus espacios marítimos e insulares pertenecen a la plataforma continental argentina, son continuación natural de nuestro territorio. Las islas son un desprendimiento geológico del territorio argentino, es por esto que su relieve y su estructura son semejantes con algunos sectores de nuestro país.
Jurídica y diplomáticamente, desde que las islas fueron usurpadas por Gran Bretaña en el año 1833, ya éramos Nación Independiente y nuestro país nunca renunció a sus derechos soberanos, realizó reclamos de manera permanente y ha recibido pronunciamientos favorables a nuestro pedido por parte de organismos internacionales como la ONU (Organización de Naciones Unidas).
La convicción de reafirmar nuestros derechos sobre las Islas Malvinas atraviesa varias generaciones. Por ello, es fundamental el rol que tenemos como educadores para seguir transmitiendo la importancia que tiene este reclamo legítimo.
Hablar de Malvinas en la Escuela implica rever un pasado lejano que aprendemos a través de documentos y a recordar un hecho trágico de nuestro pasado reciente, que aún permanece como una herida abierta: la guerra de Malvinas ocurrida en el año 1982 cuando nuestro país estaba gobernado por la dictadura cívico militar. Es decir, hablar de las Malvinas implica también hablar de nuestra Memoria y de nuestra Soberanía, pilares fundamentales para formarnos y formar ciudadanos argentinos comprometidos con el destino de nuestro continente y con la vigencia de los Derechos Humanos.
La Comisión Nacional de ex combatientes, junto a organismos del Gobierno Nacional, en el año 2012, comenzó la tarea de relevamiento y contacto con lxs familiares de los soldados no identificados. Junto a las familias que prestaron consentimiento, se tomaron las muestras de ADN para realizar el cotejo genético. A pesar que el Reino Unido dilató estas acciones, la persistencia argentina y de la Cruz Roja hicieron posible que se lleve a cabo esta tarea humanitaria de reconocer los cuerpos de los caídos en combate. Esta tarea posibilitó a muchas familias reconocer el lugar donde descansan sus seres queridos aunque todavía no está finalizada.
LA GUERRA DE MALVINAS DESDE UNA PERSPECTIVA DE DDHH A principios de la década del `80, las consecuencias de la grave crisis económica, producto de las políticas implementadas por Martínez de Hoz, Ministro de Economía de la dictadura cívico militar, se hacía sentir con fuerza sobre la población con salarios congelados mientras la inflación rondaba el 7% mensual y el impuesto al consumo se incrementaba. El conflicto social crecía y se extendía por distintos frentes, marcando un progresivo debilitamiento de la dictadura.
El 30 de marzo de 1982, último año de la dictadura, una masiva movilización organizada por la CGT con el propósito de expresar el rechazo del pueblo al gobierno militar y una solución a los problemas económicos sociales que afectaban a los trabajadores, puso en alerta a la cúpula militar. Buscaron una salida desesperada iniciando acciones bélicas irracionales que, apelando a un sentimiento nacional muy arraigado en los argentinos, le permitiera recomponer su imagen y conservar el control del poder. En este manotazo de ahogado, apresuraron las operaciones del desembarco en Malvinas para el 2 de abril.
La Iglesia no se movilizó para impedir la invasión a Malvinas y el Episcopado argentino vio en la recuperación de las islas una oportunidad para superar el aislamiento de las Fuerzas Armadas. Para el Cardenal Aramburu, había llegado el momento de la ”legítima unidad” que sólo se logra con la “reconciliación”. Una legítima reivindicación nacional podría borrar los horrores desplegados a partir del Terrorismo de Estado desatado en 1976 y las consecuencias que deberían afrontar los genocidas.
Los jóvenes e inexpertos soldados argentinos tuvieron que combatir no sólo contra una fuerza inmensamente superior, sino también sufrir el hambre, el frío, la incompetencia y crueldad de sus propios jefes, muchos de los cuales habían sido integrantes de los grupos de tareas de las fuerzas armadas que secuestraban, torturaban y desaparecían ciudadanos en el territorio argentino.
Al margen del accionar represor de la dictadura en el territorio; y de los errores tácticos y estratégicos que definieron la suerte de esta guerra, lo que aparece como inconcebible son los injustificados malos tratos, las crueldades de oficiales y suboficiales hacia sus soldados como los estaqueos durante horas en la turba mojada, con temperaturas bajo cero, torturas y vejaciones. En su gran mayoría eran castigos por robar comida. Se podría decir que el genocidio que se inició el 24 de marzo de 1976 se continuó en Malvinas.
Finalizada la guerra, los jóvenes soldados, en su condición de prisioneros de guerra, permanecieron en las Islas unos días más (en algunos casos hasta julio) hasta que fueron embarcados de regreso al continente y luego devueltos a sus guarniciones y hogares. En la mayoría de los casos, en condiciones de semi clandestinidad, con la orden expresa de no hacer declaraciones de prensa y no contar lo que habían vivido a sus familiares, que en muchos casos implicaba callar las violaciones a los DDHH de las que habían sido víctimas.
El descrédito de la dictadura por la derrota abrió las puertas para las denuncias sobre las masivas violaciones a los Derechos Humanos cometidas desde el golpe de Estado.
El sufrimiento por las consecuencias de esta guerra y el dolor de las familias de los soldados que perdieron la vida se sumó así al de miles de familias argentinas que lloraban en silencio a las víctimas de la represión ilegal.
Las crueles consecuencias de la guerra tuvieron como protagonistas centrales a los jóvenes. Muchos de ellos tuvieron serias dificultades para retomar su proyecto de vida y por muchos años no pudieron encontrar los medios para expresar ese sentimiento que provocó en ellos el conflicto de Malvinas.
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