Sobre la producción de obras de arte en el sistema capitalista

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Título: “Sobre la producción de obras de arte en el sistema capitalista”.

Introducción:

¿Es posible imaginar al sistema capitalista, el neoliberalismo inmiscuido en nosotros, como una matriz fértil de subjetividades que promuevan alteridad y solidaridad?

¿Es posible crear una obra de arte que no reproduzca la lógica de este sistema, planteada por las industrias culturales, en vistas de una transformación social?

Hipótesis:

El capitalismo posee una lógica totalitarista, de repetición e individualista que se retroalimenta desde todas las esferas, impidiéndonos imaginar que puede existir otra cosa. La obra de arte es un recurso que posibilita replantearnos nuestro pasado, presente y futuro; y así por medio de la reflexión, poder pensar en una lógica distinta que pondere la alteridad y solidaridad como ejes para la transformación social.

Delimitación del corpus teórico y plan de trabajo:

De Sousa Santos, Buaventura, “La caída del Angelus Novus : Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política”. Bogotá, Ediciones Antropos Ltda., 2003.

Horkheimer, Max – Adorno, Theodor. “La industria cultural. Iluminismo con mistificación de masas” en  “Dialéctica del Iluminismo”[1944], Sudamericana, Buenos Aires, 1988.

Por medio de citas a los distintos autores y el análisis de ellas, se llevará a cabo un diálogo entre los textos pretendiendo encontrar algunos paralelismos e ideas en común que reafirmen lo planteado en la hipótesis.

Se tomarán como categorías conceptuales para el análisis las siguientes: capitalismo, imágenes desestabilizadoras, amusement, negatividad del arte.

Desarrollo:

“La civilización actual concede a todo un aire de semejanza” (Horkhaimer- Adorno, 1944)^[1] Vivimos en una época en la que la repetición y la uniformidad se han vuelto el esquema en la sociedad; el esqueleto de todo lo que consumimos, hacemos y somos. "El amusement es la prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío. Es buscado por quien quiere sustraerse al proceso del trabajo mecanizado para ponerse de nuevo en condiciones de poder afrontarlo. Pero al mismo tiempo la mecanización ha conquistado tanto poder sobre el hombre durante el tiempo libre y sobre su felicidad, determina tan íntegramente la fabricación de los productos para distraerse, que el hombre no tiene acceso más que a las copias y a las reproducciones del proceso de trabajo mismo. El supuesto contenido no es más que una pálida fachada; lo que se imprime es la sucesión automática de operaciones reguladas. Sólo se puede escapar al proceso de trabajo en la fábrica y en la oficina adecuándose a él en el ocio. De ello sufre incurablemente todo amusement. El placer se petrifica en aburrimiento, pues, para que siga siendo placer, no debe costar esfuerzos y debe por lo tanto moverse estrechamente a lo largo de los rieles de las asociaciones habituales. El espectador no debe trabajar con su propia cabeza: toda conexión lógica que requiera esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada.” (Horkhaimer- Adorno 1944^[2]) Somos sujetos alienados, de un supuesto carácter universal que supera al individual. Las diferencias entre las cosas e individuos son meramente superficiales y ya han sido clasificadas por otros; toda variación peligrosa es tomada por el sistema y absorbida por él. Nosotros aceptamos este hecho, lo reproducimos y demandamos en todas nuestras actividades, en el ocio y en el trabajo. Estos hechos en conjunto conforman el carácter totalitario del capitalismo.

Este sistema económico y social ha atravesado varios momentos históricos y se ha sostenido en el tiempo. “Así el largo plazo se paraliza en el corto plazo y este, que siempre fue la moldura temporal del capitalismo, permite a la burguesía producir la única teoría de la historia verdaderamente burguesa: la teoría del fin de la historia” (De Sousa Santos, 2003)^[3]. Una constante celebración del presente que plantea al capitalismo como la única salida y solución a todos los problemas; la emancipación social deja de ser necesaria desde esta perspectiva (o por lo menos es lo que quieren hacernos creer). En cambio se instala en el deseo del pueblo una vaga idea de transformación basada en el éxito burgués (alcanzable por muy pocos), determinada en su mayoría por azar, que no pretende solidaridad para con los otros ni valores democráticos, sino enaltecer el éxito por medio de la diferencia entre lo que tienen unos pocos y lo que les falta a muchos otros. La cultura de masas enseña e inculca la condición necesaria para tolerar esta vida despiadada.

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