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Soluciones A Problemas Sociales


Enviado por   •  21 de Enero de 2012  •  11.542 Palabras (47 Páginas)  •  1.424 Visitas

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ASCLEPIO

Proponemos aqui una version del Asclepio (el Esculapio latino) última parte del Corpus Herméticum. Nos hubiera gustado disponer de suficiente tiempo como para revisarla en detalle, pero a falta del mismo y para no privar a nuestros lectores de un texto tan importante, lo hemos dejado como surgió de nuestro trabajos de traducción realizados hace ya varios años.

El texto de este tratado ha sido conservado en latin en su totalidad, y existen breves párrafos conservado en griego, en citas de escritores y de la patrística griegos. El texto latino ofrece algunas grandes dificultades, especialmente cuando el traductor latino, que usa un bajo latin, recurre a una misma palabra para vertir dos términos griegos, por ejemplo la voz griega HYLE, que significa materia, y la voz griega KOSMOS que significa mundo, ambas frecuentemente las traduce con una sola palabra: MUNDUS, lo que en algunos párrafos ofrece dificultades casi insalvables. Sin contar además que el griego es una lenguaje de alta precisión gracias al uso de partículas y artículos que el latin carece, y especialmente en esta descuidada traducción latina.

En fin si el tiempo y las exigencias de la vida nos dan un respiro, prometemos revisarla, dividirla en capítulos que mejoren su interpretación y agregarle notas aclaratorias donde fuera necesario.

Hasta entonces, aquí queda para vuestro disfrute.

[ASCLEPIO : ASCLEPIO PARA MI ES EL SOL]

Libro sagrado de Hermes Trismegisto dirigido a Asclepio.

1 Dios, sí, Dios te trajo, ¡oh Asclepio!, a que asistieras a esta conversación divina, que lo es con razón, porque de todas las que hasta ahora tuvimos o que a nosotros nos inspiró el númen divino, esta aparecerá, por su escrupulosa piedad, como la más divina. Que si te mostraras capaz de comprenderla, tu alma será colmada de todos los bienes - si es que en verdad hay muchos bienes y no Uno sólo, en el que están todas las cosas. Porque ambos términos son recíprocos, pues todas las cosas dependen de Uno y este Uno es todas las cosas. De tal manera están unidos uno al otro que es imposible separarlos. Pero entenderás ya estas cosas a lo largo de la exposición de nuestro discurso, si prestas diligente atención.

Ahora, oh Asclepio!, ve y llama a Tat, que no está muy lejos, para que él también asista.

Venido Tat, Asclepio propuso que también asistiera Amón. A lo que Trismegisto dijo: "No hay en mí animadversión alguna en su contra: antes bien recuerdo que a él le dirigí muchos de mis escritos, como lo hice también con Tat, hijo muy amado y querido, a quién consagré muchos tratados de la naturaleza, e innumerables exotéricos. Pero este tratado de hoy lo escribiré en tu nombre.

Luego de Amón, no llames a nadie más, no sea que un tema tan religioso y de tanta importancia sea profanado por la presencia e intervención de muchos. Es impío divulgar masivamente un asunto tan lleno de la entera majestad de Dios."

Entrado Amón al santuario y lleno el santo lugar de la piedad de los cuatro varones y de la presencia divina, embargados en venerable silencio, pendía el ánimo de todos de los labios de Hermes, cuando el divino Cupido comenzó así:

- Oh Asclepio!, toda alma humana es inmortal, pero no todas lo son de la misma manera, difieren en el cómo y en el cuándo.

- Pero Trismegisto ¿no son todas las almas iguales?

- ¡Ay Asclepio, qué rápido dejaste el camino verdadero de la razón! ¿No dije ya que Todo es Uno y Uno es Todo, puesto que todas las cosas estaban en el Creador antes que las creara? Y no sin razón se dice que El es todas las cosas pues todas son partes suyas. Tendrías que recordar siempre en toda esta discusión que Uno es el Todo, y El mismo, el Creador de todas las cosas.

Todo baja del Cielo a la tierra, al agua y al aire, y sólo el fuego, que va hacia arriba, vivifica, y lo que va hacia abajo a él se subordina.

Todo lo que de lo alto desciende es generador, y por el contrario lo que emana hacia arriba es nutriente. Solo la Tierra, que es propio sostén de sí misma, es receptáculo de todas las cosas, y restituidora de todas las especies que antes acogió. Esto es pues el Todo, como te recordarás, que contiene todas las cosas y es todas las cosas.

La Naturaleza contiene y envuelve al Alma y al Mundo, y los agita a fin de que, producidas las variadas cualidades de todas las múltiples figuras de todas las cosas, se reconozcan, por las diferencias, los infinitos aspectos de las especies, que sin embargo están unificadas de manera tal que finalmente se puede contemplar cómo el Todo es Uno, y cómo está compuesto de todas las cosas.

3	Ahora bien, cuatro son los elementos de los que está formado el Mundo, a saber, fuego, agua, tierra, aire. Pero Uno es el Mundo, Una el Alma, Uno Dios.

Préstame ahora toda tu atención, cuanto pueda tu mente, cuanto valga tu astucia. Porque la razón de lo divino, que se conoce por aplicación de la mente divina, es semejante a un torrente que se precipita de lo alto con impetuosidad incontenible, de manera que, por la gran rapidez, se adelanta a nuestra percepción, no sólo de los que la están escuchando sino también de los que la enseñamos.

Prosigamos. El Cielo, dios sensible, es quien administra todos los cuerpos, cuyo crecimiento y disminución dependen del Sol y de la Luna. Pero el Cielo, y la misma Alma y todas las cosas, Dios que las creó es el que las gobierna. Desde todos estos cuerpos celestes, gobernados por Dios mismo, emanan constantes influencias que se ejercen a través de la materia y del ser íntimo de todas las especies y de cada individuo en la general naturaleza. La materia ha sido preparada por Dios para ser el receptáculo de las formas múltiples individuales, pero la Naturaleza conforma la materia en lo particular por medio de los cuatro elementos y conduce hasta el Cielo la totalidad de los seres que complacen las miradas de Dios.

4 Todas las cosas pues que dependen de lo alto se dividen en formas individuales de la siguiente manera: Los individuos de cada género toman la forma del género, de manera que el género mantenga su uniformidad como totalidad, y el individuo sea una individualidad suya. No es así sin embargo en los dioses, en los cuales cada individuo es su propio género. Lo mismo ocurre en los demonios. El género de los hombres, e igualmente el de las aves y el de todos los seres que contiene el Mundo engendra a los individuos dentro de su propia similitud. Hay otro género de seres vivos, género en verdad sin alma pero no carente de reacción, por donde mejora con los buenos tratos y decae y perece con los malos. Me refiero a todos los que viven de la integridad de sus raíces y ramas, y que abundan dispersos

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