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Enviado por jorgecuetofayl • 21 de Septiembre de 2015 • Biografía • 1.087 Palabras (5 Páginas) • 152 Visitas
Birdman, otra película decadente y un texto para situarla en el paquete.
Jorge Peré
Birdman or Unexpected virtue of ignorance (Birdman o La inexplicable virtud de la ignorancia, 2014) corrobora al menos dos cosas: que aún en la república hollywoodense –estigmatizada por la alternativa de las llamadas cinematografías aleatorias o periféricas–, atravesada por el morbo del entertainment y la producción seriada de películas taquilleras, el ingenio tiene cabida; y, por otra parte, la auténtica mayoría de edad como cineasta del director mexicano Alejandro González Iñárritu (1963).
Después de cuatro largometrajes –Amores perros (2000), 21 gramos (2003), Babel (2006), y Biutiful (2010) –y un cúmulo de nominaciones a los Premios Oscar, BAFTA, Cannes y Globos de Oro, González Iñárritu, parece haber encontrado, a través de una cinta rigurosamente elaborada, la perfecta síntesis de sus obsesiones como realizador y la equilibrada hondura ideoestética que lo hiciera merecedor del Óscar a Mejor Director (2015) con Birdman…Sin embargo, ni siquiera este banal encumbramiento es capaz de relucir los méritos sobrados de una película de otra época. Sí, el lector ha escuchado bien. De otra época. Birdman… es una epifanía, un híbrido pretensioso que ha deglutido y exasperado las poéticas imprescindibles del cine moderno y contemporáneo, un link conducente a un espacio multirreferencial, la radiografía de una acumulación de procedimientos y retóricas –que transitan desde OrsonWelles hasta Peter Greenaway, pasando por Fellini, Kubrick, y otro tercio de autores experimentales–, el clarín desmitificador y apocalíptico de una noción ya enquistada y devenida en manierismo en torno al cine contemporáneo y sus valores artístico-expresivos.
¿Entonces, cómo pensar en la película, de manera coherente y distanciada, luego de tanta enjundia verbal –acaso epidérmica y subjetiva? ¿Cómo abrirle un espacio sin emprenderla con el cine de moda, ese que discurre de manera convencional, responde a códigos hechos, transparenta una imagen perfectible, ajustada, cómoda al espectador? De cualquier modo, ¿Birdman… será el “tic” nervioso que aparece a ratos a modificarnos la percepción sobre determinados paradigmas epistémicos incrustados en el inconsciente colectivo?
Conjeturas aparte, la historia que nos relata el filme se entreteje a partir de un actor famoso, icono de la industria, venido a menos, que intenta, producto del rechazo que empieza a causar en el mundo del espectáculo, refugiarse en las tablas y los telones de Broadway, en sus últimos años de carrera. Valdría acotar que Riggan Thomson (Michael Keaton) no es un actor cualquiera. De hecho, en sus años de juventud dio vida, en una saga de tres películas, a un superhéroe de audiencia y publicidad ilimitada, como puede ser Birdman (“Hombre pájaro”). El hombre, no obstante, ha decidido incursionar de manera seria en el teatro con una obra de su autoría, que también dirige y protagoniza. Raymond Carver es el título de la puesta.
Riggan, mientras tanto, permanece en un ojo de huracán, agazapado en sus miedos e intentado soslayar su pasado profesional. En él coexisten la voluntad de cambio y la turbación del posible fracaso en su nueva empresa. El espectador a ratos accede al monólogo acechante de una voz –que atribuimos al Riggan frustrado– que reacciona desdoblando el carácter de nuestro personaje. Y es que Riggan ha quedado cautivo de su vida anterior, y en este sentido, manifiesta determinados poderes síquicos, una suerte de fuerza extraordinaria heredada del personaje que encarnara en su juventud. La tensión entre ambos personajes, el Riggan superhéroe y el Riggan personaje de teatro, construye, dinamiza, y erosiona desde el punto de vista ficcional la subjetividad del sujeto Riggan Thomson –complemento de una triada ficticia–, que se advierte crispado, afectado de manera insalvable, y termina por diluirse en la naturaleza de esos caracteres disímiles que encierra dentro de sí.
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