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Enviado por alejor_85 • 8 de Junio de 2019 • Trabajo • 3.440 Palabras (14 Páginas) • 137 Visitas
Arturo Martín Jauretche
Arturo Martín Jauretche nació en Lincoln, Provincia de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1901 y paradójicamente falleció en Buenos Aires un 25 de mayo de 1974. Su vida fue una intensa búsqueda de verdades y un continuo cuestionamiento de los mitos instalados en la sociedad argentina por la clase dominante. En el transcurso de su incesante lucha, pasó desde una juventud conservadora en su Lincoln natal a una posición revolucionaria antiimperialista en sus años de adultez. Solía decir de sí mismo: “Al revés de tantos políticos, yo subí al caballo por la derecha y termino bajándolo por la izquierda”.
Uno de sus objetivos clave era mejorar, como él señalaba, “El destino de los paisanos”. Inicia una militancia al lado de Hipólito Yrigoyen participando en las rebeliones del ‘30 contra el gobierno fraudulento de Justo, la fundación de la “Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina” (FORJA) en 1935 junto a sus dos grandes amigos Homero Manzi y Raúl Scalabrini Ortíz, la década de plena militancia antiimperialista con la bandera de “Somos una Argentina colonial; queremos ser una Argentina Libre”, hasta la disolución del forjismo en 1945. Años más tarde se reincorpora a la pelea y, a partir de 1955 y hasta sus últimos días, se desempeña como columnista en diarios clandestinos siempre en una clara oposición al sistema semicolonial.
En el apogeo de su militancia, busca acercarse a dos jóvenes oficiales que aparecen como fuertes figuras del G.O.U. (logia nacionalista de creciente influencia a lo largo de 1943). Ellos son los coroneles Juan D. Perón y Enrique P. González. Jauretche se vincula inmediatamente con Perón a quién ve como el “hombre de la revolución”; establece contactos con Amadeo Sabattini (entonces político honorable de la Unión Cívica Radical) tratando de acercarlo a Perón. Ese acercamiento entre Perón y Sabattini finalmente no prospera más allá que una única entrevista personal. Sim embargo, Jauretche no cesará en su afán de “radicalizar la revolución y revolucionar el radicalismo”, por lo que a mediados de 1944 decide presentarle a Perón un plan que designaba un interventor militar en la provincia de Buenos Aires, para el cual Perón debía elegir entre varios intendentes de origen radical. Así es como el general Juan Carlos Sanguinetti es el escogido pero al tener una línea de acción distinta, motiva un alejamiento temporario entre Jauretche y Perón.
Dos años más tarde, Jauretche se desempeña como presidente del Banco Provincia entre 1946 y 1950. Y, posteriormente, no va a ocupar otros cargos públicos. En esta etapa, mantiene una actitud crítica hacia la orientación económica del gobierno de Perón.
En 1973 es designado presidente de la editorial universitaria E.U.D.E.B.A., cargo que desempeñó hasta su muerte, el 25 de mayo de 1974. Caído Perón en 1955, junto con Scalabrini Ortiz, son los primeros en rehabilitar la Revolución Justicialista y denunciar el plan oligárquico de la Revolución Libertadora. Comienza entonces una muy valiosa tarea como escritor. Por mencionar algunas de sus obras: El Plan Prebisch: Retorno al coloniaje (1955), Ejército y Política (1958), El medio pelo en la sociedad argentina (1966), Los profetas del odio y la yapa: La colonización pedagógica (1967), Manual de zonceras argentinas (1968).
San Jauretche
En el año 2000, próximo a cumplirse el centenario del nacimiento de Arturo M. Jauretche, el grupo de rock nacional Los Piojos con Ciro Martínez en la voz principal, componen para dicha conmemoración el tema “San Jauretche” que formó parte del 5° álbum de estudio de la banda “Verde Paisaje del Infierno”. El mismo enmarca el desarrollo histórico de la Argentina.
“Perdimos el tiempo justo / para ser la gran nación / el ser chicos hoy nos duele / en el alma y la ambición”.
Como dice el escritor Jorge A. Ramos en su libro Revolución y Contrarrevolución en la Argentina: “Somos un país porque no pudimos integrar una Nación y fuimos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos". La división de la América Latina fue resultado de un complejo proceso político, económico y social, que comenzó con las luchas por la Independencia hace dos siglos. Ni Bolívar, ni San Martín, ni O´Higgins (entre tantos otros luchadores por la Independencia), pensaban en las actuales repúblicas. Tenían muy clara la idea de una Hispanoamérica común. Ya desde los tiempos coloniales, el poder político español reconocía las particularidades regionales de América y había establecido un gran territorio dividido solo en cuatro virreinatos, que luego de la independencia desencadena en más de veinte países. Solo del Virreinato del Río de la Plata surgen cuatro países, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Inclusive el hecho que Uruguay se haya separado de las Provincias Unidas, fue una táctica premeditada de origen inglés como una barrera entre Argentina y Brasil, que buscaba impedir el dominio de la costa del plata por un solo país.
Los entonces jóvenes países se armaron en general en torno a las ciudades más ricas de cada región, con liderazgos basados en las explotaciones minerales y monocultivos o en los poderosos comerciantes de sus puertos. Las nuevas repúblicas construidas de manera funcional a sus elites económicas y a la hegemonía extranjera reinventaron la historia, haciendo paradójicamente que sus próceres vencedores de la Independencia fueran vencidos en su afán de una Patria Grande. El mismo Jauretche decía que más que haber una historia de la política, lo que aprendíamos era una política de la historia.
Con la desarticulación de la Patria Grande solo conseguimos ser naciones subestimadas. Desaprovechamos poder ser parte de una gran Nación federal, heterogénea pero menos vulnerable a las hegemonías dominantes. Y olvidamos las similitudes que nos unen. Un habitante de la provincia de Jujuy es más parecido a un boliviano que a un porteño de Buenos Aires. Un formoseño o correntino es afín al paraguayo con quién comparte una raíz común guaraní, o los cuyanos de la cordillera que sin duda se asemejan al chileno.
Afortunadamente, en los últimos tiempos ha vuelto a cobrar fuerza el proceso de integración latinoamericana, que motiva a los Estados a contrarrestar el poderío funcional a los proyectos de dominación de América del norte. Es un proceso de unión, que no excluye países por diferencias políticas (como lo demuestra la participación en UNASUR o la CELAC de Colombia o Chile). Y no es ajeno a esta unión el fracaso del neoliberalismo y el consenso de Washington, que supo poner al continente y sus países en niveles críticos de endeudamiento, pobreza y exclusión.
“Hubo un día en que la historia / nos dio la oportunidad
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