Teatro Bolshoi de Moscú

Teatro Bolshoi de Moscú, época actual, la orquesta ensaya un concierto para piano de Mozart, en las graderías, oculto, Andrei Filipov observa y “dirige”, en sus manos no sostiene una batuta sino una escoba, y a poco de iniciados los acordes del piano, suena su celular interrumpiendo y quebrando toda la atmosfera musical. Ya en esta breve escena se dibujan los elementos centrales del filme: quiebres, interrupciones y música, aunque también la película nos hablará de política y de anhelados encuentros.

Andrei fue alguna vez el afamado director de esa orquesta que hoy observa, un músico obsesionado con el concierto para violín y orquesta de P.I.Tchaikovsky, y que busca a través de este, una suerte de concreción de un ideal musical. Esa búsqueda se vio brutalmente interrumpida cuando en plena función es destituido y declarado “enemigo del pueblo” por defender los derechos de los músicos judíos del Bolshoi, quienes se ven expulsados de sus labores por el régimen encabezado en ese momento por el jerarca soviético Leonidas Brezhnev.

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La oportunidad de revertir tan aciago e injusto destino llega a sus manos en la forma de un fax dirigido a la dirección del Teatro, invitando a la orquesta a dar un concierto en el Teatro Chatelet de París. Andrei se apropia de la invitación y en dos minutos fragua su plan: armará una orquesta clásica, viajará a París con ella, suplantando a la verdadera y ofrecerá el concierto, saldando la deuda con su vida y con quienes la destruyeron.

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