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Teoría y Análisis político


Enviado por   •  16 de Marzo de 2019  •  Tarea  •  3.238 Palabras (13 Páginas)  •  104 Visitas

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1.- Conforme lo expresado por García Linera y, en virtud de lo estudiado en la Clase 5 de éste curso, las denominadas democracias abiertas que se dieron en la región a comienzos del presente siglo, podrían caracterizarse como “democracias de contraste”. Si bien no puedo decir que el “contraste” sea una categoría que permita caracterizar un régimen político, intento con la utilización del término brindar la idea de una nota distintiva que, sin alcanzar el rango, permite darnos la idea de opuesto, de cambio. Este cambio estuvo dado principalmente por la mayor participación social en los procesos democráticos de principios del siglo XXI que permitieron el acceso al poder estatal a representantes de las masas populares que gozaban de una base social mas amplia en términos de consenso y, en definitiva, de legitimidad. Podría decirse que desde comienzos de los siglos XIX, XX y XXI se produjeron movimientos sociales cuyo objetivo y finalidad fue subvertir el orden impuesto en cada momento histórico.

Centrándome en la consigna propuesta, digo que hubo en Latinoamérica un comienzo de siglo en el cual las democracias contrastaron con el régimen político y económico inmediatamente anterior, pues el cambio de paradigma estuvo signado por políticas económicas que intentaron, mediante distintas acciones estatales, la recuperación nacional que hasta ese momento se encontraban cooptadas por los gestores de lo que denominamos neoliberalismo. García Linera hace una clara referencia a la importancia de la economía una vez que se accede al poder y mi coincidencia no puede no ser absoluta; la recuperación de empresas que eran del Estado y volvieron a serlo, el fortalecimiento de la economía interna, el desendeudamiento externo, la promoción de las economías regionales, entre otras, fueron las causas que permitieron el diseño, desarrollo y ejecución de políticas de inclusión social mediante la ampliación de derechos y, no menos, el reverdecer de una conciencia social regada por sensibles mejoras en el campo de la educación, la salud y la cultura[1].

No menor resulta la importancia del desarrollo de políticas de integración regional promovidas a través del intercambio político y económico y, también, mediante la creación de nuevos organismos supra-estatales integrados por los países del cono sur. El fortalecimiento político del MERCOSUR, el nacimiento de la UNASUR, la CELAC y otros, significaron un compromiso internacional como nueva opción de desarrollo y crecimiento regional frente al status quo reinante a nivel mundial.

Por ello hablo de “democracias de contraste”. No obstante y lamentablemente, el proceso se ve hoy interrumpido por el advenimiento de una nueva oleada neoliberal que conlleva a la necesidad de instalar nuevos procesos de análisis y debate. Para concluir, considero que debemos aspirar a la instauración definitiva de ese contraste oponible y si bien es claro que existe una base social amplia que “ejerce” la denominada democracia de las plazas, parece ser que una de las claves es la integración de todos esos sectores que es hoy, al menos, incipiente y permanente. Para ello, García Linera, destaca el atraso en el plano cultural, planteado en su carácter revolucionario[2]. Agrego a ello que el cambio cultural resulta ser fuente insustituible en todo proceso que mas que contrastar, instale definitivamente un nuevo orden social.    

2.- En mi opinión, creo que no podemos decir que seguimos siendo países dependientes luego de los gobiernos pos-neoliberales que se sucedieron al término de la década del `90, aunque tampoco alcanza para sostener que logramos la ansiada independencia.

Durante esos 10 o 15 años posteriores, en los países de Latinoamérica o al menos en la mayoría, se dieron gobiernos progresistas que llevaron adelante políticas que abarcaron varios aspectos que son necesarios para el desarrollo regional, considerándolo como bloque internacional. Pero este proceso hoy se ve interrumpido ya que dos de las mas grandes economías han variado el rumbo debido gracias al advenimiento, nuevamente, de políticas de derecha que lejos de continuar el proceso iniciado, se instalaron para frenarlo, impidiendo su continuidad mediante las correcciones de errores de los que pudo adolecer aquella avanzada de tinte mas socialista; lamentablemente, excepto México, el resto de Latinoamérica parece comenzar a enrolarse en ésta tónica.

Teniendo en cuenta los distintos aspectos que pueden analizarse para intentar responder la consigna, comenzaré por destacar que el abordaje de la América Latina como una “unidad problemática”[3], si bien no puede resumirse únicamente al colectivo social, permite indagar ese complejo conglomerado y es allí donde deberíamos comenzar a buscar las claves que nos permitan descifrar el porqué de la situación actual. Creo que hemos avanzado socialmente siendo este aspecto el que más permite sostener la esperanza para lograr alguna vez la independencia. Desde la organización de los Estados Latinomericanos a nuestros días, ha ido in crescendo una base social cada vez mas sólida y aglutinada que se ha naturalizado ya como una fuerza de resistencia, con un alto grado de organización y movilización. Muestra de ello es la oposición multitudinaria a los “líderes mundiales” que se han dado cita estos días en nuestro país con motivo del G20. En esta inteligencia y comprensión entiendo que se puede hablar de independencia pues ese conglomerado ya no solo es un revoltijo humano, sino mas bien, una fuerza presente que persiste poniendo, o intentando poner, límites a las políticas neoliberales. Lo mas importante de ello es el mantenimiento de ese reclamo en cada oportunidad posible. Pero hay todavía una etapa pendiente que es la superación de ciertas consignas, que no podemos calificar de dogmáticas, aunque están instaladas aún en el pensamiento profundo y no permiten un desarrollo de lo que García Linera enseña cuando refiere a los procesos de “politización social”[4].

Entrando ahora en el plano económico y en línea con lo dicho anteriormente, los gobiernos pos-neoliberales han llevado adelante procesos virtuosos de recuperación nacional de empresas estratégicas en el área de la energía y de los servicios; han empoderado al Estado como un fuerte actor en las áreas de la educación, el trabajo, las ciencias, la cultura, la salud y la previsión social. No obstante, y siendo una premisa insalvable, nada ocurre al ciento por ciento. Lo digo en el sentido de que esas políticas no lograron modificar en profundidad la infra-estructura económica y muchos actores históricos permanecieron vivos y, en muchos casos, siguieron siendo “socios” de los Estados esperando agazapados una nueva oportunidad; pensemos en las empresas trans-nacionales que se mantuvieron con concesiones o licencias administrativas otorgadas con anterioridad desde el propio Estado, siendo necesario aclarar que al referir al Estado lo hago en su triple actuación, es decir, Ejecutiva, Legislativa y Judicial. Se trata de una fuerza con mucho poder que desarrolla y ejecuta líneas que obscurecen y solapan el pensamiento social y colectivo colocándolo por debajo del plano individual; no solo es económico, es cultural. Es la base sobre la cual se asienta su verdadero poder mediante la inversión de recursos que trascienden el proceso productivo.

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