Terrorismo En El Peru
Enviado por cesarcgc • 12 de Junio de 2015 • 533 Palabras (3 Páginas) • 190 Visitas
Hablar del sangriento y destructor ataque ocurrido hace 23 años en Tarata, Miraflores, es referirse al demencial accionar de Sendero Luminoso en nuestro país, es volver irremediable y dolorosamente a una época de abominables y repudiables hechos de lesa humanidad.
El 16 de julio de 1992 el sangriento atentado terrorista de la calle Tarata, en Miraflores, fue la última escalada delincuencial de Sendero Luminoso. El repudio hacia los subversivos era ya generalizado por los horrendos crímenes perpetrados en la zona andina contra dirigentes rurales, ronderos, campesinos, mujeres, niños y fuerzas del orden.
Entre enero y julio de 1992 los terroristas habían perpetrado 37 atentados en Lima Metropolitana, usando carros-bomba. La noche del 16 de julio de hace casi 23 años los seguidores de Guzmán hicieron estallar dos carros-bomba con 500 kilos de anfo* en la concurrida calle Tarata. Veinticinco personas murieron, en tanto que los heridos fueron más de 155. Vanessa Quiroga, por entonces una niña de casi 5 años, perdió una pierna en el atentado y, actualmente, su madre recuerda que, en medio del caos, los gritos y el fuego, encontró su extremidad a dos cuadras de distancia de la explosión.
En Tarata muchos perdieron a sus seres queridos y los daños materiales se contabilizaron en millones. La conmoción nacional e internacional fue profunda. Tras el atentado, el gobierno de Alberto Fujimori reaccionó con mayor firmeza y rapidez frente a lo que se consideró una señal de arrogancia y demostración de poder de la cúpula senderista en su empeño de destruir el Estado.
Una articulada labor de los grupos policiales de Inteligencia, al mando del entones general Ketín Vidal, logró en los pocos meses siguientes la captura de Abimael Guzmán y los principales miembros de su banda criminal, con lo que se propició la derrota militar y política de Sendero Luminoso, y luego del MRTA.
Tras 23 años de aquel atentado no podemos olvidar las miles de víctimas que dejó el terrorismo, a lo largo y ancho del país, con el sacrificio de policías, militares, ronderos, campesinos e indígenas, que perdieron la vida en esta cruzada por la paz. Fue acertada la reacción de las autoridades para promover las deserciones de algunos cabecillas terroristas, a través de la ley de arrepentimiento, así como otras modificaciones a la legislación antiterrorista que permitieron grandes avances en la erradicación de ese flagelo.
Son lecciones que debemos tener presentes cuando algunos grupúsculos* terroristas, en el VRAE y centros urbanos de Ayacucho y Lima y en algunas otras ciudades de nuestro país, pretenden resucitar las tesis senderistas, así como exigir absurdamente la amnistía para los subversivos que desangraron el país y enmascararse a través de grupos políticos para participar en elecciones propias de una democracia que ellos trataron de destruir.
Actualmente, y de cara a las elecciones
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