¿UNA SEXTA EXTINCIÓN POR CUENTA NUESTRA?

¿UNA SEXTA EXTINCIÓN POR CUENTA NUESTRA?

Nos encontramos con dos realidades contundentes para reencausar nuestro futuro: el principio, que data de unos 4.000 millones de años en los cuales todas las formas de vida existentes se desarrollan mediante un perfecto, crucial y frágil equilibrio, y el origen de la especie humana, que data de hace tan solo unos 200.000 años, en los cuales se ha comprometido seriamente el bienestar de todas las especies.

De manera perfecta y durante mucho tiempo la tierra y sus componentes que fueron heredados del espacio (fuego, vapor, minerales, metales, etc.) han tomado posición y papeles importantes en el desarrollo de cuanto hoy conocemos como hogar de infinidad de especies (bacterias, algas, plantas, animales, etc.), donde cada uno de ellos realiza un aporte para el mantenimiento y desarrollo de este. Ninguno de ellos es autosuficiente. Todos hacen parte de un planeta entrañablemente conectado.

Y resulta paradójico cómo el Homo Sapiens (el hombre que piensa), ha querido echar a perder, en tan poco tiempo, el perfecto equilibrio que por millones de años lo ha sostenido todo. La intervención humana que mediante el derroche sin mesura, el agotamiento de recursos, la contaminación atmosférica de gases efecto invernadero, la base del actual modelo de desarrollo que sostiene el planeta: los combustibles fósiles, el desenfrenado consumismo, han derivado en una seria crisis climática que está provocando el rompimiento de ciclos y por consiguiente a sufrir irremediables consecuencias.

Datos como “en 40 años, la selva amazónica ha perdido una 5a parte de su superficie”, o “escasez de agua podría afectar a 2.000 millones en el mundo antes del 2.025” son la muestra de cuán nefasta ha sido la actividad antropogénica, que nos debe llevar a reevaluar el concepto de desarrollo.

Además, tampoco hemos contribuido de buena forma en las urnas, pues las políticas ambientales, al menos en países como Colombia, tienen graves consecuencias para nuestro territorio. Y así mismo con la mayoría de países, que teniendo grandes riquezas (e incluso son grandes exportadores), sus pobladores no tienen acceso a ellas. El capitalismo depredador no ha sido solución para sus necesidades. De esta forma, la pobreza y falta de educación conllevan a que estos territorios vivan de la renta de sus recursos lo que deriva en cientos de miles de hectáreas deforestadas por año, explotación indiscriminada de minerales fósiles como el petróleo, monocultivos, ganadería extensiva entre otros crímenes ambientales.

Esta forma de economía no ha sido la solución.

Debemos comprender que hay límites. Debemos ser conscientes que nuestras actividades generan impactos y hay que redefinir el concepto de prosperidad, donde el objetivo deja de ser el crecimiento económico infinito. Debemos entender que si crecemos de forma infinita en un planeta finito, estamos más cerca del concepto de suicidio que el de prosperidad. Es momento de actuar con conciencia y responsabilidad, es momento de entender que independientemente de los beneficios que se han tenido de este uso abusivo del planeta, el verdadero y mejor beneficio es el de poder conservar la majestuosidad que se nos dio para el desarrollo de la vida, de no ser así esta nos cobrará a todos por igual.

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