Un acuerdo de paz defectuoso e imperfecto.

Un acuerdo de paz defectuoso e imperfecto.

Al comenzar a leer el acuerdo de paz suscrito entre las FARC y el gobierno nacional quise hacerlo de manera tajante sin pausas ni atajos, y mucho menos   leer un par de hojas y engañarme con que había comprendido el contexto, pero a medida que fui avanzando en mi reto personal de leer el texto completo dedicándole un día completo a dicha tarea, fui comprendiendo que la mejor manera para entender el contenido de un acuerdo que goza de un sinfín de marañas jurídicas era leerlo de manera lenta, precisa, dedicándole varios días a dicha lectura para poder así descifrar las inconsistencias jurídicas que contiene dicho acuerdo.

Para empezar, es mucho más largo que la misma Constitución. Consta de 297 páginas en letra menuda. Lectura no muy amena: pesada, repleta de formalismos, repeticiones, notas y salvedades. Y como no va a resultar difícil de leer para un colombiano promedio, si se trata del mecanismo formal y legal de algo que para todos los colombianos resulta ser muy extraño: la paz.

En medio de tanto formalismo y justificación uno descansa cuando lee algo exacto que se puede analizar a simple vista: cada guerrillero raso recibirá mensualmente 689 mil pesos durante dos años, se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con este sueldo, pero al menos se entiende. Es mucho más fácil que descifrar controversias jurídicas como: “el Acuerdo está compuesto de una serie de acuerdos, que sin embargo constituyen un todo indisoluble, porque están permeados por un mismo enfoque de derechos, para que las medidas aquí acordadas contribuyan a la materialización de los derechos constitucionales”, al final uno medita como una organización terrorista contribuye a la materialización de los derechos constitucionales. El Acuerdo abusa del lenguaje incluyente, tiene más incisos, límites, plazos y salvedades que la misma constitución política de Colombia.

Ya adentrándonos en el aspecto material del acuerdo de paz sin lugar a dudas el punto que más preocupación y rechazo me genera es el de la justicia transicional,  surgen preguntas como: quién y cómo van a elegir a los magistrados de la jurisdicción para la paz, como va a ser administrado, existirá indulto para los delitos de lesa humanidad.

Además, según el acuerdo, el tribunal para la paz entrará a operar apenas se firme la paz, y este quedará por encima de todos los estamentos judiciales del país, como las altas cortes y la Fiscalía, y podrá conocer de cualquier caso relacionado con el conflicto armado.

Que pasara entonces con casos como el del señor Rodrigo Londoño Echeverri, alias 'Timochenko', que aunque tiene en su contra 162 órdenes de captura y varias condenas que suman 178 años de cárcel, con la justicia transicional diseñada por el Gobierno pagará una condena mínima, irrisoria y más que nada insignificante, que en nada reflejara un sentir de justicia o reparación para el cuantioso número de víctimas que fueron acechados con el actuar delictivo de estos terroristas.

También es cierto que un acuerdo de paz formal que duro más de cuatro años no puede por sí mismo curar las heridas de un largo y doloroso conflicto. Será necesario entonces, un proceso de justicia transicional para nada permisivo, bien administrado, que contemple y asegure que los delitos de lesa humanidad cometidos por los comandantes narcoterroristas de las FARC darán lugar a sanciones y condenas significativas. 

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