Universidad

Entrevista con Carlos Carrión

Uno. El erotismo es naturaleza humana, brillo de la carne, belleza gloriosa. En suma, armonía del cuerpo y la vida; al contrario, la pornografía es mecánica grotesca. Retroceso del ángel y avance del animal. Fealdad de la hermosura. Y más que esbozo de una filosofía de los cuerpos, el erotismo y la pornografía me parecen problema sin solución de una estética.

Dos. Baudrillard dice “La seducción siempre vela por destruir el orden de Dios”. Seducción como inteligencia del cuerpo. Erotismo que constata sus armas. El cuerpo más allá de sí mismo donde empieza el artificio. Y destrucción del orden de Dios en tanto fundación de un espacio de los sentidos de espaldas a las morales, los dogmas, los convencionalismos, las leyes divinas y humanas... Donde Dios puso la inocencia, el erotismo puso el conocimiento. Donde el matrimonio establece la reproducción, el erotismo propone el placer.

Tres. En mi opinión, el cuerpo es un nexo no una frontera; no solo entre él y la sociedad, sino entre él y la humanidad. En el principio y el fin de lo humano está el cuerpo. Con clarividencia poética, Pedro Salinas enuncia: “el destino de un cuerpo es otro cuerpo”. Lo cual es humanidad sobre todas las cosas. Y si el establishment intenta controlarlo es porque la seducción es el anarquismo.

Cuatro. La lógica babélica que gobierna el mundo está plagada de contradicciones. Pero en todo caso, son solo intentos de sometimiento. El deseo puro y sin otro nombre es una fuerza mineral de la especie y no hay poder de Dios ni del diablo que pueda con él. Y, por supuesto, en este instante hedonista que habitamos, la mejor estrategia de los mensajes comerciales es el sexo, arte y ciencia de la mercadotecnia que el poder permite y niega a su conveniencia. Porque todo poder es fascista y todo fascismo tiene su doblez.

Cinco. El erotismo es más bien el único poder que quiebra los miedos.

Seis. Todo arte es erótico, cuyo fin es la seducción. Tanto más los objetos literarios, que viven y mueren de la seducción. La seducción es femenina: la otra belleza de la mujer y la primera de la literatura. Seducción como señuelo que no se agota en sí mismo, sino que es ciencia y brujería de la expresión de la experiencia humana.

A este respecto, Barthes dice que la novela es una muchacha que nos ofrece mostrar las nalgas en cada página. Y nos las muestra.

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