Urbanizmo

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Caracas: Ensayo sobre urbanismo

Jaime Bergamin Leighton

Nuestra ciudad Capital se podría describir como una suma de haciendas urbanizadas a lo ancho del valle

de Caracas y alrededor del trazado original, trazado circunscrito a lo que hoy se conoce como el Centro y

que conserva el gamero original, gamero que luego se va diluyendo según las “ampliaciones” que el

parcelamiento de cada trapiche, hacienda cafetalera o sembradío, permitieron en aras del crecimiento de

la ciudad. El trazado “definitivo” de la ciudad termina siendo un ensamblaje de cuadras españolas,

diagonales y calles ciegas, allí, donde se acababa la hacienda, el cacique del lugar decidía donde

terminaba la vialidad porque “de aquí p’acá esto es mío”. Santiago de León de Caracas, con su núcleo

original cívico-administrativo y un manto de haciendas desplegándose por el valle a lo largo del Guaire,

hasta encontrarse con el pueblito de Petare por el este, constituyó el desahogo lógico en un

desplazamiento que pudo realizarse bajo un cierto orden aunque siempre de manera espasmódica.

Altamira, urbanizaciones adyacentes al Cafetal, sirven de ejemplo, siendo Sta. Paula la más representativa

por sus dimensiones y la más reciente dentro del área que comprende la cuenca del valle.

Pero es en las laderas del Ávila donde el fenómeno adquiere su máxima expresión. En urbanizaciones

como Lebrún, El Marqués, Horizonte, Boleíta norte y Sebucán, la circulación vehicular debe utilizar la

avenida Rómulo Gallegos, a pié de cerro, o bien remontar la pendiente hasta la Cota mil, en el límite del

Parque Nacional El Ávila, para poder circular en cualquiera de los sentidos este-oeste. La situación se

repite, con algunas mejoras no significativas, a lo largo y “aguas abajo” del desplazamiento de la Cota Mil

en dirección Oeste. Faltan las vías siguiendo las cotas, de manera de completar una retícula que permita

un mejor drenaje mediante la repartición del flujo vehicular. Estamos en la ciudad de las cuadras largas y

las calles ciegas. Si a ello agregamos que la Autopista del Este es, en la práctica, un verdadero “muro de

Berlín” que divide la ciudad en dos, viéndose permanentemente congestionada, no solo por el alto número

de vehículos en circulación, sino porque prácticamente todo vehículo automotor que deba ir de oriente a

occidente, y viceversa, debe pasar obligatoriamente por ésta, sobrecargando el, de por sí, intenso flujo,

grandes camiones que, además y debido a las cargas en desplazamiento, acortan significativamente, la

vida útil de dicha autopista.

Previo a cualquier solución, se requiere uniformar criterios entre las distintas municipalidades y él o los

ministerios correspondientes frente a los resabios de esta suma de poblados que es nuestra ciudad

capital. Debe legislarse respecto a la vivienda deteriorada u obsoleta, los predios eternamente vacíos en

“engordes” programados o litigios sucesionales. Es preciso establecer gravámenes onerosos que obliguen

a los propietarios a tomar acciones, ya sea de construcción de un inmueble que se ciña a las ordenanzas

vigentes o la venta del predio. Dentro de este tipo de lotes vacíos, en engorde o mal ocupados. Cabe,

como ejemplo, citar el caso de la Electricidad de Caracas que ocupa espacios urbanos hasta de media

manzana, con instalaciones, básicamente transformadores, y “corredores” entre lotes, que atraviesan la

manzana y que, en estos momentos, no son más que basureros, refugios de vagabundos y “vías de

penetración” del hampa para incursionar en las viviendas adyacentes. Quien escribe no recuerda haber

visto, en ciudades de la vieja Europa como Madrid, París, Roma, por citar algunas, largos y grafiteados

muros

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